Considerada una de las mujeres más elegantes de España y absoluta representante del 'chic' francés en nuestro país, esta parisina llegó a Madrid en los años 70 para quedarse tres años y ya son más de tres décadas las que lleva aquí. Beatriz de Orleans es aristócrata de nacimiento, princesa por matrimonio y relaciones públicas por vocación. A su lado el éxito está garantizado, pero lo cierto es que en la vida de esta francesa incombustible hay tantas luces como sombras...
Una infancia idílica ensombrecida por un trágico suceso
Beatriz Marie Guillemine Huguette Pasquier de Franclieu nació el 24 de octubre de 1941 en una familia aristocrática por los cuatro costados: sus padres eran los Condes de Franclieu y sus abuelos los Marqueses de Lazaire. No obstante, esto no consiguió empañar uno de los episodios más trágicos de su vida: el asesinato de su padre cuando ella tenía tan sólo 3 años.
El motivo que puso fin a la vida del Conde Bruno Pasquier de Franclieu fue su firme apoyo al mariscal Pétain y al Régimen de Vichy, colaboracionista con la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Durante años se creyó que los responsables de su muerte habían sido miembros de la resistencia comunista, pero recientemente la propia Beatriz ha declarado que fueron los propios alemanes.
En cualquier caso, la joven siguió disfrutando de una infancia que ella misma ha calificado de "idílica" en el castillo familiar de Grenoble. Una construcción del siglo XVIII en la que recibió una educación propia de reyes y en la que estaba prohibido quejarse. Un sistema que más adelante implantaría con sus propios hijos: "Cuando tenían un dolor de cabeza, no me lo decían. Se tomaban una aspirina y ya está. Es una forma de educación y de vida".
Esa educación se vio complementada además con estudios en colegios religiosos franceses primero y en internados ingleses después. Además, Beatriz tuvo el privilegio de poder cursar la carrera de Ciencias Políticas en la Universidad de La Sorbona y posteriormente realizar un máster en Marketing en la Universidad de Cambridge. Lo que sólo ella sabía era que a su vuelta de los Estados Unidos habría un príncipe esperándola.
Un cuento de hadas casi perfecto
En La Sorbona conoció al Príncipe Miguel de Orleans, hijo del Conde de París y quinto en la línea de sucesión al depuesto trono francés. Aunque 'a priori' podría parecer la típica historia de un cuento de hadas, lo cierto es que la pareja se encontró con muchas dificultades para poder pasar por el altar. La primera y principal fue la firme oposición del Conde de París, padre del novio.
Enrique de Orleans se negó a aceptar a Beatriz debido a la vinculación de su padre con el Régimen de Vichy, lo cual complicaba sus aspiraciones políticas de conseguir recuperar el trono de Francia algún día. Su oposición se materializó en que el matrimonio celebrado el 18 de septiembre de 1967 no fue considerado dinástico, por lo que tanto Miguel de Orleans como sus futuros descendientes perdían sus derechos al trono y su dignidad de "Altezas Reales".
No sería hasta 1978 cuando el Conde de París decidió dar su brazo a torcer y finalmente concedió a la pareja el Condado de Évreux y restituyó su estatus como miembros de la realeza. Por aquel entonces ya habían nacido tres de sus hijos Clotilde (1968), Adelaida (1971) y Carlos Felipe (1973). Todos ellos, al igual que Francisco Carlos de Orleans - nacido en 1982 - se convirtieron así en miembros de la Casa Real de Orleans con derechos legítimos.
La familia se estableció primero en Marruecos, pero posteriormente se vieron obligados a mudarse a Madrid por motivos laborales en 1973. Será en la capital de España donde Beatriz se convierta en la máxima embajadora del glamour parisino, pero también el lugar que marcaría el punto de inflexión en su matrimonio.
