Alberto de Mónaco es padre de cuatro hijos, pero no ha disfrutado de los dos mayores como lo hace con los dos pequeños. El motivo es sencillo. Su primogénita, Jazmin Grace, nacida en 1992, y el segundo, Alexandre, que vino al mundo en 2003, nacieron fruto de relaciones esporádicas del Príncipe de Mónaco. Ha terminado reconociéndolos y tiene contacto con ellos, pero no tiene nada que ver con la pasión que siente hacia Jacques y Gabriella, nacidos el 10 de diciembre de 2014 fruto de su matrimonio con la Princesa Charlene, y a los que ha criado desde el primer día.
Precisamente Charlene de Mónaco ha dado detalles sobre el lado paternal del Jefe de Estado monegasco. En una entrevista con Point de Vue en la que habló de su amor por Alberto de Mónaco y le mostró un apoyo absoluto e incondicional, también hizo comentarios sobre su faceta como padre: "Le encanta cada momento que pasa con los niños, hablar con ellos, hacerles fotos, son el gran amor de su vida. Un amor que no tiene equivalente y que afortunadamente lo tiene por partida doble".
Orgullo de padre
Pero no fue lo único que dijo sobre Alberto de Mónaco como progenitor. "Jacques y Gabriella tienen mucha suerte de tenerlo como padre. Está lleno de humor. Los niños se divierten mucho con él. Todo lo que les concierne, todo lo que proviene de ellos, lo conmueve profundamente". Tanto se conmueve que se emocionó hasta las lágrimas con un gesto de su hijo en el Día Nacional de Mónaco: "En noviembre pasado, en la Fiesta Nacional, se sintió abrumado por la emoción cuando Jacques se dirigió a él con un saludo militar. Está tan orgulloso de su hijo ", manifestó la Princesa de Mónaco.
Y lo cierto es que no es para menos. Durante la ceremonia realizada en el patio del Palacio Grimaldi, el Marqués de Baux, que llevaba el uniforme de carabinero, realizó el saludo militar como si estuviera ya plenamente acostumbrado a hacerlo, y eso que en aquel momento todavía no había cumplido 6 años. No dudó en imitar al Príncipe Alberto cuando podía y realizó el saludo militar con una solemnidad como si lo hiciera continuamente. Lógicamente, cuando vio lo bien que lo había hecho, al Príncipe de Mónaco se le saltaron las lágrimas de la emoción y mostró lo orgulloso que se siente de su heredero.
Eso no quiere decir que no esté menos orgulloso de su hija Gabriella. La Condesa de Carladès no heredará las responsabilidades de su hermano y tendrá un papel menor como princesa real monegasca, pero eso no quiere decir que no esté siendo educada igual que el Marqués de Baux. El Príncipe Alberto es muy estricto con la disciplina, o al menos eso ha comentado la Princesa de Mónaco, y quiere que tanto su hijo como su hija estén igualmente preparados para el futuro que les espera, aunque sus destinos vayan a ser diferentes.