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'LO DE ÉVOLE'

Rosa López, su luz y sus sombras: deuda con Hacienda, su momento más feliz, su sueño por cumplir y su caché actual

Rosa López, su luz y sus sombras: deuda con Hacienda, su momento más feliz, su sueño por cumplir y su caché actual
Brais Besteiro
Publicado el Lunes 21 marzo 2022 11:00 Última actualización: Martes 22 marzo 2022 10:46
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La ganadora de la primera edición de 'OT' repasa sus 21 años de carrera y todo por lo que tuvo que pasar hasta el día de hoy, muy lejos de aquellos éxitos de los que un día bebió.

Rosa López ganó la primera edición de 'Operación Triunfo' allá por 2002 (aunque entró en la famosa Academia en 2001) simplemente siendo ella, inocente, sincera y una cantante con una voz extraordinaria. En cambio, para su desgracia, salió del concurso convertida en todo aquello que se esperaba que fuese. Jordi Évole lo resumía muy bien en su entrevista: "Nos enamoramos de una cosa que luego intentamos cambiar", decía mientras destacaba su naturalidad. Pero ya la cantante destacaba con una pregunta lo que realmente piensa y todavía siente de aquella época de su vida que debería de haber sido mágica, pero todavía le sabe amarga. " ¿No por pena? ".

Y el presentados no podía no darle la razón: "Había un punto de condescendencia por parte de los espectadores, de decir 'uy, qué bien me siento ayudando a esta chica, pobrecita'". Y de eso, Rosa López, también fue consciente: " Llegué a pensar que había ganado el programa por pena. ¿Cómo iba a ser que yo ganase el programa? Igual si estuviese más delgada, con los dientes rectos, sin gafas, con ropa ceñida, hablando mejor...". Algo de lo que hasta ella era consciente cuando se presentó al casting, por ello ofreció, sin ser consciente de lo que suponía, lo que acabarían haciendo por ella: " Cuando me preguntaron a qué estaría dispuesta a hacer para entrar en el programa, lo primero que se me vino a la cabeza fue algo que sé que me cuesta mucho, que nunca he logrado: perder peso. Pensé que a lo mejor era lo que yo quería y, además, que era lo que ellos querían escuchar ".

"¿Cómo iba a ser que yo ganase el programa?"

Y no se equivocaban: "Vi como les cambiaba la cara". Ahora, 22 años de su paso por la Academia, causa hasta incomodidad volver a ver algunas escenas de las que ya fuimos testigo y, por aquel entonces, causaron hasta risa. Por ejemplo, Carlos Lozano, presentador del talent, preguntándole semana tras semana cuántos kilos había logrado perder; a Rosa avergonzada porque solo había adelgazado 1 kilo y medio en apenas siete días; y hasta ser ridiculizada ante varios millones de telespectadores porque "Rosa se ha zampado una tableta de chocolate". Terminó el programa con 23 kilos menos de los que pesaba cuando empezó los castings. Un dato que ella misma daba en una de las galas finales mientras el plató se venía abajo con los aplausos.

Pero Rosa, que confesó pasar tardes y tardes encerrada en su cuarto de baño practicando viodeoclips con el peine y el sacador, mirándose la campanilla porque se lo vio hacer a Marta Sánchez y aprendiendo a maquillarse para parecer más delgada como las modelos de las revistas, creía que alguien como ella no podía llegar al éxito. Por este mismo motivo, motivada por sus padres, contó alguna que otra mentira durante los castings, engordando su Currículum Vitae como todo el mundo. Dijo que sabía tocar el piano, aunque en realidad había hecho todos los bolos en bodas, bautizos y comuniones haciendo playback; también que hablaba inglés; e incluso que era de Armilla cuando en realidad había vivido toda su vida en el polígono de Almanjáyar, al norte de Granada.

"Soy poligonera"

"Soy poligonera", le reconocía a Jordi Évole, que no salía de su asombro. Rosa López y su familia se mudaba a Armilla mientras esta pasaba los castings de 'Operación Triunfo', porque sus padres sabían que iba a salir en la tele y no querían que su hija sufriese ningún tipo de 'desprecio' o exclusión por sus orígenes. " Es el sufrimiento de unos padres para que no trataran mal a sus hijos ". Así que por aquel entonces la única relación de la cantante con este pueblo con el que luego se conectaría en varias ocasiones en directo desde 'Operación Triunfo' era que "mi padre compraba allí los materiales" con los que trabajaba.

