En un día muy inestable, con grandes chubascos, los Reyes Felipe y Letizia, acompañados por la Princesa Leonor, llegaban a la Plaza de Neptuno cubriéndose con sendos paraguas y saludando al Presidente del Gobierno. La Reina apostaba por un look muy otoñal para el gran diluvio que caía sobre ellos, con gabardina de lazo de color beige, salones de color rojo y bolso cartera del mismo color. Sobresalía por la parte superior un pequeño cuello también de color rojo, presumiblemente de un vestido que podrá verse en la recepción real posterior.
El Rey Felipe con el uniforme de Capitán General del Ejército de Tierra y la Princesa Leonor, con el uniforme de color azul marino de Guardiamarina, se aproximaban a la tribuna sin paraguas junto a la Reina Letizia y se evitaban los saludos a los Presidentes de las Comunidades, fruto del mal tiempo que acompañaba el día. Tras esto, llegaba el turno de la llegada de la bandera que, como consecuencia de la lluvia, no podía bajar del cielo de la mano del paracaidista, por lo que los militares la aproximaban a pie.
Conversaciones bajo la lluvia
A media que ha ido avanzando el acto, el Rey Felipe, acompañado por su hija por segundo año consecutivo, han depositado la corona de laurel en honor a los caídos en uno de los actos más solemnes de toda la Hispanidad. En uno de los momentos, el Rey le ha comentado a Leonor que se tenía que colocar detrás de él, prueba de que la heredera está aprendiendo poco a poco sobre todos los protocolos que hay que ir cumpliendo.
Tampoco se ha quedado quieto el Rey Felipe, quien con la Princesa Leonor a su lado de pie, han decidido echarse hacia atrás para evitar calarse. Además, Margarita Robles, la Ministra de Defensa, ha acudido a hablar con ellos, al igual que Pedro Sánchez y, por un momento, parecían estar sopesando si frenar el desfile hasta que la lluvia se detuviese. Finalmente, todo ha continuado hacia delante pero se han vivido momentos de lo más curiosos por la lluvia.