Amalia de Holanda ha dado comienzo ya a su primer viaje oficial desde que cumpliera la mayoría de edad. Lo hace en compañía de sus padres, los Reyes Guillermo y Máxima, que la acompañan en esta gira por el Caribe para cumplir con una exigente y extensa agenda oficial que estará marcada nada menos que por setenta actos oficiales. Y la primera parada ha sido Bonaire, una pequeña isla caribeña situada a escasos kilómetros de la costa Venezolana.
Nada más aterrizar, los monarcas fueron recibidos por el gobernador, Edison Rijna. Esto marcaba el comienzo de unos días en los que Guillermo, Máxima y Amalia de Holanda conocerán de primera mano y participarán de actividades que les permitirán conocer la cultura, la tradición y los lugares de la mano de las autoridades, pero también de los lugareños que les recibirán en cada una de sus paradas.
Una gira de 15 días y 70 actos oficiales
Un viaje que durará 15 días y que permitirán a la heredera al trono a estar también contacto con jóvenes de su edad de los diferentes territorios mostrando así también un compromiso con las generaciones que son el futuro de cada uno de los lugares que visita. Esto mostrará a una Amalia de Holanda más comprometida con sus papel como miembro de la realeza y también como no se le había visto en mucho tiempo.
Y es que Amalia de Holanda, tras cumplir los 18 años, había dado comienzo a sus estudios universitarios en Ámsterdam. Allí, la heredera intentaba hacer vida como cualquier otra estudiante e incluso vivía en un apartamento de la ciudad. Pero las cosas cambiaron radicalmente para ella en cuestión de 2 meses, cuando empezó a recibir amenazas de secuestro por parte de de figuras vinculadas con el crimen organizado. Esto llevó a sus padres a tomar la decisión de que su hija estuviera en un régimen casi total de aislamiento reforzando también su seguridad.
En cambio, Amalia de Holanda y su madre, Máxima, sorprendían con un viaje a Madrid antes de arrancar con su gira por el Caribe neerlandés. Tal y como publicaba la revisa ¡HOLA!, madre e hija se dejaron ver los calle de la capital como dos ciudadanas más paseando al perro, sentándose en una terraza a comer e incluso yéndose de compras.