Este enlace fue preparado en tiempo récord y la novia cambió de opinión en cuanto a su vestido pidiendo ayuda a su abuela.
Beatriz de York por fin ha visto su sueño hecho realidad y se ha casado con Edoardo Mapelli después de haber pospuesto su boda en repetidas ocasiones. La pareja tenía previsto casarse el 29 de mayo de 2020 en la capilla real acompañados de 150 invitados, sin embargo, la crisis del coronavirus les hizo cambiar de planes y dejar su enlace para otro momento.
Fue el 4 de julio cuando comenzaron a levantarse las restricciones de confinamiento en Reino Unido, y aunque en un primer momento cuando cancelaron su boda en abril dijeron que no tenían planeado casarse a corto plazo, parece que vieron una oportunidad y se pusieron a trabajar para poder celebrar su boda en menos de 15 días. Sarah Ferguson y Nikki Williams-Ellis, las madres de los novios, pusieron todo de su parte para poder organizar este enlace en un tiempo récord. "Entraron en acción y lo organizaron todo en dos semanas, lo cual es bastante extraordinario", ha hecho saber un amigo de la pareja la revista People, y ha seguido contando: "Beatriz estaba muy emocionada, y creo que simplemente aprovecharon la oportunidad cuando se terminó el confinamiento. Ambos estaban desesperados por celebrar la boda. Querían que todo fuera muy clásico y elegante, íntimo pero refinado. Fue romántico y encantador".
Pese a que en su boda iba a haber más de 150 invitados, al final se casaron tan solo delante de 20 en la capilla de Todos los Santos al lado de la calle the Royal Lodge, muy cerca de la casa en la que se crió Beatriz de York. El Príncipe Andrés acompañó a su hija hasta el altar y parece que tantas restricciones vinieron muy bien a la novia porque siempre ha sido discreta como ha adelantado esta amistad a la misma revista: "Beatriz siempre ha sido más discreta. Es un poco más seria y tradicional, y habría sido muy consciente de hacer lo correcto". Pidió ayuda a su abuela
Y otra amistad de la novia ha revelado que había elegido otro vestido, pero que en el último momento cambió de opinión y decidió pedirle ayuda a su abuela, la Reina Isabel. Fue ahí cuando se decidió por un vestido de 1953 que había sido diseñado por Norman Hartnell, quién también diseñó el vestido de novia de la reina. Desde Palacio adelantó que el vestido había sido reconstruido con la ayuda de la jefa del guardarropa de la Reina, Angela Kelly, y para completar el look añadieron unas mangas como ha señalado el medio Telegraph. Llevar a cabo este trabajo no fue nada complicado puesto que la reina y su nieta tienen la misma estatura.