Juan Carlos de Borbón y Alberto Saxe-Coburg fueron cada uno padres de tres hijos legítimos. El que fuera Rey de España tuvo dos hijas y un hijo con Doña Sofía, mientras que el antiguo Monarca de los Belgas fue padre de dos hijos y una hija con la Reina Paola. Ambos tuvieron además una hija extramatrimonial cada uno, un cuarto vástago, confirmado en el caso del belga y negado por el que fuera Rey de España. Y hasta aquí las coincidencias, que ni siquiera lo son completamente por el desmentido del Rey Emérito.
Pilar Eyre dijo en su momento que ni uno ni la otra eran hijos naturales de Juan Carlos I, sino que la verdadera hija secreta era otra. "Es una señora conocida de la sociedad, tiene más o menos la edad de Felipe y es hija de una pareja de la aristocracia". No reveló su identidad, aunque el tiempo le dio la razón cuando el libro 'King Corp. El imperio nunca contado de Juan Carlos I', de José María Olmo y David Fernández, reveló que efectivamente había una hija secreta del Rey Emérito. Como señalaron los autores, su nombre es Alejandra, era hija de aristócratas, estaba casada, con un hijo y no quiere saber nada de reclamar públicamente la filiación.
De acuerdo con el citado libro, que cita tres fuentes distintas para confirmar la existencia de esta hija secreta, Alejandra, creció sin saber quién era su padre biológico. Cuando lo supo, se produjo un acercamiento entre Juan Carlos I y Alejandra. Trató de ser afectuoso y generoso con ella, y aunque desarrollaron una relación, nunca fue como la que el Rey Emérito ha tenido con el Rey Felipe y las Infantas Elena y Cristina. Lo que sí hizo fue presentarla como su hija a personas de su entorno. Presumía además de ella señalando que era buena chica, inteligente y preparada. Se ocultó por tanto esta filiación a la opinión pública, pero lo conocían ciertas personas de confianza del Rey Juan Carlos, así como sus familiares más cercanos. El libro detalla que Juan Carlos I se lo terminó contando a los inquilinos de La Zarzuela, por lo que parece evidente que lo terminaron sabiendo Doña Sofía y sus tres hijos.
Alejandra fue negada por el Rey Juan Carlos, que presumía de ella en privado, pero jamás lo hará en público. La ha negado dos veces, de hecho, nada más salir la noticia de la existencia de Alejandra a raíz del extracto del citado libro. Lo hizo primero al ser preguntado por LOC, negando tener una hija llamada Alejandra. Posteriormente fue más categórico con un comunicado emitido por EFE: "Niego absolutamente haber tenido relación amorosa alguna con la señora doña Rosario Palacios (q.e.p.d.) y consecuentemente haber tenido una hija con ella". Lo ha hecho "por el respeto a la verdad y al honor" de las personas afectadas, "rechazando y condenando por falso cuanto se ha publicado en relación con este inventado asunto". Y así, Juan Carlos de Borbón lo niega todo y puede estar tranquilo por la otra parte. Esta mujer no quiere reclamar nada. No desea obtener derechos sucesorios, solo quiere tranquilidad. Eso sí, en caso de que se constatara que son padre e hija y fuera reconocida como tal, lo que está claro que no va a pasar, Alejandra entraría en la línea de sucesión tras la descendencia de la Infanta Cristina. Esto es así porque la Constitución Española señala en el Artículo 57 del Título II que "La Corona de España es hereditaria en los sucesores de S. M. Don Juan Carlos I de Borbón, legítimo heredero de la dinastía histórica".
No se refleja, como ocurre por ejemplo en la Carta Magna de Mónaco, que los sucesores hayan tenido que nacer como hijos de un matrimonio católico. De todos modos, no va a pasar. Alejandra quiere seguir con su vida y mantenerse alejada de toda esta historia. Sobre una hipotética herencia y teniendo en cuenta que la filiación no será reclamada, el Rey Juan Carlos podría disponer una cierta cantidad para ella si así lo desea. De todos modos, si trascendiera sería como un reconocimiento de lo que ha querido negar para evitar otro escándalo en torno a su ya controvertida figura.
La lucha de Delphine de Bélgica para ser reconocida
La historia del Rey Juan Carlos y Alejandra no tiene nada que ver con la de Alberto de Bélgica y su hija extramatrimonial. Al contrario que ocurrió en España, el Rey Alberto no presentaba orgulloso a su círculo a Delphine Böel. Mientras el matrimonio entre los Reyes Juan Carlos y Sofía nunca fue especialmente feliz, aunque tampoco tan desgraciado como acabaría siendo, Alberto y Paola de los Belgas tuvieron una verdadera historia de amor, al menos durante unos años. Atravesaron una grave crisis en los años 60 del siglo XX, cuando ya habían tenido a sus tres hijos. Paola era profundamente infeliz en aquella época. Alberto tampoco estaba satisfecho en su matrimonio y acabó en brazos de otra mujer. Tanta seguridad había de que el matrimonio era insalvable que incluso el Rey Balduino, hermano de Alberto, autorizó la ruptura legal. Pese a su ferviente catolicismo y del escándalo que hubiera supuesto para la Corona, estuvo dispuesto a que Alberto y Paola se divorciaran.
