A pesar de todo, Guillermo y Stéphanie de Luxemburgo aparecieron felices y radiantes en un día tan importante para ellos y por supuesto para su hijo. El Príncipe Carlos llegó tranquilo ataviado con un traje de cristianar ya utilizado anteriormente por su abuelo y sus tíos abuelos. El futuro heredero dejó ver su carácter tranquilo, que motivó que el bautizo también lo fuera.
No faltaron los Grandes Duques Enrique y María Teresa de Luxemburgo, muy contentos al poder estar presentes en el bautizo de su quinto nieto, así como el Príncipe Sebastian, que apareció con muletas, y el Príncipe Luis. Los Príncipes Félix y Claire viajaron desde Francia, donde residen con sus hijos, dejándose ver nuevamente con sus vástagos, la Princesa Amalia y el Príncipe Liam.
El acto litúrgico que marcó la entrada de Carlos de Luxemburgo en la Iglesia Católica fue celebrado por el Arzobispo de Luxemburgo, Jean-Claude Hollerich, el Obispo auxiliar Leo Wagener, el Arzobispo Emérito Fernand Frank y el Abad de Clervaux, Dom Michel Jorrot. Fue apadrinado por su tío paterno, el Príncipe Luis de Luxemburgo, y por su tía materna, la Condesa Gaëlle de Lannoy. El hijo de los Grandes Duques Herederos fue bautizado como Charles Jean Phillipe Joseph Marie Guillaume.
Las ausencia de tres miembros de la Casa Ducal
Hasta ahí los hechos y las presencias. En un acto de estas características se celebra y disfruta con el que acude y se echa de menos al que no está. Sin duda, la Familia Ducal echó de menos a tres de sus miembros que no pudieron estar presentes en el bautizo de Príncipe Carlos.
No hubo rastro de la Princesa Alexandra, cuarta hija de los Grandes Duques de Luxembugo, ni de los Príncipes Gabriel y Noe de Luxemburgo, vástagos del Príncipe Luis, a quien seguro que los Nassau tuvieron muy presentes a pesar de no haber podido asistir a la celebración.