Galería: Adele, una cantante de récord
Dicen los artistas que lo más reconfortante de sus trabajos son las giras, cuando vas recorriendo el mundo mientras sientes el contacto de tus fans. Son de paso, en la era del streaming, donde más dinero ingresan los grandes cantantes.
Adele era, hasta hace poco, uno de esos artistas acostumbrados a petarlo todo. Su último tour, el de su penúltimo disco '25', le llevó a recorrer el mundo entero desde febrero de 2016 hasta junio de 2017. 122 conciertos en los que colgó el sold out completo vendiendo más de 1,5 millones de entradas y recaudando nada menos de 218 millones de dólares.
Y entonces llegó la pandemia. Y su último trabajo, '30', ya no contó con una gira mundial por motivos de "seguridad y salud". En su lugar, Adele consiguió una de esas lucrativas "residencias" en Las Vegas donde cada fin de semana ofrecía dos conciertos en el auditorio del Coliseo en el casino Caesars Palace, con aforo para 4.300 espectadores.
Desde que la cantante comenzó con ellas en noviembre de 2022 ya ha recaudado 52,8 millones de dólares con 24 conciertos a los que han asistido unas 100.000 personas. Un trabajo ideal para la británica que tiene su residencia habitual en Los Ángeles teniendo que desplazarse a la ciudad vecina para sólo trabajar dos veces por semana.
La avaricia rompió el saco
Ante el éxito de este modelo, Adele y su equipo pensaron "¿y si lo replicamos en Europa?". Dicho y hecho. En lugar de realizar una costosa gira por el viejo continente, la idea era crear un escenario al aire libre ad hoc para Adele, con capacidad para 80.000 personas, y que fueran los fans los que se desplazaran hasta Munich, donde se iban a realizar todos los conciertos.
A priori sonaba bien. Tanto que primero se anunciaron 4 fechas, luego otras 4 y al final 2 más. 10 conciertos con los que Adele pretendía llenar 800.000 asientos, un tercio del aforo de su última gira que contó, recordemos con 120 conciertos.
Y llegó el día de la venta. Más de 300.000 fans se sumaron a las famosas colas virtuales online para esperar pacientemente su turno para comprar una entrada para ver a Adele. Sorpresa. El precio medio por pasar un par de horas con ella rondaba los 300 euros de media por cabeza. A los que habría que sumar los gastos de desplazamiento y hotel. Gastos que rápidamente se dispararon en una ciudad que sólo cuenta con 60.000 camas hoteleras y esperaba recibir 80.000 aficionados cada tarde.
El resultado no se lo esperaban ni Adele ni la promotora: si bien las entradas más baratas volaron rápidamente, las colas virtuales se terminaron y la mayoría de entradas seguían ahí. Ticketmaster aún no ha ofrecido resultados oficiales de ventas pero lo cierto es que la web cuenta con bloques enteros libres para cualquier fecha y es muy posible que existan todavía asientos que no han salido a la venta.
El fracaso ha llegado hasta tal punto que la promotora se ha obligada a realizar varias campañas publicitarias, a ver si así son capaces de conseguir vender más entradas. Mientras tanto, y pese a la rabia de los fans, Adele no ha comentado el desorbitado precio de su próximo concierto.