¿Qué llevó a los entonces Príncipes de Lieja a querer llegar tan lejos? La respuesta se conoció en 1999 cuando el joven Mario Danneels publicó un libro sobre la Reina Paola. Como les ocurrió a los autores de 'King Corp.', no esperaba encontrar pruebas de la existencia de una hija ilegítima, pero las encontró. A finales de los 60, el entonces Príncipe Alberto conoció en Atenas a la aristócrata Sybille de Selys-Longchamp. De esa relación nació una hija, Delphine, que fue reconocida como hija legítima por Jacques Boël, esposo de Sybille de Selys-Longchamps. Delphine nació el 22 de febrero de 1968 fruto de un amor que perduró más allá de su concepción, pero que acabó marchitado por las circunstancias. Alberto de Bélgica y Sybille de Selys-Longchamps iban a dar el paso de empezar una vida juntos, pero él debía renunciar a sus derechos sucesorios, quedando como heredero su hijo Felipe. Sin embargo, la cuestión del divorcio y las condiciones no eran fáciles, y finalmente los Príncipes de Lieja siguieron casados.
Alberto y Sybille siguieron viéndose durante los primeros 7 años de vida de Delphine. En 1976 las cosas se volvieron a poner muy feas para Alberto y Paola, pero el divorcio no prosperó. En ello tuvo que ver también Sybille de Selys-Longchamps, que se asustó ante lo que se le venía encima y se marchó a Londres con Delphine. Todo llevó a que con el paso del tiempo, los que serían Reyes Alberto y Paola encauzaran su matrimonio, mientras que el vínculo entre Alberto y Sybille se apagó, lo que llevó a que Alberto de los Belgas se alejara también de Delphine. La historia se tapó hasta que salió a la luz el citado libro de la Reina Paola, provocando un escándalo mayúsculo en aquellos primeros años de reinado de Alberto I. El Rey Alberto reconoció los problemas en su matrimonio, pretendiendo que la cosa se quedara allí, pero no fue así. Delphine no era Alejandra. Los autores de 'King Corp.' reconocieron que llegaron a un acuerdo para no dar más datos de Alejandra de los que han dado, que ya han sido muchos. Alejandra no quiere ser Infanta, ni Alteza Real, ni entrar en la línea de sucesión. Tiene la relación que ha querido con su verdadero padre, y nada más. No quiere hablar públicamente de lo que ni ella ni el propio Juan Carlos ha reconocido en privado. Delphine, en cambio, sí reclamó lo que le correspondía.
En 2013, año de la abdicación de Alberto de los Belgas, la artista reclamó la paternidad al padre de Felipe de Bélgica solicitando que realizase una prueba de ADN o a él a sus tres hijos legítimos. Alberto de Bélgica se resistió todo lo que pudo y casi lo consigue. La demanda fue admitida por el Tribunal Constitucional, pero desestimada por el Tribunal de Bruselas al ser considerada "infundada e inadmisible". Delphine no se dejó amedrentar y prosiguió con un proceso que terminó con unas pruebas de ADN inequívocas: eran padre e hija.
En enero de 2020 se emitió un comunicado en el que el antiguo Rey de los Belgas admitía la evidencia: "Su Majestad el Rey Alberto II tiene constancia de los resultados de la muestra de ADN a la que se prestó a petición del Tribunal de Apelaciones de Bruselas. Las conclusiones científicas indican que él es el padre biológico de la señora Delphine Böel. El Rey Alberto ha decidido poner fin con honor y dignidad a este doloroso proceso". Delphine logró además ser reconocida como Princesa de Bélgica con tratamiento de Alteza Real, así como dignidad principesca para sus hijos Josephine y Oscar, nacidos de su relación con James O'Hare. Lo que no pudo conseguir fue entrar en la línea sucesoria debido a que los herederos o herederas deben haber nacido fruto de un matrimonio legítimo.
Además, como miembro de la Familia Real Belga se le invitó a la celebración del Día Nacional junto a su pareja, así como a otros actos solemnes a los que acuden otros miembros de la dinastía Saxe-Coburg, de la que Delphine tomó el apellido. Y lo que es todavía más importante, fue recibida por el Rey Felipe de los Belgas en Laeken y por los Reyes Alberto y Paola en el Castillo de Belvédére. Tras el encuentro entre los medios hermanos, la Casa Real Belga distribuyó una imagen y un comunicado que señaló: "Este viernes 9 de octubre (de 2020) nos encontramos por primera vez en el Castillo de Laeken. Nuestro encuentro fue cálido. Tuvimos la oportunidad de conocernos durante un largo y rico intercambio que nos permitió hablar sobre nuestras respectivas vidas y nuestros intereses comunes. Este vínculo se desarrollará ahora en un entorno familiar".
También hubo fotos y palabras en el encuentro de la Princesa Delphine con su padre y su madrastra: "Este domingo 25 de octubre (de 2020) se ha abierto un nuevo capítulo lleno de emociones, de apaciguamiento, de comprensión y, también, de esperanza. Nuestro encuentro se desarrolló en el castillo de Belvédère, donde cada uno de nosotros pudo expresar con tranquilidad y empatía, sus sentimientos y experiencias. Después de la confusión, el sufrimiento y las heridas ha llegado el momento del perdón, la curación y la reconciliación. Requerirá paciencia y esfuerzo, pero estamos decididos a emprender juntos este nuevo camino. Este primer paso abre una vía que ahora depende de nosotros seguir pacíficamente".
Y así, Delphine, que también se trata con sus medio hermanos Astrid y Laurent, dio unos pasos que nunca, salvo sorpresas, daría Alejandra. El Rey Juan Carlos nunca se planteó divorciarse de la Reina Sofía para casarse con la madre de su hija extramatrimonial. Solo ocurrió con Corinna. Tampoco diría públicamente que es padre de Alejandra, no se va a hacer una prueba de ADN ni va a reconocerla legal ni dinásticamente. De todos modos, lo que quiera o no Juan Carlos de Borbón sería irrelevante si Alejandra quisiera hacer valer sus derechos como hija. Pero no, definitivamente Alejandra no es Delphine y no quiere ni desea ningún reconocimiento público, tan solo seguir con su vida como siempre. Y así, Felipe VI no tendrá que hacer lo que hizo su homólogo belga.