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Así era Federica de Grecia, la influyente y poderosa madre de la Reina Sofía

Así era Federica de Grecia, la influyente y poderosa madre de la Reina Sofía
Juan Salgado
Publicado el Miércoles 6 febrero 2019 12:00 Última actualización: Lunes 8 febrero 2021 10:48
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Durante el reinado de Pablo I consiguió hacerse valer para intervenir directamente en el Gobierno, pero en cierto modo con sus errores no hizo más que contribuir al fin de la monarquía en Grecia.

A menudo se suele recurrir a la expresión " reina se nace, no se hace " al hablar de las diferencias entre la Reina Sofía y la Reina Letizia. Pero lo cierto es que, salvando las diferencias obvias, la consorte de Juan Carlos I tuvo a su favor el inmejorable ejemplo de su propia madre. Una mujer con una sangre azul como el Mediterráneo que llegaría a ser odiada y querida a partes iguales por su pueblo. Protagonista de una vida entre la tragedia y la comedia, así era la Reina Federica de Grecia...

Una inigualable mezcla de sangre azul

Federica Luisa Thyra Victoria Margarita Sofía Olga Cecilia Isabel Cristina de Hannover y Prusia nació el 18 de abril de 1917 en el seno de una de las dinastías más antiguas de Europa. Sus padres eran el Príncipe Ernesto Augusto III de Hannover (Jefe de la Casa Real de Hannover y Duque de Brunswick-Lüneburg) y la Princesa Victoria Luisa de Prusia (hija del Emperador Guillermo II de Alemania, el último en ocupar este cargo).

Vista general del Castillo de Marienburg, situado en la Baja Sajonia (Alemania)Vista general del Castillo de Marienburg, situado en la Baja Sajonia (Alemania)

Por si las credenciales de sus progenitores no fueran suficientes, la recién nacida podía presumir además de ser tataranieta de la Reina Victoria de Inglaterra y bisnieta del Rey Christian IX de Dinamarca. Vivió su infancia en el Castillo de Marienburg junto a sus cuatro hermanos varones y, tal y como la describe Pilar Eyre en su libro 'La soledad de la Reina' (2010), rápidamente dio muestras de ser " vivaz como un ratoncillo, lista y traviesa, espontánea y algo impertinente ".

Federica de Hannover junto a sus hermanos en las Juventudes Hitlerianas | TwitterFederica de Hannover junto a sus hermanos en las Juventudes Hitlerianas | Twitter

Su infancia tuvo como telón de fondo la Primera Guerra Mundial y las consecuencias que el conflicto tuvo para la mayoría de las monarquías europeas. Sin embargo, en lo que a ella se refiere, lo más destacado - y polémico - de sus primeros años de vida fue su ingreso en las Juventudes Hitlerianas. Concretamente en la división femenina conocida como Bund Deurscher Mädel.

Numerosas biografías sostienen que la Princesa ingresó "voluntaria y entusiásticamente", pero la propia protagonista se encargaría de desmentirlo años después afirmando que había tenido que hacerlo obligada, cuando en realidad no fue obligatorio hasta 1939. En cualquier caso, la propia Federica hizo gala de su espontaneidad habitual para quitarle hierro al asunto: " Lo dejé porque me aburría en las reuniones ¡No me gusta estar encerrada tantas horas! "

Su vinculación con el nazismo podría no terminar aquí, ya que corre el rumor - nunca confirmado ni desmentido - de que el propio Adolf Hitler intentó forzar su matrimonio con el por entonces Príncipe de Gales (futuro Eduardo VIII) para forjar los lazos de unión entre ambos países. Sea como fuere, esa boda entre primos lejanos nunca se produjo.

La unión de dos almas gemelas en tiempos difíciles

El futuro deparaba a la joven Princesa de Hannover un matrimonio mucho más grato con, precisamente, otro de sus primos lejanos : el Príncipe Pablo de Grecia. Dieciséis años mayor que ella, el hijo de Constantino I era no solo descendiente - igual que ella - de la Familia Real Danesa, sino también primo hermano de la Princesa Victoria Luisa de Prusia (madre de Federica).

