Pero no solo han obligado a realizarse las pruebas de paternidad al padre de Felipe de Bélgica, sino que han querido dejar todo bien atado para evitar que el el Rey Alberto II fuera posponiendo las pruebas de paternidad hasta que finalmente pudiera salirse de rositas, como ya había hecho en anteriores ocasiones, y también han sentenciado que por cada día que se retrase en realizarse tales pruebas a partir del día después de la primera convocatoria, se verá obligado a abonar una cantidad de 5.000 euros diarios a Delphine Boël.
Por su parte, la intención del Soberano y de sus abogados es paralizar este proceso y el letrado que defiende a la Familia Real Belga, Alain Berenboom, defiende que esta medida no puede ejecutarse mientras haya un recurso pendiente. Sin embargo parece que la Justicia no está de su parte, ya que esta historia ya viene de largo y hace varios meses ya se confirmó que Jacques Böel, padre legal de Delphine, no era el padre biológico tras someterse a unas pruebas de ADN. En aquel momento, ya se le dio al Monarca un plazo de tres meses para que se sometiera a unas pruebas de paternidad, pero nunca llegó a realizarlas.
Los orígenes de la demanda
Todo comenzó cuando se publicó una biografía no autorizada de la reina Paola, esposa de Alberto II catorce años atrás. Fue entonces cuando Selys Longchamps, madre biológica de Delphine Boël, rompió el silencio y relató cómo fue la relación que mantuvo durante años con el Rey, y aseguró que Alberto II y la Reina Paola estuvieron en varias ocasiones al borde del divorcio, concretamente en los años 1969 y 1976. Pero no satisfecha con tales declaraciones, Selys Longchamps, también hizo públicas unas fotografáis en las que se podía ver a Alberto II junto con una joven Delphine Boël. Ante tales declaracionesm Alberto de Bélgica admitió que su matrimonio con la Reina Paola había pasado por varios momentos complicados, pero en ningún momento llegó a admitir la paternidad de Delphine Boël.