El día más importante fue el martes 20 de febrero. Pese a que no quería un funeral de Estado, sí tuvo una despedida a su altura en la Iglesia de Christiansborg de Copenhague, con un servicio religioso que fue retransmitido para que todos los daneses y danesas pudieran despedirse del hombre que pese a su rebeldía, sirvió al país durante medio siglo.
Los Príncipes Federico y Mary llegaron junto a sus cuatro hijos, el Príncipe Christian, la Princesa Isabel, el Príncipe Vicente y la Princesa Josefina. Ellos estuvieron más enteros que los Príncipes Joaquín y Marie, muy afectados por la muerte de Enrique de Dinamarca. De sobra es conocido que el Conde de Monpezat siempre congenió más con su nuera francesa, Marie, razón por la que quizás ella estaba más afectada. No faltaron tampoco los cuatro hijos del Príncipe Joaquín, el Príncipe Félix, el Príncipe Nicolás y los dos pequeños nacidos de su matrimonio con la Princesa Marie, el Príncipe Enrique y la Princesa Athena.
Entre los asistentes destacaron las dos hermanas de la Reina Margarita, que se han unido a la Familia Real por primera vez desde que comenzaron los actos de despedida del Conde de Monpezat. La Princesa Benedicta acudió sola y seguramente recordó que falta poco para que se cumpla un año de la muerte de su marido, el Príncipe Richard zu Sayn-Wittgenstein-Berleburg. La Reina Ana María de Grecia acudió a la misa junto al Rey Constantino, que pese a sus problemas de movilidad ha querido despedirse de su cuñado. Por supuesto hubo presencia de los Monpezat y de autoridades del país.
Un recuerdo de su querida Francia
Una vez cumplido el servicio religioso, los Glücksburg dejaron la Iglesia de Christiansborg para poner rumbo al Palacio de Amalienborg, residencia oficial de la Reina Margarita, donde la Familia Real y sus allegados podrán vivir el luto en privado tras varios días de exposición mediática. Fue esta plaza también el lugar en el que miles de ciudadanos mostraron sus respetos hacia el Príncipe Enrique inundando Amalienborg de flores y mensajes de cariño y afecto.
Tras las exequias públicas, y de acuerdo a los deseos del Príncipe Enrique, sus restos serán incinerados y sus cenizas lanzadas una parte al mar Báltico y la otra parte a los jardines del Palacio de Fredensborg para honrar a Dinamarca, país al que sirvió durante la mayor parte de su vida. No ha querido olvidar su Francia natal, y por ello para el funeral se trajo tierra desde Cayx, donde el Conde de Monpezat tenía un castillo con viñedos.