Cuando todavía los 700 invitados que se dieron cita en el Palacio de Mónaco continuaban bailando y brindando por el 'sí quiero' de Pierre Casiraghi y Beatrice Borromeo, los Príncipes Alberto y Charlene tuvieron que abandonar la fiesta para asistir a una cita ineludible: el Baile de la Rosa.
La tradicional cena que cada año, y con este van 67, organiza la Sociedad de los Baños de Mar (SBM) -gestionada por los Grimaldi desde el año 1863- es una de las citas más importantes del verano para la familia, que en esta ocasión ha contado únicamente con la representación de Alberto y Charlene de Mónaco.
Con una gran sonrisa que reflejaba el gran día familiar que habían vivido, el Príncipe Alberto llegaba luciendo un elegante traje, pero todas las miradas se posaron en su mujer, que dejó a todos boquiabiertos con un jumpsuit rojo que dejaba uno de sus hombros al descubierto.
Una vez más, y como viene siendo habitual en cada una de sus apariciones desde que se convirtieran en padres en común con el nacimiento de sus mellizos Jacques y Gabriella, los Príncipes derrocharon amor y complicidad.
Carolina de Mónaco, la gran ausente pero con una gran excusa
Fueron los encargados de abrir el vals, y entre paso y paso, Alberto y Charlene de Mónaco no dejaron de dedicarse miradas cómplices y cariñosas antes de terminar dándose un romántico abrazo tras el que la Princesa posó su cabeza tiernamente sobre el hombro de su marido.
Así transcurrió una noche en la que la gran ausente fue la Princesa Carolina de Mónaco. Nunca falta a esta cita, como tampoco lo suele hacer su hija Carlota Casiraghi, pero esta vez tenía que perdérsela por una más que justificada causa: ejercer de madrina en la boda civil de su hijo, que en unos días volverá a dar el 'sí quiero' a Beatrice Borromeo, pero esta vez por los religioso.