Se conocieron cuando la nieta del Káiser complementaba sus estudios en una escuela de Florencia tras haber estado interna en Reino Unido. Ya habían coincidido varias veces en diversos eventos de la realeza, pero no fue hasta 1935 cuando surgió el amor entre ellos. Un amor prematuro que tuvo que esperar a que la novia cumpliera los 18 años para poder oficializarse.

Federica de Hannover y Pablo de Grecia tras su compromiso matrimonial | InstagramFederica de Hannover y Pablo de Grecia tras su compromiso matrimonial | Instagram

La boda entre la Princesa de Hannover y el Príncipe de Grecia se celebró finalmente el 9 de enero de 1938 en Atenas, después de que Federica hubiese abandonado la Iglesia Luterana y abrazado la fe ortodoxa propia del pueblo heleno al que a partir de ese momento serviría. Eso sí, a pesar de las dos grandes dinastías que se emparentaban con esta unión, la boda de los futuros Reyes de Grecia tuvo escasa repercusión debido al clima de conflictividad política que dominaba Europa.

Los convulsos tiempos que corrían por aquel entonces marcarían de lleno los primeros años de matrimonio de la pareja, quien en poco tiempo dio la bienvenida a sus dos primeros hijos - la Princesa Sofía (1938) y el Príncipe Constantino (1940) - y se vio obligada a huir al exilio tras la invasión italiana y los posteriores bombardeos una vez iniciada la Segunda Guerra Mundial.

La Princesa Sofía con su madre, la Reina Federica y sus hermanos en los jardines del Palacio real de AtenasLa Princesa Sofía con su madre, la Reina Federica y sus hermanos en los jardines del Palacio real de Atenas

La Familia Real Griega se subió a un avión que los llevaría a Creta, desde donde partirían hacia Egipto. Pero lo que parecía su último destino no fue más que un lugar de paso hasta que finalmente desembarcaron en Ciudad del Cabo (Sudáfrica). Fue así como en cuestión de pocos años pasaron por hasta veintidós hogares, a cada cual peor. "Cuando íbamos a acostarnos lo hacíamos llevando en una mano un garrote y en la otra una antorcha ", contaba la propia Federica en sus memorias. La única buena noticia en ese tumultuoso periodo fue el nacimiento de la tercera y última hija del matrimonio: la Princesa Irene (1941).

La vuelta a Grecia: una Reina servil y una esposa dominante

En 1946, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, el pueblo griego aprobó en referéndum la vuelta de la Monarquía y con ello se ponía fin al lustro de exilio de la Familia Real. De nuevo en Grecia, Pablo y Federica " empezaron a viajar por todo el territorio en jeep militar e incluso en mulas " - tal y como contaría después la Reina Sofía a Pilar Urbano - para darle su apoyo a la población desolada.

Los que antes la criticaban por sus orígenes alemanes, ahora la halagaban por su incondicional dedicación a los más necesitados. " Supo aprovechar su sonrisa, su juventud y su capacidad de empatía para volcarse en los demás ", sostiene Pilar Eyre a la hora de narrar cómo la Princesa se volcó en recaudar fondos para los soldados y construir centros de acogida para niños huérfanos y desamparados.

Pablo y Federica de Grecia, padres de la Reina SofíaPablo y Federica de Grecia, padres de la Reina Sofía

Una labor que continuó una vez que su marido ascendió al trono el 1 de abril de 1947. Eso sí, a partir de ese momento ya nada volvería a ser igual. El recién coronado Rey Pablo I era por naturaleza un hombre " templado, mesurado, apacible y sereno ", mientras que su consorte se caracterizaba por ser " temperamental, apasionada, alegre y bulliciosa ". Estos son los adjetivos con los que la Reina Sofía describe el "buen tándem" que formaban sus padres, pero que en realidad escondía un cierto aprovechamiento de la debilidad política del Rey por parte de Federica.

