Han pasado 60 años desde que el Príncipe Rainiero III de Mónaco desposó a la actriz estadounidense Grace Kelly. La pareja contrajo matrimonio civil el 18 de abril de 1956, siguiendo la tradición de los Grimaldi por la que los esposos se unen legalmente antes de hacerlo ante Dios.
Un día más tarde se celebró la boda religiosa, que se consideró un gran acontecimiento más social que 'royal'. Grace Kelly lució un vestido de Helen Rose que le regalaron los estudios Metro Goldwyn Mayer con el que selló su adiós al cine y el abandono de la vida que había llevado hasta entonces como estrella de Hollywood.
La pareja tuvo una convivencia de 26 años interrumpida por la peor de las tragedias. A lo largo del cuarto de siglo que pasaron juntos disfrutaron de grandes alegrías, pero también de tristezas que marcaron la existencia del matrimonio más glamourosa que ha conocido el Principado de Mónaco hasta que la Princesa Carolina se casó con Stefano Casiraghi.
1 Grace Kelly, rechazada por la realeza
El de la realeza es un gremio muy solidario que no duda en ayudar a sus miembros cuando lo necesitan, o al menos en la mayoría de las situaciones. Además les une el parentesco, pues las Casas Reales están emparentadas en mayor o menor grado, y más hasta el siglo XX, cuando estaban todavía mal vistos los matrimonio morganáticos o desiguales, que eran los que se producían cuando un miembro de la realeza se casaba con alguien que no lo era.
La mayor parte de los príncipes o princesas que quisieron contraer matrimonio con plebeyos tuvieron que renunciar a su posición para poder vivir con el amor de su vida. Incluso en Reino Unido, el Rey Eduardo VIII llegó a abdicar menos de un año después de asumir la Corona para unirse a la dos veces divorciada Wallis Simpson. Mientras, en la más relajada corte monegasca, el Príncipe Rainiero buscaba esposa, y la encontró en una actriz de Philadelphia a la que conoció cuando ella fue a rodar 'Atrapa a un ladrón' a las órdenes de Alfred Hitchcock. Tras varias visitas a Estados Unidos le pidió matrimonio y ella dijo sí.
La boda se celebró por todo lo alto ante la presencia de unos 600 invitados, que contrastaron con los 1.500 periodistas que se desplazaron al pequeño país para cubrir en directo la primera boda entre un Príncipe Soberano y una plebeya. Precisamente esta fue la causa por la que la realeza extranjera dio la espalda a la pareja, pues tan solo acudió el rey Faruk de Egipto. Con el paso del tiempo, las Casas Reales se abrieron a Grace Kelly, que sin ir más lejos se hizo íntima amiga de la Reina Victoria Eugenia de España, bisabuela del Rey Felipe VI de España, a quien adoraba, y que pasaba largas temporadas en Mónaco.
2 El nacimiento de sus hijos, su mejor regalo
La principal obligación de la realeza es tener descendencia para asegurar así el futuro de la dinastía. Los Príncipes Rainiero y Grace no tuvieron problema alguno para formar su propia familia, algo que llegó muy pronto. La primogénita vino al mundo el 23 de enero de 1957, justo 9 meses después de la boda, por lo que fue concebida en sus primeros días de matrimonio. La que se convirtió en heredera de Mónaco fue llamada Caroline Louise Marguerite. Su bautizo se celebró el 3 de marzo de 1957 en la Catedral de San Nicolás de Monte-Carlo, siendo apadrinada por el Príncipe Jorge Festetics de Tólna y por su prima Margaret Davies.
Pese a que Grace Kelly había alumbrado a una heredera, la pareja debía procurar más descendencia al Principado y traer al mundo a un varón que sucediera a su padre. Así, el 14 de marzo de 1958 nació Albert Alexandre Louis Pierre, que se convirtió automáticamente en Heredero, apartando para siempre a su hermana mayor, la Princesa Carolina ya que hasta la actualidad, el varón tiene preferencia sobre la mujer en la sucesión a la Corona. El Príncipe Alberto fue bautizado el 20 de abril de 1958, y apadrinado por su abuelo paterno, el Príncipe Luis de Polignac, y por la Reina Victoria Eugenia de España, íntima amiga de Grace Kelly. Su condición de heredero le hizo ser apadrinado por miembros de la realeza.
Con la sucesión asegurada, el matrimonio pasó unos años criando a sus dos hijos. Cuando Carolina y Alberto ya empezaban a crecer, Rainiero y Grace fueron a por un tercer vástago, ya sin la ansiedad de tener que tener sí o sí un varón. La Princesa Gracia dio a luz en 1 de febrero de 1965 a una niña a la que llamaron Stéphanie Marie Isabelle, que fue bautizada el 13 de marzo de ese mismo año y apadrinada por su tío materno John Brendan Kelly Jr. y su prima hermana paterna Elisabeth Anne de Massy.
Los tres niños, dotados de gran belleza, fueron creciendo y terminaron siendo una fuente constante de preocupaciones para la pareja, sobre todo para el Príncipe Rainiero, que tuvo que lidiar solo contra los escándalos y los devaneos de sus vástagos. Con el paso del tiempo se fueron calmando y han formado sus propias familias. La Princesa Carolina tiene cuatro hijos y tres nietos, el Príncipe Alberto tiene cuatro hijos y la Princesa Estefanía tiene tres vástagos.
