El 30 de abril de 2013 ha sido un día inolvidable para la Casa Real Holandesa, pero también para todos los ciudadanos de Países Bajos con motivo de la abdicación de la Reina Beatriz I de Holanda y la posterior coronación de su primogénito como el Rey Guillermo Alejandro de Países Bajos.
Los actos comenzaron con una cena de despedida al reinado de la Reina Beatriz en el Museo Nacional de Holanda al que acudió la Familia Real, representantes de Casas Reales de todo el mundo y autoridades. Al día siguiente Beatriz I firmó el Acta de Abdicación y cedió la corona a Guillermo Alejandro. El saludo desde el balcón fue muy emocionante, sobre todo para los protagonistas. Se pudo ver además cómo Máxima sujetaba con fuerza la mano de su suegra, la ya Princesa Beatriz.
Los Reyes, al ritmo de Armin van Buuren
La ceremonia de investidura de Guillermo Alejandro volvió a destapar la emoción de Máxima, así como la del propio Rey y de Beatriz, muy feliz por su decisión y por los halagos que le dedicó su hijo en su discurso. El acto duró una hora, lo que debió ser demasiado para la Princesa Amalia, convertida ya en Princesa de Orange, pues bostezó con ganas.
Tras la recepción ofrecida en el Palacio Real, Guillermo Alejandro, Máxima y las tres princesas realizaron un paseo en barco por el río IJ que duró casi dos horas. Desde el agua saludaron a las miles de personas que vitoreaban a los nuevos reyes de Países Bajos. El monarca y su esposa protagonizaron otra anécdota, pues antes de acudir a la cena de gala en el Muziekgebouw pasaron por donde el Dj Armin van Buuren pinchaba música electrónica para celebrar la coronación.
Guillermo Alejandro y Máxima y las Princesas Amalia, Alexia y Ariane, protegidas del frío con una capa sobre sus vestidos azules, subieron al escenario para saludar al dj y a la orquesta que le acompañaba.
Posteriormente llegó la cena de gala en el Palacio de la Música, donde volvió a aparecer la Princesa Beatriz y el resto de la Familia Real Holandesa, así como los representantes de las Casas Reales Europeas, que acudieron a este evento con el que se cerraban los actos de coronación del Rey Guillermo Alejandro de Países Bajos.
El 'reciclaje' de Máxima de Holanda y la Princesa Letizia
Los atuendos de los invitados siempre dan que hablar, o bien por su elegancia o por todo lo contrario. Más allá del bien o mal gusto de los representantes de la realeza, las habladurías han ido por otro lado, concretamente por el del 'reciclaje'.
La Reina Máxima de Holanda y la Princesa Letizia de España siempre han sido comparadas, aunque se podría decir que lo que tienen en común es la lengua materna y su origen plebeyo. Sin embargo, ambas eligieron el vestido que llevaron en la celebración del 60 cumpleaños del Príncipe Carlos de Inglaterra para uno de los actos.
Máxima portó en la cena de despedida del reinado de Beatriz de Holanda un diseño de la colección Alta Costura de la temporada otoño/invierno 2006/2007 de Valentino. El vestido, largo de color rojo intenso con volantes plisados y talle de bordados, tiene además un corte palabra de honor que dejó al descubierto sus hombros
Por su parte, la Princesa Letizia se puso un tercer modelo de Felipe Varela, aunque no fue de estreno como los dos acertados trajes anteriores, sino que llevó un vestido buckingham en seda y muselina azul noche que había lucido con éxito en el citado aniversario del Príncipe de Gales. Sin embargo en esta ocasión no dejó ver mucho su atuendo en la cena de gala por la coronación de Guillermo Alejandro, pues los Príncipes de Asturias entraron como una exhalación en el Palacio de la Música.
Las presencias y las ausencias
Los representantes de Japón y Mónaco también han dado que hablar. El anuncio de la Casa Imperial de que el Príncipe Naruhito iría a los actos acompañado por la Princesa Masako fue toda una sorpresa, teniendo en cuenta que lleva 11 años prácticamente apartada de la vida pública debido a la depresión que padece.
Sin embargo cuando el mundo entero esperaba verla en la cena de despedida al reinado de Beatriz de Holanda, Masako dio la sorpresa y no apareció, por lo que Naruhito acudió acompañado de los Príncipes Victoria y Daniel de Suecia, que escoltaron al Heredero nipón. La Princesa ausente pidió descansar para la coronación, ceremonia que no se perdió al día siguiente.
El pequeño principado de Mónaco siempre ofrece titulares, que esta vez llegaron de la mano de los Príncipes Alberto y Charlene, el primero por su presencia y la segunda por su ausencia. Alberto II fue el único soberano que acudió a unos actos en los que la mayor parte de los asistentes eran herederos, aunque la corte neerlandesa dio libertad a las Casas Reales para enviar a quienes consideraran oportuno.
Más allá de la presencia de Alberto II fue llamativa la incomparecencia de la Princesa Charlene, que sí había ido con su esposo a la recepción que ofreció la Reina Isabel II a la realeza con motivo del Jubileo de Diamante, por lo que ya tiene experiencia en este tipo de cónclaves regios.
Esta vez, Alberto tuvo que ir solo, aunque el Principado ha aclarado que la ausencia de la Princesa Charlene de Mónaco se ha debido a que se encuentra de viaje en su Sudáfrica natal para asistir a actos relacionados con su fundación benéfica, y también para acudir a la boda de unos amigos muy cercanos, un enlace que ya tenía previsto desde hacía mucho tiempo y que ni la primera coronación de un heredero europeo en el siglo XXI hizo que cambiara de opinión.