La mujer que no nació para reinar, y que de no haber llegado a ser Monarca hubiera tenido una acomodada pero tranquila vida quizás dedicada a los caballos, vivió 96 años, cuatro meses y 18 años, de los cuales pasó 70 años y 214 días como Reina. Al morir, reinaba sobre Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Jamaica, Bahamas, Granada, Papúa Nueva Guinea, Islas Salomón, Tuvalu, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Belice, Antigua y Barbuda y San Cristóbal y Nieves, era la Jefa de la Iglesia Anglicana y de la Commonwealth, la Mancomunidad de Naciones surgida tras la desintegración del Imperio Británico. No había nacido para reinar, pero ha sido la reina de las reinas, una mujer, una Monarca icónica e irrepetible que se convirtió en uno de los personajes históricos más famosos y relevantes de los siglos XX y XXI.
Cuando cumplió 21 años, casi dos años después de finalizar la II Guerra Mundial y meses antes de su boda, pronunció aquel mensaje radiofónico en el que expresó: "Declaro ante todos ustedes, que toda mi vida, ya sea larga o corta, la dedicaré a su servicio y al servicio de la gran familia imperial a la que todos pertenecemos ". No sabía entonces que su vida sería larga, muy larga, y que menos de cinco años después se convirtió en Reina. La Monarca más longeva de la historia de Reino Unido y también la que más años lleva ostentando la Corona, ha tenido una vida singular de acuerdo a su posición, y aunque son muchos los acontecimientos, momentos y situaciones reseñables, 9 son los que han marcado más profundamente su vida, tanto para lo bueno, como para lo malo.
1 Una Heredera inesperada
Nacida el 21 de abril de 1926 en Londres, vino al mundo como Princesa de York, y no estaba destinada a reinar. Fue la primogénita de los entonces Duques de York, el Príncipe Alberto y Elizabeth Bowes-Lyon, nieta paterna de los Reyes Jorge V y Mary y nieta materna del aristócrata escocés Claude Bowes-Lyon, XIV conde de Strathmore y Kinghorne. Desde que vio la luz por primera vez ostentó el tercer lugar en la línea de sucesión, justo detrás de su padre, que seguía a su hermano mayor, el Príncipe Eduardo, el tío David, que aunque tenía 31 años cuando nació su sobrina, todavía era joven para casarse y tener hijos que asegurasen la sucesión en su propia línea.
Isabel, Lilibet, como era conocida en familia, nació y se crio lejos de Kensington Palace o Buckingham, y no recibió la educación que debería y que le hubiera preparado mucho más de lo que estaba cuando se convirtió en Reina. Lo cierto es que nadie pensaba que estaba ante la que después sería la Monarca de Reino Unido. Lo que sí obtuvo fue el tratamiento de Alteza Real y la dignidad de Princesa de York que le correspondía por nacimiento, y fue bautizada con todos los honores en la capilla del Palacio de Buckingham por el arzobispo de York el 29 de mayo de 1926, recibiendo los nombres de Elizabeth Alexandra Mary. Así, la pequeña fue haciéndose mayor entre el amor de sus padres, de sus abuelos, que la adoraban, y entre los juegos de su hermana Margarita, nacida en 1930 y cuyo carácter difería mucho del de Isabel. De ellas decía su padre, el que sería Jorge VI, que Isabel era su orgullo y Margarita su alegría. Todo cambió con la muerte de su abuelo Jorge V el 20 de enero de 1936. Con un clima en Europa muy tenso, y con el temor a una guerra con la Alemania sojuzgada por Hitler, el cambio de reinado en la persona de Eduardo VIII no trajo calma al país, sino todo lo contrario, ya que su tío pretendía tener como consorte a la dos veces divorciada Wallis Simpson.
El reinado de Eduardo VIII fue breve, tanto que comenzó en enero y terminó en diciembre de 1936, el día 11, fecha en la que abdicó por su intención de casarse con Wallis Simpson, la estadounidense a la que nadie, salvo el breve Monarca, quería como reina consorte. El Rey Eduardo tuvo que aceptar la voluntad de los ministros del Gobierno y antes de contraer matrimonio, cedió el Trono a su hermano Alberto, a quien se le vino el mundo encima. La Monarquía británica había sobrevivido a la I Guerra Mundial, pero se enfrentaba a una grave crisis provocada por la abdicación. Tartamudo y de salud delicada, no eludió su responsabilidad y ascendió al Trono con el nombre de Jorge VI, un rey con un reinado corto, pero laureado y aclamado por su papel de la II Guerra Mundial y por cómo logró sacar adelante una Monarquía que salió reforzada. Con 10 años, Lilibet, como era llamada en familia, se convirtió en la princesa heredera.