Por ello, Rosa López se sintió desvinculada con su verdadera vida casi antes incluso de salir en televisión, que la cambiaría por completo. De hecho recuerda de forma anecdótica que una vez salida del programa hace una sesión de fotos para una revista y sale posando en su habitación, que en realidad no era su habitación, porque nunca había hecho vida en ella: "No era mi cuarto, era una habitación que había preparada para cuando yo llegara. Mi cuarto era el del polígono. Me quería morir", decía entre risas: " Ahí empezó la magia ".

Esa sesión de fotos formó parte de 2 años de su vida frenéticos que no recuerda casi ni vivir, sino sobrevivir. Además de la gira de 'Operación Triunfo', Rosa publicó su primer disco de la noche a la mañana: " Casi toda mi vida era decidida por otros y yo queriendo que lo hicieran. Fue muy rápido. Grabé dos canciones por día y sin sabérmelas. Y ya estaban decidiendo mi gira, la ropa que iba a llevar". Unos años que define como "una locura" y que marcaron el punto álgido de su carrera y que hace 18 años que no se repite, pero se lo ha marcado como reto: " Desde 2004 no sueno en la radio y yo no lo entendía. Pero es la prueba de que las cosas se ganan", y reconoce: " El día que vuelva a sonar en la radio para mí será como 'lo he conseguido' y la satisfacción que sería para mis seguidores, para mi padre que está sabe Dios dónde, para mi madre, para mi familia y para mí. Es un reto". Rosa López se conforma con poco: " Aunque fuera solo un día".

Su deuda con Hacienda

Pero de aquella tierra, estos lodos. Mientras la carrera de Rosa de España subía como la espuma, en la trastienda era otro contrario. Tras 'OT' vivió durante unas semanas más en la Academia, luego en un piso en Barcelona, pero no salía a la calle porque sabía que era una locura tal que tenía seguridad privada -que era su propio hermano, por cierto- y vivía a base de comida a domicilio porque había tiempo a más: "Teníamos que dormir rápido". Un descontrol que llegó hasta las cuentas de su fortuna, que así como vino se fue: "Mi hermano sabía todo, mi padre estaba gestionándolo como podía y teníamos un gestor. Yo un día pregunto y, por preguntar porque ninguno sabíamos nada, el gestor nos dijo que había una deuda con Hacienda, que n o había justificado 80 millones de pesetas ".

Para afrontarlo tuvo que deshacerse de todo aquello que había conseguido en apenas unos años fruto de su éxito: "Vendí mis casas y me compré ese pisillo de unos 80 metros cuadrados", en el que todavía vive en Madrid. Pero echando la vista atrás, Rosa López agradece haberse hecho cargo de su vida: "Llega un punto que yo me doy cuenta que yo quiero decidir mi vida con toda la nueva información que tenía nueva". Y lo hace, pero sin el respaldo de una gran discográfica, que le da libertad - "Probablemente por esto me pueda sentar hoy aquí", le dice al presentador-, pero la deja sola ante el peligro de la industria: " Está la cosa difícil. Una artista tiene que brillar siempre y decir que todo está perfecto, que su alma está perfecta y económicamente está perfecto". Y en su caso no lo esta tanto, pero no tiene reparo en reconocerlo, por ello habla también de cuál es su actual caché: "Yo soy buena, bonita y barata", dice entre risas: " Ahora no tengo a nadie y cobro entre 9.000 y 14.000 euros por actuación ".

Pero quizá el mejor resumen de todo lo que ha vivido Rosa López en estos más de 20 años desde que saltó a la fama y el sabor de boca que le dejó es cuand o Jordi Évole le pregunta cuál es el momento más feliz de su vida al que le encantaría volver. Y, sorprendentemente -o no- lo sitúa antes de todo el éxito, cuando era "una poligonera". "A la hormigonera y a la montaña de arena y esas tardes de verano de descanso riéndonos y echándonos agua con la manguera. Fregar, el olor cuando mi madre fregaba el portal. El olor a la olla de mi madre. Los sonidos cuando estaba la tele puesta. Mi madre que venía reventado de trabajar y daba cabezadas mientras comíamos y yo me apoyaba en su espalda".

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