A poco tiempo de cumplir los 60 años, el Príncipe Alberto II de Mónaco se ha sincerado al diario italiano 'Corriere della Sera' en una entrevista que no duda en hacerse eco de los rumores entorno a su matrimonio. Una cuestión que se plantea ya en la primera pregunta y ante la que el soberano monegasco no duda en responder: "Es cierto que en el séptimo año de matrimonio se dice que, para evitar tensiones en la pareja, sería apropiado tomarse un tiempo; pero con Charlene vivo una historia de amor que no necesita parar y respirar".
Sus palabras intentan así disipar las sombras que se ciernen sobre su relación prácticamente desde el propio día del enlace con la exnadadora Charlene Wittstock, a la que no duda en alabar: "Tiene una empatía extraordinaria, logra ponerse en contacto emocional con las personas de inmediato". Aunque reconoce también lo difícil que lo pasó la ahora Princesa en su proceso de adaptación: "No es fácil ponerse en la piel de una princesa, por lo que Charlene tuvo un periodo de adaptación, pero lo ha hecho muy bien".
Su papel como padre de mellizos
En la entrevista, Alberto de Mónaco también habla de sus hijos mellizos: los pequeños Jacques y Gabriella. Lamenta no verles tanto como le gustaría: "Trato de reservarles tiempo, noches libres de compromisos e incluso por las mañanas". En palacio la vida privada no es fácil, por lo que, según el primogénito de la mítica Grace Kelly, cada vez que pueden hacen escapadas al campo.
Sobre su heredero, el Príncipe Jacques, afirma que se parece a su padre (el Príncipe Rainiero de Mónaco): "Jacques tiene cierto con mi padre y, como él, ama las máquinas". Pese a la afición declarada de su hijo por los helicópteros, todavía es demasiado pronto para viajes oficiales: "Por ahora son demasiado pequeños, pero pronto nos acompañarán".