Asimismo, les felicitaron oficialmente a través de las redes sociales, donde publicaron un par de fotos de los novios en su boda más otra imagen en la que el Príncipe Gustav y la Princesa Carina posan con Federico y Mary de Dinamarca con un bonito fondo floral. Añadieron un bonito mensaje de felicitación con el que dieron algunos datos sobre la ceremonia: "Felicidades por su boda al Príncipe Gustav y la Princesa Carina. Este fin de semana, la pareja heredera y sus Altezas Reales el Príncipe Joachim, la Princesa Marie y la Princesa Benedicta, junto con otros invitados y familiares, participaron en la celebración del Príncipe Gustav y la Princesa Carina, que se casaron el sábado en la Capilla del Castillo de Berleburg, donde el Príncipe Gustav fue bautizado en 1969. Su Alteza Real el Príncipe Heredero y Su Alteza Real la Princesa Heredera fueron los testigos de los novios en la boda.
"El viernes (3 de junio de 2022), la boda civil de la pareja tuvo lugar en el jardín del castillo de Berleburg Castle, ubicado en el estado alemán de Renania del Norte-Westfalia", finalizó la Casa Real Danesa sobre esta boda a la que no acudió la Reina Margarita, de gira a bordo del barco real, el Dannebrog.
Se supo además que acudieron 40 personas a la boda civil y 80 a la religiosa y que en el banquete nupcial se sirvió ceviche de corvina, así como una serie de platos mexicanos como tacos, mole y chilis en honor a la ascendencia mexicana de Carina Axelsson, cuya familia paterna es sueca, mientras que la materna es mexicana.
Una larga lucha con final feliz
Fue precisamente esa ascendencia mexicana, su religión y su origen plebeyo lo que provocaron que Gustav y Carina hayan tenido que esperar 19 años para casarse. Había una cláusula establecida en el testamento del abuelo del Príncipe Gustav que obligaba a sus herederos, si querían seguir siéndolo y conservar las propiedades de la dinastía, a casarse con unas exigencias hacia la esposa. Lo hizo así porque el quinto Príncipe de Sayn-Wittgenstein-Berleburg, que desapareció en Bielorrusia cuando luchaba con los nazis en la II Guerra Mundial, quería que las consortes de la dinastía fueran arias, nobles y protestantes.
A pesar de ese testamento de 1939 estaba marcada por la ideología nazi, que no tiene cabida en la sociedad, Gustav y Carina sufrieron por ello durante casi dos décadas hasta que lograron que se invalidaran las cláusulas. Además, Gustav zu Sayn-Wittgenstein-Berleburg tuvo que luchar contra un pariente, el Príncipe Ludwig Ferdinand, que le disputaba la herencia familiar. El hijo de Benedicta de Dinamarca venció judicialmente y por fin pudo disfrutar de lo que le pertenece junto a la que por fin es su esposa, la Princesa Carina zu Sayn-Wittgenstein-Berleburg.