2 Lilibet y la II Guerra Mundial
El 3 de septiembre de 1939, Reino Unido, Australia, y Nueva Zelanda declararon la guerra a Alemania tras expirar el plazo de dos días marcado a Hitler para que se retirase de Polonia. A Jorge VI no le tembló la mano para enfrentarse al nazismo. El mundo entraba así en guerra. En los primeros meses de contienda, Isabel y Margarita se alojaron en el castillo real de Balmoral, en Escocia, donde vivieron tranquilas hasta esa Navidad. Después partieron a Sandringham House, en Norfolk, lugar en el que los Windsor tienen una residencia. Desde entonces se quedaron en el Castillo de Windsor, donde permanecieron seguras y alejadas de los bombardeos que asolaron Londres durante los peores años de la contienda.
Mientras, sus padres Jorge VI e Isabel se quedaron en Buckingham Palace, como era su obligación. Allí casi mueren en un bombardeo alemán que descargó su mortífero arsenal en septiembre de 1940 dentro de la propiedad real. La capilla en la que había sido bautizada Isabel 14 años atrás quedó destruida, aunque al menos los Reyes salvaron la vida. No fue el único trago que afectó de cerca a los Windsor, ya que en 1942, el Duque de Kent, tío de la entonces Princesa Isabel, murió en un accidente de avión cuando se dirigía en misión a Islandia.
Pese a que era una adolescente cuando estalló la II Guerra Mundial, Lilibet habló para el programa de la BBC Children's Hour para dar un mensaje de aliento a los jóvenes británicos. Asimismo, sirvió en el Servicio Territorial Auxiliar y se entrenó como chófer, si bien es cierto que su participación no fue especialmente relevante, aunque quedó marcada, como el resto de su generación. Quien lo dio todo para ayudar a su país fue su padre, cuya frágil salud fue mermada durante el conflicto bélico.
3 Su boda con el Príncipe Felipe, el amor de su vida
El Príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca nació en Corfú el 10 de junio de 1921. Fue el único de los varones del Príncipe Andrés de Grecia y Dinamarca y de Alicia de Battenberg, bisnieta de la Reina Victoria. Su infancia fue dura debido a haber crecido en una familia desestructurada que además sufrió el exilio. En Gran Bretaña encontró la felicidad de la mano de su tío Lord Mountbatten, que se volcó con su desvalido sobrino. El Príncipe Felipe entró así por su consejo en la Marina Real Británica y cambió el orden de sus apellidos: olvidó el Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg para anteponer el Battenberg, que tradujo por Mountbatten para olvidar su origen alemán.
Isabel y Felipe se conocieron en 1934, se vieron nuevamente en 1937 y en 1939 comenzaron una relación por carta que culminó en una boda que se celebró pese a los inconvenientes que se encontraron en un príncipe sin fortuna ni corona que tuvo que renunciar a su religión ortodoxa y a sus títulos griegos y daneses para poder entrar en la Familia Real Británica. El enlace tuvo lugar el 20 de noviembre de 1947 en la Abadía de Westminster donde hubo sonadas ausencias, ya que no acudieron las hermanas del novio, todas ellas casadas con príncipes alemanes y dos de los tíos de Isabel, el Duque de Windsor, título tomado por Eduardo VIII tras abdicar, y la Princesa María. Los recién casados salieron a saludar al balcón del Palacio de Buckingham, donde fue emplazado el banquete. El pueblo de Gran Bretaña se volcó con la Familia Real pese a las penurias de la posguerra, y así siguió haciéndolo a lo largo de los 73 años que estuvieron casados hasta la muerte del Duque de Edimburgo el 9 de abril de 2022.
4 Subida al Trono a los 25 años
La Reina Isabel logró un récord el 9 de septiembre de 2015 al superar los 23.226 días, 16 horas y 23 minutos de reinado, pasando por encima de su tarabuela, la Reina Victoria. Para haber sido Jefa del Estado tanto tiempo han tenido que pasar dos cosas: llegar al Trono muy joven y haber vivido una vida larga y con buena salud. Sucedieron las dos, si bien lamentó la prematura muerte de su padre.
