La ausencia en el Baile de la Rosa de la Princesa Charlene de Mónaco fue lo más comentado de una celebración que en el Principado es toda una institución. Cierto es que ni Estefanía de Mónaco ni ninguno de sus hijos o el matrimonio Casiraghi-Santo Domingo pasó por allí, pero como esposa del Jefe del Estado, el vacío de la consorte principesca fue el más llamativo.
La penúltima de las apariciones de la pareja unida tuvo lugar con motivo del décimo aniversario de la muerte del Príncipe Rainiero III, padre de Alberto II y artífice del esplendor del que hoy goza el Principado de Mónaco. El anterior Jefe del Estado falleció el 6 de abril de 2005 a los 81 años cuando le quedaban un mes y tres días para celebrar 56 años en el Trono.
Solo tres de los nietos de Rainiero de Mónaco acudieron a la misa
Una década después de decirle adiós, parte de la Familia Principesca asistió a un servicio religioso en la Catedral de Mónaco en la que se recordó la figura de quien ha sido considerado como el Príncipe constructor, que junto a Grace Kelly llenaron de éxito, glamour y esplendor este pequeño país mediterráneo.
La misa estuvo presidida por el Príncipe Alberto, que estuvo acompañado por la Princesa Charlene, ambos vestidos de luto riguroso. En los lugares de honor se sentaron también las otras dos hijas del fallecido, la Princesa Carolina y la Princesa Estefanía, que recordaron a su querido padre diez años después de su desaparición.
De los 11 nietos del Príncipe Rainiero tan solo acudieron 3, Pierre Casiraghi, la Princesa Alexandra de Hannover y Camille Gottlieb. En el caso de los otros dos hijos de la Princesa de Hannover, Andrea y Carlota Casiraghi, no residen en el Principado, lo mismo que ocurre con los dos hijos mayores del Príncipe Alberto.
Por su parte, los pequeños tan solo son unos bebés que no tienen edad para acudir a este tipo de eventos. En el caso de Louis Ducruet, se desconoce por qué no estuvo presente, mientras que para Pauline fue imposible, ya que se encuentra en Estados Unidos.