De hecho, fue ella quien consiguió, entre otras muchas cosas, que Estados Unidos incluyera a Grecia en el Plan Marshall gracias a sus conversaciones personales con el Presidente Truman. En su orden de prioridades lo primero era su marido, lo segundo el país y por último sus hijos. Algo que en tiempos de crisis fue bien visto, pero que más adelante se volvería en su contra.

El crucero que cambió el rumbo de Grecia y España

En un intento por fomentar la llegada de turistas a Grecia, la Reina Federica decidió en 1954 organizar un crucero en el que se diera cita gran parte de la realeza europea " no solo para relacionarnos y pasárnoslo bien nosotros, sino para atraer la atención de la prensa mundial ", tal y como la propia organizadora contaba.

Se trató del Agamenón y en él se reunieron más de 100 reyes, príncipes, grandes duques... de 20 nacionalidades y 15 idiomas diferentes. Fue ahí donde se conocieron la Princesa Sofía y el Príncipe Juan Carlos, aunque por aquel entonces ninguno de los dos se fijó en el otro. Por lo tanto, si bien el crucero fue un éxito internacional, el emparejamiento entre los dos jóvenes resultó infructuoso.

La Reina Sofía y Federica de GreciaLa Reina Sofía y Federica de Grecia

En realidad, Federica tenía para su hija unas expectativas matrimoniales mucho más altas que lo que podría ofrecerle 'el chico de los Barcelona', como ella llamaba a Don Juan Carlos. Para ella el candidato ideal era el por entonces Príncipe Heredero Harald de Noruega, a quien no dudó en invitar en numerosas ocasiones a Grecia con el objetivo de fomentar un acercamiento con su hija mayor. Sin embargo, sus deseos se vieron frustrados ante la negativa del gobierno griego a concederle la dote que ella pedía para la Princesa Sofía.

Eso fue algo que la enfureció y se propuso que no volvería a ocurrir el día en que finalmente el otrora denostado hijo de los Condes de Barcelona se convirtió en su yerno. Su rechazo inicial se convirtió en entusiasmo ante la perspectiva de organizar una gran fiesta con motivo del enlace entre Don Juan Carlos y Doña Sofía. Ella fue quien organizó todo: desde la comitiva nupcial hasta la ceremonia en sí, así como los regalos y el envío de invitaciones.

Los Reyes Juan Carlos y Sofía con su familia el día de su boda en 1962Los Reyes Juan Carlos y Sofía con su familia el día de su boda en 1962

Dicen que acabó a gritos con el Primer Ministro para conseguir una dote de 9 millones de dracmas para su hija, lo cual provocó graves enfrentamientos políticos entre el Gobierno y la oposición. El debate se saldó con una boda celebrada el 14 de mayo de 1962 por todo lo alto pero sin la asistencia de ningún miembro de la oposición.

El crucero Agamenón y la boda los futuros Reyes de España fueron la gota que colmó el vaso para una población que atravesaba estrecheces económicas y empezaba a cansarse de los elevados gastos de la Familia Real y muy especialmente de la Reina Federica, quien nunca se privó de lucir sus mejores joyas y atuendos ni de aceptar cuantiosos regalos por parte de los armadores griegos.

Un diplomático que la conoció por aquel entonces asegura: " De la noche a la mañana Federica pasó a ser la más odiada por sus súbditos (...). Almacenó mucho, pero en ningún momento pensó que estaba obrando mal. Pensaba que enriqueciéndose ella se enriquecía el país. Porque Grecia era ella". Pilar Eyre va todavía más allá al afirmar que " con los años se convirtió en una déspota arrogante de comportamiento tiránico a quien nadie a su alrededor se atrevía a llevar la contraria ".

Un Rey se va, otro ocupa su lugar y la Monarquía llega a su fin

En ese clima de creciente rechazo hacia la Monarquía, la propia Familia Real Griega tuvo que hacer frente a un drama en su propio seno: el Rey Pablo sufría cáncer de esófago. Sin duda, el peor golpe para su fiel y devota esposa, quien se volcó totalmente en sus cuidados : lo alimentaba ella misma, le daba masajes, le ponía su música favorita...