Jorge VI siempre tuvo una salud quebradiza, pero las angustias vividas en II Guerra Mundial terminaron minándole, dejándole extenuado a los 56 años, edad que tenía en el momento de su deceso. Jorge VI sufría cáncer de pulmón, vivía estresado, fumaba y había sufrido dolencias como una obstrucción arterial, además, solo tenía un pulmón. La causa de la muerte fue sin embargo una trombosis coronaria que se lo llevó mientras dormía.
Ese mismo día, el 6 de febrero de 1952, Reino Unido y otros 31 países entonces tenían nueva Reina. La joven Princesa Isabel, que solo tenía 25 años, se enteró de que su padre había muerto mientras se encontraba de viaje oficial con el Príncipe Felipe en Kenia. Comenzaba así un reinado a 6.000 kilómetros de Inglaterra que logró mantener durante 70 años. La coronación de Isabel II se produjo el 2 de junio de 1953, y fue seguida por millones de personas a través de la televisión.
A lo largo de sus 70 años de reinado, Isabel II ha ido perdiendo poder, pues si cuando accedió al Trono era la Jefa del Estado de 32 países, en el momento de su muerte lo era de 15 : Reino Unido, Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice, Granada, Jamaica, Papúa Nueva Guinea, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Islas Salomón y Tuvalu. Barbados mantuvo a Isabel II como Jefa del Estado hasta noviembre de 2021.
5 Madre, abuela y bisabuela
El matrimonio de los Edimburgo, como eran conocidos entonces Isabel y Felipe de Reino Unido por el título de Duque de Edimburgo que Jorge VI concedió a su yerno, fue muy feliz durante sus primeros años, en los que no tardaron en formar su propia familia. El 14 de noviembre de 1948 vino al mundo en Buckingham Palace el primer hijo de la pareja, un bebé que recibió los nombres de Carlos Felipe Arturo Jorge.
Reino Unido tenía así otro heredero, que lo ha sido oficialmente con el título de Príncipe de Gales desde 1969 y hasta la muerte de Isabel II en 2022. No tardaron en tener un segundo vástago, una niña nacida el 15 de agosto de 1950 en Clarence House, residencia en la que los Príncipes Isabel y Felipe se instalaron el 4 de julio de 1949. El bebé recibió los nombres de Ana Isabel Alicia Luisa, y es conocida como la Princesa Ana, a quien en 1987 su madre le otorgó el título de Royal Princess (Princesa Real), distinción que un Monarca de Gran Bretaña puede ofrecer a la mayor de sus hijas.
Parecía que la pareja real no deseaba tener más hijos al haber sido padres de un niño y una niña que aseguraban la sucesión en la siguiente generación. Lo cierto es que el tercer y cuarto hijo llegaron en una segunda parte del matrimonio de Lilibet y Philip, cuando habían superado una serie de problemas y se dieron otra oportunidad. Hubo que esperar al 19 de febrero de 1960 para que la ya Reina diera a luz a su tercer hijo, un varón llamado Andrés Alberto Cristián Eduardo, Duque de York. Para finalizar, el 10 de marzo de 1964, cuando Isabel II tenía 37 años, y el Duque de Edimburgo contaba con 42, nació el Príncipe Eduardo Antonio Ricardo Luis, el cuarto y último vástago de la pareja real más longeva de la historia de la realeza británica. Sin duda, sus hijos han sido los que más alegrías han dado a la Reina Isabel, aunque también le han hecho pasar momentos muy difíciles, sobre todo por sus malos matrimonios.
Sus cuatro hijos le dieron 8 nietos, que a su vez le hicieron bisabuela en 12 ocasiones, o al menos 12 fueron los bisnietos a los que Isabel II pudo conocer. El Príncipe Carlos es padre de los Príncipes Guillermo (1982) y Harry (1984), nacidos fruto de su desgraciado matrimonio con Lady Di. El Duque de Cambridge fue padre junto a Kate Middleton del Príncipe George (2013), la Princesa Charlotte (2015) y del Príncipe Louis (2018). La Princesa Ana tuvo dos vástagos fruto de su fallido matrimonio con el capitán Mark Phillips, Peter (1977) y Zara Phillips (1981). El primogénito de la Princesa Real estuvo casado con Autumn Kelly, con la que tuvo a Savannah (2010) y a Isla (2012). Por su parte, Zara Phillips contrajo matrimonio con el deportista Mike Tindall, padres de Mia (2014), Lena (2018) y Lucas Tindall (2021).
