En el primer bloque están los cuatro miembros principales de la Familia Real, es decir, los Reyes Felipe y Letizia, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía. Los cuatro están unidos en lo afectivo, pero también en lo institucional. Los Reyes están comprometidos con la Monarquía, con su presente y con un futuro en el que Don Felipe pueda transmitir la Corona a su hija Leonor. Quiere hacerlo además con una institución en buena forma y saneada, todo lo contrario a lo que se encontró en 2014 cuando subió al trono tras la abdicación del Rey Juan Carlos.
En aquel momento Juan Carlos I estaba marcado por el escándalo de Botsuana y Corinna, pero aquello, muy grave entonces, era solo la punta de iceberg de lo que estaba por venir y que terminó con Juan Carlos de Borbón sin asignación primero y exiliado en Abu Dabi después. Felipe VI debía salvar la Monarquía, aunque supusiera alejar y alejarse de su padre.
Y esto enlaza con el otro bloque. En la Semana Santa de 2022 se han podido ver ambos perfectamente. Para el Rey Felipe, su padre es un elemento tóxico, una figura a la que tiene mucho que agradecer, pero que al mismo tiempo supone un lastre para su reinado. Nada que ver con las Infantas Elena y Cristina, que liberadas de lo que supone ser miembro de la Familia Real piensan más en lo personal y familiar que en lo institucional. Para ellas La Zarzuela fue su hogar, Don Felipe es su hermano y la Corona no iba a recaer sobre ellas, pero estaban comprometidas con la Monarquía y ejercieron felizmente como Infantas de España. De hecho, hubieran querido hacer más de lo que hicieron.
Todo eso ya es pasado. Respetan al Rey y a la Institución, eso por delante, pero su compromiso con la Corona y con el trono no es el que tiene el otro bloque. Los Reyes Felipe y Letizia y sus hijas tienen un objetivo, y las Infantas Elena y Cristina tienen otros. De ahí que por ejemplo en Semana Santa de 2022 la Familia Real apareciera en una visita al Centro de Recepción, Acogida y Derivación (CREADE) de refugiados ucranianos de Pozuelo de Alarcón que además supuso el regreso de la Princesa Leonor tras su vuelta a España por las vacaciones de primavera.
Muy lejos de allí, la Infanta Elena y la Infanta Cristina pasaban unos días con el Rey Juan Carlos en Abu Dabi en un viaje que ha sido muy diferente. Por primera vez desde que su padre se instaló en el Emirato en agosto de 2020, Juan Carlos de Borbón posó con sus hijas e hizo divulgar la foto. Además, con ellos aparecieron sus nietos Victoria Federica y Juan, Pablo, Miguel e Irene Urdangarin. El gran ausente fue Froilán, que no se unió a este viaje familiar. Supone esta la primera visita de los nietos, al menos que se sepa, y supone además una forma de querer apoyar al Rey Juan Carlos en público y en privado, al menos como padre y abuelo.
Para este bloque, lo principal es la familia, estar con el Rey Juan Carlos y más después de que la Fiscalía archivara las investigaciones contra él. Se acreditó delito, pero nada se pudo hacer. Estaba liberado. Faltaba eso sí la demanda presentada por Corinna en Reino Unido por acoso, algo que sigue teniendo pendiente. Eso sí, las Infantas Elena y Cristina y sus hijos pensaron que era momento de visitar al padre y abuelo y más en el décimo aniversario del escándalo de Botsuana. Para ellas, para ellos, el trono queda ya lejano, y sin querer perjudicar a quien sí lo tiene cerca o lo ostenta, han querido respaldar al Rey Juan Carlos.
La Reina Sofía, el verso suelto
Y luego están el verso suelto. La Reina Sofía no estuvo ni con unos ni con otros. Resulta casi impensable que Doña Sofía viaje a Abu Dabi para visitar al Rey Juan Carlos, al igual que nadie pensó en que iba a acompañar a los Reyes y sus hijas en su visita para apoyar a los refugiados ucranianos. La relación de la Reina Sofía con sus hijas y nietos es buena, aunque nada que ver con la pasión que existe entre el Rey Juan Carlos y la Infanta Elena. Por otro lado, Don Felipe está del lado de su madre y cuenta con ella para una serie de actos, no demasiados. Eso en lo institucional. En lo personal, la visita con frecuencia y mantienen un trato cercano, mientras que con la Princesa Leonor y la Infanta Sofía también tiene una relación afectiva normal entre abuela y nietas.
La Reina Sofía lleva mucho tiempo debatiéndose entre su papel de Reina y su papel de madre y abuela. Desde que Felipe VI subió al trono su papel disminuyó enormemente, pero su compromiso con la Corona permanece inquebrantable. Eso no quita para que desee que las relaciones entre la familia sean lo mejor posible, aunque hace ya tiempo que se dio cuenta de que hay vínculos que ya no se pueden recomponer tan fácilmente. Y así, ni en Abu Dabi ni en Madrid, disfrutó de la Semana Santa como hizo siempre, como hacían todos siempre, en Mallorca. ¿Quién le acompañó? La que nunca le falla: Irene de Grecia. Ella está al margen de bloques, de tronos y Coronas, de problemas familiares e institucionales. Ella está siempre al lado de la Reina Sofía, para lo bueno y para lo malo, como siempre ha hecho. Hay vínculos que sin irrompibles.