El Príncipe de Mónaco y su esposa han disfrutado de unas vacaciones de invierno en Irlanda, donde se lo han pasado en grande con unos amigos.
Alberto y Charlene de Mónaco también hacen planes juntos fuera de los actos oficiales a los que están obligados a ir. Su relación es objeto de comentario desde el principio, y mientras son muchos los que piensan que su matrimonio es un contrato, ellos intentan dejarse ver felices y enamorados públicamente.
Por eso ha sorprendido muchos descubrirles pasando unas vacaciones en Irlanda. Los medios del país han informado del paso del Príncipe de Mónaco y la Primera Dama por la localidad de Drogheda, situada al norte de Dublín. Una pareja encantadora
La regia pareja hizo turismo por la localidad y almorzaron en un modesto restaurante llamado Monasterboice Inn, alejado de los lujos que suelen envolver a los Grimaldi. Lejos de apostar por comida internacional, escogieron platos típicos para zambullirse de la gastronomía irlandesa.
La encargada del restaurante, Roseanna Donegan, confesó a la prensa que no sabían que iban a recibir a tan ilustres visitantes. Llamaron para reservar dos mesas, una de 12 personas y otra de 6. Una vez allí, todos quedaron encantados con la amabilidad de la pareja principesca: "Son una familia encantadora con los pies en el suelo. Fue como servir a cualquier otra familia del restaurante. Fueron unos clientes maravillosos".Donegan destacó lo encantadora y guapa que era la Princesa Charlene y el conocimiento del Soberano monegasco sobre las ruinas de Monasterboice, situadas muy cerca de Drogheda. Al finalizar la comida, obsequiaron a los Príncipes con dos libres de historia local que tanto Alberto como Charlene agradecieron enormemente.