Los dos hijos menores de la Reina Isabel y el Duque de Edimburgo también se casaron y han tenido descendencia. El Duque de York fue padre de la Princesa Beatriz (1988) y de la Princesa Eugenia (1990), ambas fruto de su matrimonio con la controvertida Sarah Ferguson, de la que se divorció en 1992, pero a la que ha seguido unido. Beatriz de York se casó con Edoardo Mapelli Mozzi y fueron padres en septiembre de 2021 de Sienna Elizabeth, la última bisnieta en nacer en vida de Isabel II. Por su parte, Eugenia de York y su marido, Jack Brooksbank, fueron padres de un niño llamado August nacido el 9 febrero de 2021, y que pudo conocer incluso al Duque de Edimburgo. Asimismo, el Príncipe Eduardo se casó con Sophie Rhys-Jones, con la que tiene a Lady Louise Windsor (2003) y al vizconde James Severn (2007). Una gran familia para una gran reina.
6 1992: El annus horribilis
Cuando uno vive muchos años, los momentos de alegría son muchos, pero también lo son los de amargura. 1992 podría haber sido un bonito año para Isabel II, ya que celebraba sus 40 años en el Trono, sin embargo, una serie de catástrofes liquidaron su alegría en 12 meses a los que calificó como 'annus horribilis'.
Sus hijos tuvieron casi toda la culpa, pues todos ellos salvo Eduardo, que estaba soltero, liquidaron sus compromisos conyugales. El Príncipe de Gales escandalizó con su separación de Lady Di, la Princesa Ana obtuvo el divorcio de Mark Phillips, mientras, el Duque de York rompió con Sarah Ferguson. Todo ello, más los cacareados problemas entre Carlos y Diana, lograron que la popularidad de la Monarquía cayera en picado. Finalmente, ardió el Castillo de Windsor, un enorme disgusto. Afortunadamente Windsor Castle se reconstruyó y siguió siendo la residencia favorita de la Reina Isabel, donde vivió de forma permanente desde marzo de 2020 con escapadas a su querido Balmoral, donde murió.
7 Lady Di, la cruz de la Reina
La Reina Isabel no aprobaba la relación entre el Príncipe Carlos y Camilla Parker Bowles, y buscaba para su hijo una joven noble, con un pasado 'limpio' y que fuera fácilmente moldeable para la tarea que le esperaba. La mejor opción fue Lady Diana Spencer, tercera de los cuatro hijos de John Spencer, VIII Conde de Spencer y su primera esposa, Frances Ruth Burke Roche, hija de Mauricio Roche, IV barón de Fermoy. Era aristócrata por los cuatro costados y reunía el resto de características para ser una buena consorte en la Casa Real Británica. No importó que entre los novios no hubiera apenas química, que el Príncipe de Gales siguiera enamorado de Camilla Parker Bowles o que Lady Di fuera demasiado joven. Había que casar al Heredero, que tenía ya 32 años, y la elección estaba clara.
La boda se celebró el 29 de julio de 1981 en la Catedral de St Paul de Londres y fue todo un acontecimiento. El enlace del siglo fue visto en directo por millones de personas en todo el mundo, mientras que los británicos se echaron en masa a las calles para ver el cuento de hadas que no tuvo final feliz. En 1982 nació el Príncipe Guillermo, y en 1984 vino al mundo el Príncipe Harry, que trajeron felicidad a una pareja que nació prácticamente rota. Las infidelidades fueron una constante, sobre todo por parte de él, que aunque se alejó de Camilla Parker Bowles en los primeros años, cuando se dio cuenta de que su matrimonio no tenía arreglo volvió con ella. Finalmente todo saltó por los aires en 1992, cuando los Gales anunciaron su separación, obteniendo el divorcio en 1996.
