Máxima de Holanda es uno de los máximos exponentes de las reinas que ocupan tronos como consortes en el Viejo Continente. No solo es guapa y tiene estilo, sino que cuenta con una gracia y una simpatía natural con la que ha conquistado no solo a Guillermo Alejandro de Países Bajos, sino a toda Holanda y media Europa. Desde su irrupción en la Familia Real Holandesa su popularidad no ha hecho más que incrementar pese a algunos escándalos, y parece que la tendencia sigue siendo alcista a pesar del paso del tiempo.
Como todo el mundo, Máxima Zorreguieta ha vivido circunstancias negativas y positivas. Así, repasamos 4 momentos, acontecimientos o etapas que han marcado la vida de quien llegó del Hemisferio Sur para ser compañera de vida del entonces Príncipe Heredero de Países Bajos y que cuya sonrisa dio calor para siempre a los neerlandeses.
1 Máxima Zorreguieta, una argentina de clase alta
Al contrario que otras princesas o reinas plebeyas que son de clase trabajadora, como Letizia de España o Mette-Marit de Noruega, Máxima Zorreguieta ha tenido una vida acomodada desde que vino al mundo un lejano 17 de mayo de 1971 en Buenos Aires, capital de Argentina. Máxima es hija de Jorge Horacio Zorreguieta y María del Carmen Cerruti y tiene tres hermanos, Martín, Juan e Inés, así como tres medio hermanas, Dolores, María y Ángeles, nacidas del primer matrimonio de su padre. Jorge Zorreguieta, nacido en 1928, que fue subsecretario de Agricultura de Argentina entre 1976 y 1979 y Secretario de Agricultura y Ganadería entre 1979 y 1981. Ambos mandatos tuvieron lugar durante la sangrienta dictadura de Jorge Videla (1976-1983).
Máxima creció en la casa familiar del barrio porteño de La Recoleta. Estudió en Buenos Aires, terminando sus estudios en el prestigioso Northlands School, de donde salió hablando inglés perfectamente. Se licenció en Economía en la Universidad Católica Argentina en 1995, cuando tenía 24 años, no sin antes haber trabajado en la empresa Mercado Abierto y en el Departamento de Ventas de Boston Securities, en Buenos Aires. Por si fuera poco, obtuvo unos ingresos extra enseñando inglés.
Debido a su brillante currículum, a que era resuelta e independiente y que la cuenta corriente de su familia era abultada, no dudó en marcharse a Estados Unidos tras licenciarse. Allí estudió un máster en Nueva York y se colocó en el Banco HSBC James Capel Inc. como vicepresidenta de ventas internacionales en Hispanoamérica. De ahí pasó a ocupar la vicepresidencia de Dresdner Kleinwort Benson en el área de mercados emergentes. Posteriormente fichó por Deutsche Bank, donde ocupó el cargo de vicepresidenta de ventas institucionales. Antes de los 30 años, la argentina ya había alcanzado el éxito profesional. Eso sí, todavía faltaba por llegar el trabajo de su vida.
2 Guillermo de Holanda, el príncipe por el que lo dejó todo
En Nueva York, Máxima Zorreguieta estaba encantada. Vivía de forma independiente, ganaba mucho dinero, tenía un buen trabajo y era feliz en la Gran Manzana, desde donde se escapaba a Los Hamptons, lugar de veraneo de la clase alta neoyorquina. No dudaba en volver a Buenos Aires para ver a su familia y a los amigos de siempre, a los que siguió unida pese a la distancia. Como mucha gente en el mundo, la argentina buscaba encontrar una pareja para toda la vida, lo que no sabía es que quien iba a posar sus ojos en ella iba a ser el Heredero al Trono de Países Bajos, de quien ella también se enamoró perdidamente.
