Toda la polémica que ha surgido en torno a la falta de diversidad en las nominaciones a los Oscar 2016 está en su punto más álgido después de las declaraciones que icónicos rostros del cine como Michael Caine o Charlotte Rampling hacían. Esta última concretamente, nominada a mejor actriz por '45 años', hacía que muchos pusieran el grito en el cielo por calificar de "racismo hacia los actores blancos" a la negativa de asistencia por parte de muchos intérpretes, también de raza negra.
Incluso la hija del expresidente Clinton, Chelsea Clinton quiso opinar sobre los comentarios de la actriz: "Son comentarios indignantes, ignorantes y ofensivos", tuiteaba. Ante el aluvión de críticas, Charlotte Rampling quiso pedir disculpas por si sus declaraciones habían herido a alguien: "Yo simplemente quería decir que, en un mundo ideal, lo mejor sería que a cada actuación se le diera una igualdad de oportunidades".
"No hay racismo a excepción de los que lo crean"
En un comunicado a The Hollywood Reporter, Molen, productor y votante en la academia de cine aseguraba que el peor ejemplo racista era aquel que procedía de todos aquellos que lo creaban. "Esa es la peor clase de racismo. Es una manera fea de protestar", añadía. El productor de 'La lista de Schindler' decía que todo este problema procedía de un gremio lleno de egos y "deseo de alfombra roja".