Hasta ahora, Adele se mostraba reticente a actuar en grandes espacios con su música tan íntima, pero con su último trabajo no sólo ha debutado en el O2 de Londres, sino que ha conseguido llenarlo durante 8 noches, y las entradas no eran precisamente baratas.
La multipremiada cantante ha conseguido desarrollar un estilo propio que poco a poco ha ido explotando hasta llegar a su máxima expresión en su último tour. Porque no es un concierto, es el show de Adele, esa chica del barrio de Tottenham con una gran vis cómica y mucho sentido del espectáculo. Es difícil a asistir a cualquier espectáculo parecido. Porque casi todos los cantantes quieren tener algún guiño con su público, pero lo de Adele va más allá: de las poco más de 2 horas que dura su concierto las canciones apenas ocupan poco más de la mitad del tiempo.
Entre canción y canción, la joven de 27 años nos deleita con pequeños monólogos cotidianos o de su vida privada que ponen un hilarante contrapunto a sus meláncolicas canciones. "Parad, por favor", asegura la joven tras la primera gran ovación antes de saludar al público, incluidos "los posh" de la zona pija. "Como ya sabéis no tengo muchas canciones movidas", bromea consciente de que "a muchos de vosotros os han traído aquí a rastras, aunque voy a intentar ganaros". "Eso sí, con la otra mitad de mis canciones habréis practicado mucho sexo, así que compensa", espeta entre las carcajadas de un público que va desde los adolescentes a las parejas jubiladas.
La cantante británica no tiene ningún miedo de interactuar con el público: desde subir niños y fans al escenario hasta posar con toda las personas de la primera fila (una a una) desde el escenario para que puedan hacerse un selfie.
"Es mi puto concierto"
Un grupo de chicas protesta durante uno de los monólogos de Adele. "¿Qué os pasa?", pregunta. "Nos han hecho cambiarnos de sitio", protestan las jóvenes. "Por lo que llevamos puesto", añaden. "Estáis preciosas", replica ella que mira al frente y grita "ahí veo unos sitios vacíos, podéis sentarlas allí, muchas jodidas gracias, es mi puto concierto". "Liam (su seguridad), vuelve a poner a esas chicas en su sitio. Sé que canto baladas, pero no soy tan jodidamente aburrida", sentencia antes de confesar que el sábado tuvo el día libre "y me tomé tres copas de vino". "No estaba tan borracha, estoy en una dieta muy estricta para cuidar de mi voz. Básicamente vivo de comer hojas. El sábado fui a un restaurante francés, y me tomé los tres vasos de vino y a la mañana siguiente notaba ese tercer vaso. Y el vino me produce reflujos".
En medio de "Make You Feel My Love" una pareja se compromete frente a todos los asistentes, Adele, que desde el escenario intuye que algo sucede, pregunta y la pareja confirma que se acaban de comprometer. Y ni corta ni perezosa, Adele los sube al escenario y bromea con ellos con una espontaneidad asombrosa: "Yo me pensaba que había una pelea". Tanto que Adele pide a gritos un programa de televisión tras apariciones en programas como en los de Ellen DeGeneres (donde protagonizó una cámara oculta) y James Corden (y su famoso karaoke en el coche).
Y al final del concierto, Adele se mete en la caja y desaparece del estadio antes de encore. El concierto termina con fotos de su infancia sobre "When We Were Young" y una lluvia de confeti (con dedicatorias personales) tras "Rolling in the Deep". Una mezcla entre las tristes canciones de la una de las cantantes más ricas del mundo y un show de humor más propio de 'El club de la comedia'.