Durante su cuarto de siglo de matrimonio, Pablo y Federica habían sido una pareja cuyo amor era fuera de lo común y estaba por encima de todo. Incluso de sus propios hijos. Prueba de ello fueron las últimas palabras que el Rey dedicó a su esposa en su lecho de muerte: " Te llevo en mi corazón para la eternidad. No hay separación, sino un camino que tú y yo conocemos ".

Funeral por el Rey Pablo I de Grecia en AtenasFuneral por el Rey Pablo I de Grecia en Atenas

Dicho camino comenzó a forjarse durante una visita de ambos a la India, cuando mientras contemplaban el Taj Mahal ella le preguntó a su marido si sería capaz de construir un monumento así para ella. El Rey Pablo no dudó en su respuesta: "¡Por supuesto que no! Yo prefiero que descansemos bajo el cielo abierto de Tatoi, que los ciervos pasen por encima de nosotros y que broten flores silvestres cerca de nuestras tumbas cada primavera ".

Pese a haberse sometido a una cirugía, nada pudo impedir que el Rey Pablo I de Grecia falleciese en su propia habitación el 6 de marzo de 1964 a los 62 años. Dejaba tras él a tres hijos rotos por el dolor y a una viuda de tan solo 48 años. Tal y como reveló la Reina Sofía a Pilar Urbano, la marcha de su padre dejó hundida a su madre: " Se partió en dos, como si le hubiera caído un rayo encima. Sin él, ella era media mujer ".

Los deseos del difunto soberano fueron cumplidos y recibió sepultura en el jardín de su residencia en Tatoi. El encargado de sucederle fue su hijo, quien a partir de ese momento se convirtió en el Rey Constantino II de Grecia. Pero no por mucho tiempo, ya que como si de una tragedia clásica se tratase, en 1967 se produjo un Golpe de Estado militar.

Los Reyes Constantino y Ana María de Grecia junto a la Reina FedericaLos Reyes Constantino y Ana María de Grecia junto a la Reina Federica

El 21 de abril de ese año, la Familia Real se encontraba reunida en su residencia con la compañía de la Reina Sofía (quien se había desplazado hasta allí con sus hijas para celebrar el cumpleaños de la Reina Federica) cuando de madrugada un grupo de militares rodearon el lugar. Fue la propia Federica quien despertó a su familia y en un primer momento pensó que era una medida de precaución ante una sublevación popular. Lo que entonces no sabía era que esos militares eran precisamente los sublevados.

El Rey Constantino intentó recomponer la situación durante los meses siguientes, pero no consiguió evitar que él y su familia fuesen obligados a abandonar el país. Se trataba del quinto exilio que tenía que sufrir la Dinastía de los Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg desde que habían alcanzado el poder en Grecia a mediados del siglo XIX. En el caso de la Reina Federica, el segundo en poco más de dos décadas.

De nuevo al exilio: entre la India y España

Si bien en un primer momento todos los miembros de la Familia Real se trasladaron juntos a Roma, el grupo se dividió al poco tiempo: los Reyes Constantino y Ana María se mudaron junto a sus hijos a Londres, mientras que la Reina Federica y la Princesa Irene decidieron convertirse en 'ciudadanas de mundo' a medio camino entre la India y España.

Mucho se ha hablado de que una presunta mala relación entre la Reina Madre y su hijo estaría detrás de este distanciamiento si no emocional, al menos físico. No resultaría descabellado pensarlo si se tiene en cuenta que la continua injerencia de la Reina Federica en política fue una de las causas que derivaron en la llegada de la República a Grecia. Además, el propio Rey Constantino llegó a prometer - con tal de mantenerse en el trono - que mantendría a su madre alejada de las esferas de poder.

