En un momento dado de la velada, la Reina hizo callar a los invitados, cogió su copa y se propuso a hablar. Empezó diciendo que para ella era un "privilegio" poder proponer ese brindis en honor a su hijo, ya que "eso significa que has vivido lo suficiente como para verlo crecer". Isabel II quiso tener a continuación un recuerdo para la inolvidable Reina Madre: "Mi madre también me vio cumplir 70 años y consideraba que esta es la edad a la que la cantidad de velas en tu pastel supera la cantidad de aliento que tienes para apagarlas".
No se olvidó tampoco de su nuera, la Duquesa de Cornualles, con quien ha tenido sus más y sus menos. Parece que ahora ya han enterrado el hacha de guerra y aprovechó para agradecerle ser "el sustento" de su hijo. El discurso finalizó con un sentido y sincero: "Para ti, Carlos. Para el Príncipe de Gales".
La resaca se cura con trabajo
Lejos de tomarse el día libre para descansar y recuperarse de tan emocionante noche, la Reina Isabel II decidió la mañana siguiente coger el bolso y hacer lo que mejor se le da: trabajar. Pero en esta ocasión eligió una labor mucho más placentera que las que suele realizar, ya que se desplazó a visitar a un buen amigo.
El amigo en cuestión ha sido el Rey Harald V de Noruega, quien junto a su familia se desplazó expresamente a Londres para asistir a la cena de gala que había organizado su homóloga británica. Isabel II ha querido agradecérselo personalmente asistiendo a la recepción de la Sociedad Anglo-Noruega en el Club Militar y Naval de Londres.