Han pasado 15 años desde que la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarín se dieron el 'sí quiero' en la Catedral de Barcelona ante 1.500 invitados, entre los que estuvieron Casas Reales de todo el mundo. Los Reyes casaban así a la segunda de sus hijos con un yerno ejemplar, deportista, de buena familia y mejor planta que se convertía así en miembro de la Familia Real con tratamiento de Excelentísimo Señor y título de Duque de Palma de Mallorca, dignidad que el Monarca otorgó a Doña Cristina con carácter vitalicio. La boda comenzó poco después de las 11:00 horas, cuando la Infanta Cristina llegó del brazo del Rey con una comitiva encabezada por los Duques de Soria, la Infanta Pilar y el Vizconde de la Torre, los Duques de Lugo, la Reina Sofía y el Príncipe Felipe; media hora más tarde ya estaban casados.
El ya matrimonio Urdangarín de Borbón se estableció en Barcelona, la ciudad en la que ya residían y donde vivieron secretamente su amor, aunque no fue este el lugar donde se conocieron, pues sus caminos se cruzaron en los Juegos Olímpicos de Atlanta 96 cuando la Infanta fue a apoyar a los deportistas españoles junto a la Reina Sofía y el Príncipe Felipe, mientras que Urdangarín militaba con la selección española de balonmano, que se llevó a casa una medalla de bronce.
Ambos siguieron con sus respectivas carreras; mientras el ya Duque de Palma continúa en el Fútbol Club Barcelona de Balonmano, la Infanta Cristina siguió desempeñando su labor en la Fundación La Caixa, donde trabajaba desde 1993, un año después de trasladarse a la capital catalana, aunque en 1998 cambió su función de la entidad y pasó a ser coordinadora de programas de cooperación internacional para el Tercer Mundo.
Los Urdangarín de Borbón, una familia perfecta
El regio matrimonio deseaba tener hijos, y así hizo en cuatro ocasiones. El primogénito es Juan, nacido el 29 de septiembre de 1999, Pablo, que vino al mundo el 6 de diciembre de 2000, Miguel, que nació el 30 de abril de 2002, y finalmente Irene, alumbrada el 5 de junio de 2005; todos ellos pertenecen a la Familia Real Española, tienen tratamiento de Excelentísimo Señor y son Grandes de España.
Cristina e Iñaki eran una envidiable pareja que tenía una vida normal en una ciudad en la que estaban a gusto. La Infanta iba día a día a la sede de La Caixa en la Diagonal, mientras que el Duque asistía a los entrenamientos, actividades que combinaban con sus labores de representación como miembros de la Familia Real Española.
Los años pasaban, los niños crecían y el matrimonio seguía tan enamorado como el primer día. Aunque su vida experimentó un cambio cuando Iñaki Urdangarín abandonó el balonmano e ingresó en ESADE, donde obtuvo un Máster en Formación e Intervención de Empresas y Máster en Business Administration, posteriormente entró en el Comité Olímpico Español, donde no duró mucho tiempo. Más tarde apareció en su vida Diego Torres, profesor de ESADE que le introdujo en el Instituto Nóos, una decisión que le marcó para siempre.
Los negocios del Duque de Palma fueron muy bien a partir de entonces, tanto que la familia cambió su antigua casa por una residencia en la calle d' Elisenda Pinós, en el lujoso barrio barcelonés de Pedralbes, vivienda que reformó para transformarla en una casa de ensueño en la que vivieron hasta que en 2009 los Urdangarín se trasladaron a Washington por motivos laborales del Duque de Palma, tras haber trabajado como consejero de Telefónica Internacional en Barcelona fue enviado a la capital de Estados Unidos como consejero de la compañía para Latinoamérica y Estados Unidos.
Doña Cristina demostró así su apoyo incondicional al dejar su vida en la ciudad en la que llevaba viviendo 17 años para instalarse en Estados Unidos, desde donde siguió cumpliendo con sus deberes como Infanta de España y regresando a su país con relativa frecuencia, tanto por motivos laborales e instituciones como afectivos, pues los Palma siguieron pasando la Navidad en Zarzuela y en Vitoria con los Urdangarín y los veranos en Mallorca con la Familia Real.
El apoyo incondicional de la Infanta Cristina a Iñaki Urdangarín
Sin embargo el exilio dorado terminó cuando estalló el 'Caso Palma Arena', una investigación que no tardó en salpicar al Duque de Palma por sus negocios en el Instituto Nóos y que le llevó a ser apartado de Casa Real y a ser condenado al ostracismo junto a la Infanta Cristina, que desde el primer momento apoyó a su marido y de ese modo unió su suerte a la de Iñaki. La hija del Rey ha sido la gran aliada del imputado Urdangarín a lo largo de estos meses, e incluso desafió por ello a la Familia Real, chocando con el Rey y con el Príncipe Felipe, muy preocupados por la imagen de la Monarquía.
Ni qué decir tiene que su vida se resquebrajó para siempre tras hacerse público el 'Caso Urdangarín', aunque no su matrimonio, que continúa sin fisuras, tanto que la Infanta viajó con Iñaki a España y se alojó con él en Marivent cuando este tuvo que declarar ante el juez José Castro los días 25 y 26 de febrero, una muestra de amor incondicional que siguió demostrando meses más tarde, cuando ante la negativa del Rey a que el Duque de Palma viajara a Mallorca con la Infanta y sus hijos, Doña Cristina envió a Juan, Pablo, Miguel e Irene tan solo dos días con la Reina Sofía y los Lugo y se quedó en Barcelona con Urdangarín.
Los Palma ya no volverían a Washington, pues se marcharon de vacaciones con los Urdangarín al País Vasco Francés, ofreciendo una imagen de familia feliz y unida. A su vuelta se quedaron definitivamente en Barcelona, matricularon a los niños en su antiguo colegio, y mientras la Infanta volvió a ir cada día a su trabajo en La Caixa, el Duque se encuentra preparando concienzudamente su defensa con su abogado Mario Pascual Vives. Así han llegado a su 15 aniversario, una fecha muy especial para una pareja unida que afronta el peor año de su vida.