La Reina Sofía visita a Federica de Grecia en Madrás | InstagramLa Reina Sofía visita a Federica de Grecia en Madrás | Instagram

En cualquier caso, la viuda del Rey Pablo I y su hija pequeña comenzaron una nueva vida despojadas de bienes materiales y entregadas a la oración budista en Madrás (India). Hasta donde llegó a desplazarse la Reina Sofía en una ocasión intentando huir de las infidelidades de su marido. Fue la propia Federica quien la convenció de que debía volver y asumir su papel como Reina ante todo.

El Palacio de La Zarzuela también se convertiría en una de sus paradas habituales, donde disfrutaba como la que más de la compañía de sus nietos. Eso sí, para evitar que la historia se repitiese, se marcaron las distancias necesarias entre el Rey Juan Carlos y su suegra. El objetivo era que no pareciese que podía influir en él. De hecho, no estuvo presente el día de su proclamación en 1975.

La Reina Sofía excusó a su madre alegando que " no quiso estar presente para que no empezaran a hablar de su influencia sobre el yerno ". Este, por su parte, reconoció a Pilar Urbano que en más de una ocasión había tenido 'agarradas' con su suegra, pero aún así siempre habló muy bien de ella: " Federica podía parecer extravagante y estrambótica, pero no lo era. Ni entrometida ni mandona. Daba esa imagen, pero no. Tenía un carácter fuerte y un corazón de oro".

Una muerte inesperada y un entierro conflictivo

Fue precisamente durante una de sus estancias en Madrid donde la muerte sobrevino a la Reina Federica. Fue el 6 de febrero de 1981, cuando decidió acudir a la clínica La Paloma para eliminar unas manchas estéticas en sus párpados. Se trataba de una operación sencilla, por lo que no se molestó en avisar a nadie.

Federica de Grecia con las Infantas Elena y Cristina y el Príncipe FelipeFederica de Grecia con las Infantas Elena y Cristina y el Príncipe Felipe

El caso es que en lugar de la anestesia local habitual en este tipo de intervenciones, la madre de Doña Sofía recibió anestesia general. Algo un tanto extraño pero que podría estar detrás del fulminante y mortal infarto de miocardio que Federica sufrió dos horas después de la operación, habiendo sido trasladada ya a la sala de reanimación del centro.

Los Reyes Juan Carlos y Sofía se encontraban con sus hijos en Baqueira Beret, donde recibieron la trágica noticia del fallecimiento de la Reina Federica de Grecia a los 63 años. Fue el Rey el encargado de dar la noticia a su esposa, a quien prefirió decirle que había habido complicaciones en la operación para así evitarle la dureza del viaje sabiendo la verdad. Pero la verdad siempre sale y Doña Sofía se enteró mientras viajaba a Madrid en helicóptero (sin la compañía de su marido, que inexplicablemente se quedó en la estación de esquí).

Mientras la Reina volvía a palacio, el cuerpo de su madre fue amortajado y dispuesto en una improvisada capilla ardiente en una de las estancias. Según el relato de Jaime Peñafiel en una de sus biografías sobre Doña Sofía: "Cuando entró en la salita donde se encontraba el cadáver, quiso hacerlo sola, cerró la puerta y, durante todo el tiempo que permaneció junto a su madre, el personal la oyó llorar desconsoladamente ".

A pesar de todo, lo peor todavía estaba por llegar. Y es que el gobierno griego impedía a la Familia Real pisar territorio heleno, lo cual significaba no poder dar enterramiento a la que había sido Reina de Grecia durante casi dos décadas. Fueron unas duras negociaciones de casi una semana entre el gobierno español y el heleno para conseguir una única concesión: la Familia Real podría volver a Grecia durante solo cinco horas.

Finalmente la Reina Federica pudo cumplir su deseo de ser enterrada junto a su marido en los jardines del Palacio de Tatoi el 12 de febrero de 1981 ante el desconsolado llanto de su hija mayor y el trágico semblante del hijo convertido en Rey sin trono. Pero ya nada importaba. Al fin la Reina de Grecia y Princesa de Hannover viviría eternamente en compañía del gran amor de su vida, dejando tras de sí un legado lleno de luces y sombras.

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