Los grandes fastos por el 75 cumpleaños de la Reina Margarita de Dinamarca terminaron con una cena de gala ofrecida en el Palacio de Fredensborg a los miembros de la Familia Real Danesa, a las autoridades y a representantes de las Casas Reales de Suecia, Noruega y Grecia, las únicas que se quedaron hasta el final para disfrutar al máximo de una de las grandes reuniones de la realeza de los últimos años.
La Reina Margarita llegó sola a la cena en su honor, debido a que su marido, el Príncipe Enrique, sigue convaleciente de una gripe que le ha llevado a perderse los actos centrales. El Príncipe de Dinamarca sí estuvo en los primeros fastos, organizados el pasado 8 de abril en Aarhus, hasta donde se desplazaron también sus hijos, nueras y dos de sus ocho nietos, el Príncipe Christian y la Princesa Isabel.
Los acontecimientos siguieron el 15 de abril. Esa noche, el Gran Salón del Palacio de Christianborg de Copenhague se abrió para recibir a la mayor parte de las cabezas visibles de las Casas Reales de Europa que siguen reinando hoy día más Grecia, cuyos Reyes son cuñado y hermana de la Reina de Dinamarca respectivamente.
Esta cena supuso el 'bautizo' de Felipe y Letizia de España, Guillermo Alejandro y Máxima de Holanda y Felipe y Matilde de Bélgica en un acto de tamañas características como Reyes de sus respectivos países, ya que es la primera vez que la realeza de Europa se reúne en un evento así desde que los citados monarcas fueron proclamados.
De entre todos destacaron los Reyes de España, y sobre todo la Reina Letizia, que brilló con luz propia con un vestido de inspiración española, blanco con bordados negros y un mantón de Manila de Felipe Varela, que combinó con imponentes joyas. De esta todas destacó la que adornaba su cabello, la Tiara Princesa, una pieza única valorada en 50.000 euros que Don Felipe le regaló en su quinto aniversario de boda (2009) y que no había estrenado hasta ahora.
Al día siguiente, la Reina Margarita salió a saludar desde su ventana en el Palacio de Fredensborg, en Copenhague, a los primos reales que fueron a desearle un feliz cumpleaños. Sonaron gritos de hurra y tres salvas de cañón en honor a la Reina. Allí estuvieron sus hijos, sus nueras y sus nietos, además de los Reyes de Suecia, el Rey de Noruega, los Reyes de Holanda, los Reyes de Bélgica y el Gran Duque de Luxemburgo.
Faltaron los Reyes de Grecia y sus sobrinos, los Reyes de España, aunque estos últimos debido a que ya se habían marchado de Copenhague. Los que se quedaron desayunaron juntos en el Palacio de Fredensborg mostrando nuevamente la camaradería que existe entre la mayor parte de las Familias Reales de Europa salvo Reino Unido, Mónaco y Liechtenstein, que van por libre.
Más tarde se trasladaron todos al Palacio de Amalienborg, a cuyo balcón salió a saludar a los ciudadanos que quisieron saludar a su Reina y desearle un feliz cumpleaños. También salieron a saludar los Príncipes Federico y Mary y sus cuatro hijos, el Príncipe Christian, la Princesa Isabel y los mellizos, Vicente y Josefina, que consiguieron atrapar la atención.
No faltaron los Príncipes Joaquín y Marie y sus hijos, los mayores, fruto del matrimonio de Joaquín con Alexandra Manley, el Príncipe Nicolás y el Príncipe Félix, y los pequeños, el Príncipe Enrique y la Princesa Athena, la benjamina de la Famiia Real. En otros balcones se situaron los Reyes Carlos Gustavo y Silvia y el Rey Harald, a los que se unieron los Príncipes Haakon y Mette-Marit de Noruega y los Príncipes Victoria y Daniel de Suecia.
De allí, la Reina, su heredero y la esposa de este viajaron en coche de caballos hasta el ayuntamiento de Copenhague, donde tuvo lugar una recepción ofrecida por el alcalde Frank Jensen, y que contó nuevamente con sus hijos y nueras, sus hermanas Benedicta y Ana María, su cuñado Constantino de Grecia, los Reyes de Suecia y sus herederos y el Monarca de Noruega y sus herederos.
Nuevamente hubo discurso y salida al balcón para saludar y dar las gracias a los ciudadanos daneses por mostrarle su cariño en su 75 cumpleaños. El único enemigo a batir fue el viento, que arreciaba por fuerza en Copenhague y dio algún que otro susto a algunas de las mujeres de la realeza.
La última cena
Pese a las intensas celebraciones, todavía quedaba la traca final, una cena de gala en el Palacio de Fredensborg en la que la Reina Margarita lució un vestido gris con el que dio un toque más sobrio en contraposición a sus atuendos de las anteriores celebraciones, donde vistó de azul y de verde. De plata fue su nuera Mary, que apostó por abertura en la espalda.
La Princesa Mary deslumbró del brazo de su marido con pocas royals para hacerle sombra. La Princesa Marie apostó por un vestido de color champán, pero perdió protagonismo en favor de su marido, el Príncipe Joaquín, que lució un chaqueta de terciopelo rojo. Habitualmente, los looks masculinos no dan tanto juego, pero el hijo menor de la Reina no pretendía pasar desapercibido.
Quienes sí lo hicieron fueron el resto de invitados, el Rey de Noruega, su hijo Haakon y su nuera Mette-Marit, que charló afablemente con Mary de Dinamarca, Victoria de Suecia, que se mostró muy simpática tanto con su inseparable marido, el Príncipe Daniel, como con el resto de los invitados, los Reyes de Suecia, donde llamó la atención el colorido atuendo de la Reina Silvia.
Los Reyes de Grecia, que no se pierden ningún acto real al que son invitados, y Benedicta de Dinamarca, nuevamente sin su marido, el Príncipe Ricardo de Sayn-Wittgenstein-Berleburg, disfrutaron de la gran cena de gala final para dar por terminados los fastos por el 75 cumpleaños de la Reina Margarita, una celebración que nunca olvidará.