Su historia de amor comenzó en la Feria de Abril de Sevilla de 1999. Pese a que tenía que cruzar el Atlántico, Máxima terminó uniéndose a un grupo de amigos que se apuntaron a la fiesta. Entre ellos estaba Guillermo Alejandro de Holanda, un joven alto y rubio que estaba invitado y con el que Máxima conectó enseguida. El flechazo fue instantáneo, y eso que ella no reconoció al Heredero, algo que no extraña, ya que en América la realeza que se suele conocer es la británica. El caso es que conocido o no, Máxima se dejó ligar por Guillermo, que apareció en Nueva York pilotando su propio avión para ver a su amada. Les invadió tan rápido el amor, que ella le presentó con solo un 'Alexander' ante sus amigos en una pizzería neoyorquina.
Más tarde llegó lo más difícil, conocer a la Familia Real Holandesa. La simpática y natural Máxima logró meterse pronto en el bolsillo a Beatriz y Claus de Países Bajos, entablando buena amistad sobre todo con su futura suegra, que al contrario que ocurrió en otras cortes europeas, no puso cortapisas a que su hijo se casara con una mujer sin una gota de sangre real. Sin embargo, el Parlamento tenía que aceptar el matrimonio, una norma que afecta a todos los matrimonio de los Orange-Nassau, más aún cuando se trata de la unión del Heredero.
Un año después de conocerse, Máxima lo dejó todo para marcharse al Instituto Ceran de Bélgica, donde comenzó un curso para aprender neerlandés, un idioma muy complicado para los hispanohablantes. Además, tuvo que estudiarse las costumbres del que sería su nuevo país si todo iba bien. La argentina aprobó con nota y consiguió que Guillermo Alejandro le sacara un anillo para pedirle matrimonio, una exigencia de ella, que no iba a permitir dejarlo todo para nada. El 30 de marzo de 2001 se anunció el compromiso del Heredero y Máxima Zorreguieta.
El 17 de mayo, fecha en que cumplió 30 años, recibió la nacionalidad neerlandesa, requisito necesario para poder convertirse en Princesa de Orange. El 3 de julio de ese mismo año, las cámaras holandesas aprobaron una proposición de ley para dar luz verde a la boda real. Solo hubo un pero, el padre de la novia no podía asistir a la boda por su participación en la dictadura argentina. Máxima aceptó, y por fin el 2 de febrero de 2002 se celebró un enlace inolvidable. María del Carmen Cerruti se solidarizó con su marido y siguió la boda de su hija con Jorge Zorreguieta desde un hotel de Londres.
Radiante y vestida de Valentino, dio el 'sí, quiero' al futuro Rey primero por lo civil en el edificio de la Bolsa de Berlage, para después protagonizar una boda religiosa en la iglesia Nieuwe Kerk. Durante esta ceremonia se honraron sus orígenes con el tango 'Adiós Nonino', interpretado en directo para una novia que rompió a llorar de felicidad y de emoción. Máxima no solo había conquistado el corazón de su marido, sino de la mayoría de los holandeses.
3 Amalia, Alexia y Ariane, las tres mujeres de su vida
Cuando una pareja de la realeza se casa, enseguida se les insta a tener descendencia para que el futuro de la dinastía quedara asegurada. La Princesa Catharina-Amalia fue la primera en llegar, y lo hizo el 7 de diciembre de 2003. Guillermo Alejandro fue el primer heredero varón después de tres reinas, y a él le sucederá otra mujer. Año y medio después del nacimiento de la actual Princesa de Orange, vino al mundo la Princesa Alexia, nacida el 26 de junio de 2005. La benjamina del matrimonio nació en La Haya el 10 de abril de 2007, y recibió el nombre de Ariana, y como sus hermanas, título de Princesa de Países Bajos con tratamiento de Alteza Real.