En 1995, Lady Di concedió una entrevista a BBC, donde confesó que padecía bulimia, que se autolesionaba, que había sido infiel a su marido y que él lo fue con Camilla Parker, a quien acusó de convertir su matrimonio en una cosa de tres. No dudó en denunciar que nunca fue apoyada por la Familia Real Británica. El resultado fue una caída de popularidad de la Monarquía. Todo el mundo quería a Lady Di, y más en sus peores momentos. Por si fuera poco, su trabajo humanitario dejaba en evidencia a una poco solidaria realeza británica, además, no paraba de salir en prensa. El culmen fue su romance con el millonario Dodi Al Fayed, hijo del entonces dueño de Harrods. Tras un verano de pasión que fue convenientemente mostrado en todos los tabloides del mundo, la tragedia esperaba a la pareja en el Puente de Alma de París, donde el coche en el que viajaban se estrelló mientras eran perseguidos por los paparazzi. Era el 31 de agosto de 1997, moría la mujer y nacía el mito, y para la Reina Isabel, volvía la pesadilla.
La Monarca tardó en reaccionar y en mostrar públicamente su dolor por la muerte de la 'royal' más querida. Muchos británicos mostraron su malestar por la falta de empatía de Isabel II, que parecía no lamentar que sus nietos hubieran perdido a su madre. Las críticas provocaron que la Monarca ofreciera un mensaje a la nación para llorar el fallecimiento de la Princesa Diana, que tuvo un funeral acorde a su rango, pese a que ya no formaba parte de la Familia Real. Los británicos no olvidaron, pero lograron perdonar a Isabel II.
8 La muerte de su madre y de su hermana
La Reina Madre fue un gran apoyo durante todo su reinado para Isabel II. Se quedó viuda con 51 años, por lo que tenía toda la energía para ayudar a su hija en todo lo que le propusiera. Con gran salud celebró su centenario el 4 de agosto de 2000, y todavía le quedaba año y medio de vida, ya que falleció el 30 de marzo de 2002 mientras dormía en el Castillo de Windsor. La Reina Madre sufría una bronquitis que acabó con su larga vida, aunque lo que realmente le dejó sin fuerzas fue el deceso de su hija Margarita.
Su hija menor, la siempre escandalosa Princesa Margarita, no contaba con la buena salud de su madre y su hermana, y falleció el 9 de febrero de 2002 a causa de un accidente vascular cerebral que se la llevó a los 71 años, dejando desolados a sus hijos, a su hermana, y sobre todo a su madre, que no pudo reponerse de la muerte de su benjamina. Sin duda fueron unos meses muy duros para la Reina Isabel, cuyo Jubileo de Oro quedó teñido de negro.
9 Una Reina de récord con 4 Jubileos
A los 90 años, la Reina Isabel se había convertido en la reina en ejercicio más longeva de la historia de la Familia Real Británica. Además, logró superar el récord el 9 de septiembre de 2015 al superar los 23.226 días, 16 horas y 23 minutos de reinado de la Reina Victoria I, su tatarabuela y la hasta entonces Monarca británica con el reinado más largo.
Por todo ello celebró el Jubileo de Plata a los 25 años, el Jubileo de Oro a los 50 y por supuesto el Jubileo de Diamante. Este último festival ha sido uno de los grandes acontecimientos de la realeza mundial de los últimos años. Tuvo lugar en 2012, y fue todo un éxito para la Reina Isabel, para la Casa Real y para todo Gran Bretaña. Pero no quedo solo ahí.
Isabel II alcanzó la gloria en 2012, pero todavía le quedaba una década más de vida. El 6 de febrero de 2022 alcanzó 70 años de reinado. Entre el 2 y el 5 de junio de 2022 tuvieron lugar los actos centrales por el Jubileo de Platino, grandes fastos que servían además para marcar una vuelta a la vida anterior tras la pandemia. La Reina Isabel, ya delicada de salud por aquel entonces, sacó fuerzas para dejarse ver lo máximo posible. Será inolvidable el saludo desde el balcón de Buckingham Palace del domingo 5 de junio de 2022, el último saludo de tan icónica Reina desde tan icónico lugar, como también se recordará su divertido sketch con Paddington con el que se abrió Platinum Party at The Palace, el concierto del Jubileo.
Tres meses más tarde, encontrándose en Balmoral, la Reina recibió en audiencia a Boris Johnson para despedirle como su 14 Primer Ministro. Poco más tarde recibía a la Primera Ministra número 15, Liz Truss, siendo este su último acto oficial del que hubo prueba gráfica. Isabel II moría en Balmoral a los 96 años tras una larga y extraordinaria vida en la que se mantuvo durante 70 años y 214 días como Reina. Era el fin de una era.