Muy alejadas de Hollywood, las dos actrices nacieron en Tokio, donde su padre, Walter de Havilland, ejercía como abogado. Allí fue donde conoció a su madre, Lilian Fontaine, que se ganaba la vida como actriz de teatro. Al año de conocerse se casaron y al poco tiempo trajeron al mundo a la pequeña Olivia. Esta no disfrutó mucho tiempo de las atenciones de ser hija única, ya que a los quince meses nacía Joan, arrebatándola el protagonismo por primera, y no última, vez en su vida.
Olivia de Havilland
En la batalla por ser el ojito derecho de Lilian triunfó Olivia, pues se ganó toda la atención de su madre con su decisión de ser actriz. Lilian le animó a unirse a varias compañías de teatro, y desde entonces su carrera despegó. La Warner no tardó en fijarse en su talento, que combinado con su expresión dulce y su apariencia frágil, hacían de ella la actriz perfecta para los papeles de 'amada del héroe'. Fue así como formó un tándem profesional con Errol Flynn, galán de la época, con quién protagonizó siete películas basadas en estos cánones, entre ellas, 'Murieron con las botas puestas' y 'Robin de los bosques'.
Aunque De Havilland había logrado hacerse un nombre, su momento estelar no llegó hasta 'Lo que el viento se llevó', donde dio vida a la dulce Melita. Esta cinta le valió una nominación a los Oscars, el reconocimiento mundial y el pase para la posteridad.
A partir de 1950, Olivia comenzó a alejarse poco a poco de los focos y de la gran pantalla. Se mudó a Paris y olvidó todo lo que tenía que ver con el cine, incluída a su hermana. Actualmente sigue residiendo en la capital francesa, donde ha superado el centenar de años, convirtiéndose en la única actriz que queda del Hollywood clásico, junto con Kirk Douglas.
Joan Fontaine
"Yo me casé primero, gané el Oscar antes que Olivia y, si muero antes que ella, seguramente se indignará porque le he ganado también en eso". Esas fueron unas de las últimas palabras que Joan dedicó a su hermana Olivia, y que desgraciadamente acabaron cumpliéndose, ya que la actriz falleció en 2013 a causa de la edad. Con su muerte no solo se puso fin a una batalla casi centenaria, sino que se iba una de las actrices clave de la edad dorada de Hollywood.
Su carrera fue más tardía que la de su hermana y además despegó con menos fuerza. Se vio obligada a cambiar el apellido paterno para que no la relacionasen con ella y poco a poco se fue haciendo un modesto hueco en la gran pantalla. Sin embargo, un golpe de suerte hizo que el productor de películas David O. Selznick se fijara en ella durante una fiesta. Fue él quien le presentó al director Alfred Hitchcock, con quien rodó las dos películas más importantes de su carrera, 'Rebeca' y 'Sospecha', filme por el que fue galardonada con un Óscar, que además arrebató a su hermana Olivia.
Su trayectoria profesional abarcó más de seis décadas de títulos de renombre, donde se encuentran 'La ninfa constante' y 'Jane Eyre', pero por desgracia y al igual que ocurriría con Olivia, nada en su vida fue tan sonado como la enemistad que mantuvo con su hermana.
La relación entre ellas
"Mi hermana es un león. Yo, un tigre. Y según las leyes de la jungla nunca podremos ser amigas", declaraba Joan Fontaine durante una entrevista. Asidua a dar testimonios de este tipo bien podría haber sido pitonisa, ya que todas sus palabras terminaron cumpliéndose. Las dos actrices nunca lograron conciliar posturas, y el odio que se profirieron desde niñas ha sido el legado que han dejado para la posteridad.
Es de justicia decir que de este odio no solo salieron cosas malas, ya que gracias a él fue como Olivia logró su papel en 'Lo que el viento se llevó'. Según contó la propia Joan, fue ella quien se presentó a las audiciones, pero al rechazarla por ser demasiado 'elegante', esta espetó: "entonces dárselo a la sosa de mi hermana Olivia". Y así fue.
Si decimos que el odio les trajo cosas buenas, también debemos decir que el cine les trajo cosas malas, y es que los trances más tensos de las hermanas se han producido en las ceremonias de entrega de premios de la Academia de Cine. El primer momento incómodo se vivió durante la gala de 1942, edición en la que estaban nominadas al Oscar en la misma categoría, Olivia por 'Si no amaneciera' y Joan por 'Sospecha'. Cuando resonó el nombre de Joan, el único hilo que unía a estas hermanas terminó por romperse.
Años más tarde la hermana mayor volvía a estar nominada por 'Vida íntima de Julia Norris', logrando esta vez hacerse con el galardón. Joan se acercó sonriente para darle la enhorabuena, pero Olivia respondió dándole la espalda. Quedaba patente que estas hermanas no eran de compartir los domingos en familia.
La última batalla pública volvió a tener como escenario una ceremonia de los Oscar. Fue durante la celebración de los 50 años de la gala. Las dos hermanas subieron al escenario para dar un discurso, pero lo hicieron desde extremos opuestos del plató.
Sus vidas sentimentales también les brindaron momentos para abrir la brecha. Como buenas enemigas, las dos actrices compartieron relación con un hombre, con el actor Brian Aherne, con el que finalmente se casó Joan, aunque la relación no duró mucho.
La muerte de su madre fue otro de los puntos de inflexión, ya que cuando esta se produjo Joan no estuvo para darle el último adiós, por lo que Olivia fue quién se encargó de todo. La hermana menor se vio apartada de todos los preparativos, y amenazó a Olivia con llamar a la prensa si no le permitía despedirse de su madre. Esta finalmente accedió, aunque ambas mostraron en el funeral la actitud fría que les caracterizaba.
Tras la muerte de Joan, Olivia emitió un comunicado donde expresaba su dolor: "Estoy sorprendida y triste por el fallecimiento de mi hermana pequeña". Para algunos fue un gesto obligado, aunque Olivia nunca tuvo la necesidad de mostrar un sentimiento falso. Para otros fue el perdón tan deseado y el punto y final de una batalla que arrebató al gran público la posibilidad de ver al tigre y al león compatiendo por fín un papel en la gran pantalla.