3 La Princesa Antoinette, el enemigo en casa
Un hermano ha sido un enemigo para muchos reyes a lo largo de la historia. La lucha de poder ha sido frecuente y se ha dado en muchos países. En Mónaco también hubo conflicto, aunque no hay que remontarse demasiado para encontrarlo. Aunque la Princesa Antoinette era la hija mayor de los Príncipes Carlota y Pedro de Mónaco, su hermano Rainiero le destronó cuando nació en 1923. Desde entonces vivió a la sombra de Rainiero, con el que tenía buena relación pese a la puñalada trapera que intentó asestarle para hacerse con el Trono.
La Princesa Antoinette no aceptaba que siendo ella la mayor, hubiera sido relegada, así que se encargó de intrigar para deponer a su único hermano. De Rainiero lanzó rumores sobre su sexualidad, le acusó de pagar sobornos a empresas extranjeras para que invirtieran en el principado y se aprovechó de que ella tenía un varón, Cristián Luis, Barón de Massy, para presionar para ejercer de regente hasta que la Corona fuera a parar a su hijo. Hasta que Rainiero no fue padre, jugó con el miedo de que en ausencia de herederos del Jefe del Estado, la soberanía de Mónaco iría a parar a Francia, y eso que su hijo tampoco cumplía los requisitos marcados en la Constitución.
Por si fuera poco, se rumorea que fue Antonieta la que instigó la crisis con Francia de 1962 en la que Mónaco se enfrentó a Charles de Gaulle, que exigió que el pequeño país vecino pagara los mismos impuestos que los galos y que decretó un bloqueo diplomático que a punto estuvo de terminar con los Grimaldi. Finalmente salieron adelante gracias a la pericia de Rainiero y Grace, que expulsaron a la princesa traidora. Con los años, fue perdonada, y Antoinette regresó al Principado y se dedicó a las obras sociales. Las rencillas son cosa del pasado, pues además Alberto, Carolina y Estefanía se llevan muy bien con sus primos.
4 Problemas en el paraíso
El cuento de hadas que vendió Rainiero de Mónaco cuando se casó con Grace Kelly duró unos cuantos años. Sin embargo, no era todo oro lo que relucía. El país tenía grandes problemas, y solo el trabajo de Rainiero III logró convertir el Principado en un estado rico y próspero que a día de hoy mantiene Alberto II pese a los recelos de los países más transparentes. Rainiero no solo era un Jefe del Estado al uso, ya que a las responsabilidades propias de su cargo se unen al mantenimiento económico de un país que funciona como una empresa de la que el Soberano es su director.
Tanta dedicación a sus labores institucionales lograron hartar a Grace Kelly, que se ahogaba en el Palacio Grimaldi y llegó a echar de menos su antigua vida como actriz, sin embargo había elegido y no podía echarse atrás. Alfred Hitchcock nunca aceptó la pérdida de su rubia favorita y se presentó en Mónaco para convencer a Grace Kelly para que protagonizara 'Marnie'. Aunque hubiera sido todo un escándalo y algo inaudito, la realeza monegasca siempre ha sido diferente, por lo que no hubiera chocado tanto, además, el director ofrecía a su estrella unas condiciones a su medida. Finalmente la crisis con Francia evitó una vuelta al cine que Rainiero nunca vio con buenos ojos. La pareja logró superar sus problemas en la medida de lo posible, aunque la magia que les unió, ya era solo un recuerdo.
5 Phillipe Junot, la pesadilla de Rainiero y Grace de Mónaco
Como si de una familia rica cualquiera se tratara, pero lejos de los protocolos reales, los hijos de Rainiero y Grace de Mónaco vieron cómo sus hijos crecían y hacían lo que les daba la gana. La gota que colmó el vaso fue cuando la Princesa Carolina, una belleza de 21 años, anunció su boda con Phillipe Junot, un millonario francés 17 años mayor que ella que no gustaba nada a los Príncipes de Mónaco. Grace Kelly soñaba con desposar a su primogénita con algún príncipe europeo y situar así a su hija en algún trono, fuera o no reinante. Sus sueños y sus ilusiones fueron enterradas el 29 de junio de 1978, cuando se celebró la boda en el Palacio Grimaldi.
Pese al poco caché del novio, el Rey de Italia, los Condes de París e incluso los Condes de Barcelona, padres del Rey Juan Carlos, estuvieron entre los invitados a esta boda real descafeinada. También Hollywood se dio cita en la boda, apareciendo por allí Frank Sinatra, Ava Gardner o Cary Grant, amigos de Grace Kelly. Afortunadamente para todos, el matrimonio duró un suspiro. Las infidelidades de él acabaron con su amor tras dos años casados. El divorcio llegó el 9 de octubre de 1980, aunque la anulación no vino tan pronto y provocó un conflicto con El Vaticano. Para Carolina estaban por venir dos maridos, cuatro hijos y el título de Princesa de Hannover que tanto le gusta.
6 El accidente que truncó la felicidad de Rainiero y Grace
El 13 de septiembre de 1982, Grace y Estefanía de Mónaco viajaban en coche por una sinuosa carretera que curiosamente aparecía en 'Atrapa un Ladrón', película por que la Kelly conoció a Rainiero de Monaco. El vehículo se salió en una curva y ambas mujeres cayeron por un barranco. Fueron auxiliadas por un hombre que apagó el incendio provocado en el coche.
Mientras la Princesa Estefanía salió prácticamente ilesa, Grace Kelly sufrió graves heridas que le llevaron al hospital que lleva su nombre. El 14 de septiembre moría a causa de una hemorragia cerebral y vascular, dejando a su familia y a su país de adopción desolados y en estado de shock. El multitudinario funeral dejó claro que Rainiero III estaba destrozado, y de hecho nunca llegó a superar la trágica muerte de su adorada esposa, la mujer con la que compartió 26 años que tuvieron más momentos buenos que malos.