Desde el momento en el que se convirtió en madre, Máxima de Holanda se volcó totalmente en sus hijas, que hablan neerlandés, español e inglés. Las niñas son rubias y deportistas, buenas estudiantes y tienen muy presente su origen argentino, ya que pese a su gran inmersión en la lengua y cultura neerlandesa, la consorte no olvida quién es y de dónde viene. Guillermo Alejandro y Máxima han decidido proteger demasiado a sus tres hijas, incluso a la Princesa de Orange, Heredera al Trono, por lo que solo se les puede ver en el posado navideño, que les suele llevar a Argentina, otro en invierno, con motivo de sus vacaciones en Austria, donde esquían, en las celebraciones por el Día del Rey, que tiene lugar cada 29 de abril y en verano.
4 La Reina que se metió en el bolsillo a los holandeses
La Reina Máxima es cálida, sonriente, amable y parece una holandesa más, sobre todo físicamente. Rubia y muy alta, Países Bajos parece estar hecho a su medida. Para casarse con Guillermo Alejandro solo necesitaba la nacionalidad, y se le otorgó siete meses y medio antes de su boda. Sin embargo, se encargó de aprender a hablar el idioma y conocerse al dedillo las costumbres. El resultado fue que Máxima habla neerlandés mejor que muchos ciudadanos nacidos allí, y no desentona en absoluto.
Además, pese a que no lo necesitaba, se apuntó a unos cursos de cultura y lengua a los que optan los extranjeros que desean la nacionalidad, terminándolos en 2005 con éxito. Por todo ello, y por la mezcla de estilo neerlandés con carácter latino, por su elegancia y a la vez humildad y sencillez, Máxima consiguió meterse en el bolsillo a los ciudadanos de su país, tanto que ha superado en popularidad a su marido. Es habitual verla con pamelas y vestidos de alta costura en los actos oficiales, pero tampoco duda en poner siempre su mejor cara y en vestirse como haga falta si la ocasión no requiere tanta pompa.
Durante sus primeros años como princesa recorrió el país y el mundo y apoyó la labor de Guillermo Alejandro de Países Bajos, además de contar con su propia agenda oficial y de cuidar a sus tres hijas, ayudada claro está por su esposo y por el personal de servicio a su cargo. En 2004 entró a formar parte del Consejo de Estado, fue elegida madrina del Fondo Orange y presidenta de la Cátedra Príncipe Claus, con la que prosiguió la labor de su predecesor y suegro, fallecido en octubre de 2002.
En 2009 fue fichada por Ban Ki-Moon como asesora del secretario general de Naciones Unides para finanzas inclusivas, una labor que le encanta, que domina y con la que puede seguir desarrollando la carrera que un día eligió y que es perfectamente combinable con la de consorte real. En junio de 2011 se le concedió un nuevo honor: ser presidenta de honor del programa de finanzas inclusivas del G20.
Tras 9 años como princesa consorte de Orange-Nassau, la Reina Beatriz abdicó la Corona en favor de su hijo Guillermo Alejandro, por lo que ella pasó a ser Su Majestad la Reina consorte de Países Bajos. La coronación del nuevo Rey tuvo lugar el 30 de abril de 2013, hasta entonces Día de la Reina. Allí quedó clara la excelente relación entre Máxima y su suegra, a la que está agradecida por todo lo que ha hecho por ella. Tras un brillante día de celebraciones, que incluso incluyeron un concierto de Armin Van Bureen en el que la Reina Máxima mostró su faceta más divertida, se inauguraba el reinado de Guillermo Alejandro de Holanda, el primero de una generación que pedía paso.
Ese mismo año, Máxima vio la subida al Trono de sus amigos Felipe y Matilde de Bélgica, mientras que en 2014 eran sus íntimos Felipe y Letizia de España quienes pasaban de Príncipes a Reyes. Desde la subida al Trono de Guillermo Alejandro ha habido cambios, pero lo que no se ha modificado es la pasión que siente por el servicio a la Corona, a Países Bajos y a los ciudadanos. A todo ello seguirá dedicando su vida hasta que llegue el momento de decir adiós.