Exitosa carrera en el mundo de la moda y el lujo
Su elegancia innata, su posición privilegiada y sus estudios de marketing confluyeron para que la prestigiosa firma Christian Dior eligiese a la Princesa de Orleans como embajadora y también consejera delegada de la empresa. Un puesto nunca antes desempañado por una mujer y que provocó los recelos de su esposo, que veía cómo sus propios negocios fracasaban mientras su cónyuge iniciaba una imparable escalada hacia el éxito.
A parte de ser imagen de la 'maison' francesa, Beatriz de Orleans comenzó a trabajar con otras marcas como Christian Lacroix o Givenchy e incluso con varias publicaciones especializadas en el sector de la moda, como las revistas 'Elle' y 'Women's Wear Daily'. Su presencia era obligada en cualquier evento social y nombres como el de Marisa de Borbón, la Condesa de Romanones, Carmen Martínez-Bordiú o la Baronesa Thyssen comenzaron a llenar su agenda.
Ya entrado el siglo XX, el mundo empezó a cambiar y poco quedaba del lujo y el exceso que habían caracterizado los años 80 y 90. Aún así, la embajadora de Dior siguió organizando las veladas más exclusivas y atrayendo a la jet-set a cualquiera de sus eventos. Su éxito era tal que se le propuso escribir varios libros : 'Entender de Arte y Antigüedades: Guía Práctica del Coleccionista' (2004), 'El arte de hacer relaciones públicas bien' (2005) o 'El valor de la imagen, relaciones públicas y protocolo sanitario por la empresa' (2008).
La última de sus obras fue editada en 2014 bajo el título 'Disfruta de una experiencia de lujo: más de 100 propuestas exclusivas'. Pero para cuando salió a las librerías, las cosas ya habían cambiado mucho para su autora. Unos cambios que empezaron principalmente con su salida de Christian Dior en unos términos que muchos califican de "agridulces" e "injustos".
Beatriz siempre ha negado cualquier desavenencia con la firma francesa - " No me cesaron, me jubilé " - y aunque se desconocen los motivos reales de su ruptura laboral, puede que influyesen mucho sus polémicas declaraciones en apoyo al diseñador John Galliano tras su escándalo: "A mí me parece muy violenta la reacción de la casa hacia él (...). Había bebido y se había drogado un poco de más, pero no ha matado a nadie. Todos hemos cogido una buena borrachera algún día ".
El inicio de una mala racha
Al hecho de verse privada del trabajo al que había dedicado casi 30 años de su vida hubo que unirle además un duro golpe emocional que, aunque había tenido lugar mucho antes, tendría muchas consecuencias en un futuro: la separación de su marido.
El frenético ritmo de vida de su esposa empezó a ser un problema para Miguel de Orleans, que decidió volverse a París y en 1994 ambos tomaron la decisión de separarse formalmente. Siempre se ha dicho que la pareja decidió no divorciarse para que Beatriz pudiera conservar el título, pero ella asegura que fue por creencias religiosas y no por cuestiones económicas ni nobiliarias: " Acordamos que nos divorciaríamos sólo si uno de los dos se quisiera casar de nuevo ".
Y ese momento llegó en 2017, cuando Miguel de Orleans contrajo matrimonio con la aristócrata española Bárbara de Posch. A todos sorprendió lo bien que lo llevaba Beatriz dadas las circunstancias, pero lo que pocos conocían era que días antes su excuñado - y actual jefe de la Casa de Orleans - había emitido un comunicado en el que manifestaba expresamente que ella podría seguir siendo "Su Alteza Real la Princesa Beatriz de Orleans".
Con su título pero sin trabajo estable, Beatriz de Orleans siguió vinculada al mundo del lujo ostentando la Presidencia Honorífica de Luxury Spain (asociación de firmas de lujo españolas) y a la beneficencia a través de la Asociación Española contra el Cáncer, donde ocupa un importante cargo como organizadora de galas para recaudar fondos. No obstante, superadas las 70 primaveras hoy día su principal prioridad es disfrutar de los grandes y pequeños lujos de la vida, como son sus 10 nietos y las fiestas a las que nunca ha dejado de acudir.