Desde la época del Imperio romano, con sus joyas arquitectónicas convertidas, ahora, en ruinas y repartidas por tierras de todo el mundo, hasta un no tan lejano siglo XX y actual siglo XXI cargado también de piezas y muestras para el recuerdo. Obras escritas, interpretadas, turísticas y de toda clase de atracción que hacen que el interés por conocer más sobre ellas continúe siempre vigente. Como es el caso, por ejemplo, de las que hoy en día se conocen como "casas-museo". O lo que es lo mismo, viviendas anteriormente habitadas por auténticos genios de la historia que, en la actualidad, ejercen con punto de interés turístico.
Hasta ellas, protagonistas de las ciudades y capitales más importantes de todo el planeta, se trasladan, cada año, millones y millones de curiosos. Como sucede, asimismo, con las propiedades que en su día vieron crecer a estrellas como Ringo Star y Paul McCartney, en la ciudad británica de Liverpool, Pablo Picasso, en Málaga, o Gaudí, en el famoso Parque Güell de Barcelona. Pues bien, es cierto que lo que hoy queremos presentar en Bekia no tendría ni la más mínima posibilidad de formar parte de esta interminable e histórica lista de "casas-museo" repartidas por el mundo.
Luciendo una imagen renovada
Con exclusivas vistas al puente de Queensboro
Casi un centenar de historia donde la artista de 'Niágara' también ha tenido mucho que ver. Un piso que se extiende a lo largo de nada más y nada menos que 220 metros cuadrados de interior y que reserva su lado más íntimo en un espacio de 278 metros de terraza privada, con acceso exclusivo desde su dormitorio principal. Aunque eso sí, hay que decir que tanto la distribución como los elementos que ahora presenta el ático dista -y mucho- de la apariencia que podría haber ofrecido a Monroe durante sus años más pletóricos. Y esto se debe al gran número de remodelaciones por el que la propiedad ha pasado a lo largo de todo este tiempo, hasta alcanzar la imagen totalmente modernista que en la actualidad muestra.
De esta forma, cada punto de la vivienda luce más radiante y confortable que nunca, con el empleo de tonalidades neutras entre su mobiliario y piezas decorativas y la totalidad de un suelo de madera, tipo parqué, que se extiende por toda la casa. Además, y quizás para dar un toque más elegante a algunas de sus estancias, también destaca la presencia de alfombras, en color beige, en algunos de los puntos principales del ático, como ocurre en los dormitorios y en el salón principal. Aunque lo que realmente llama la atención de esta propiedad son las vistas que desde sus zonas de exterior regala a sus propios dueños.
Un ático que concretamente se ubica en la esquina de 444 East con 57th Street, formando parte de un condominio, y al que únicamente es posible acceder a través de un ascensor privado. Sin duda alguna, una auténtica joya de colección cuya estructura, hoy en día, se encuentra formada por dos dormitorios -ambos con salida a su espléndida terraza privada y uno de ellos, incluso, ejerciendo de solarium, con una increíble cristalera que también permite contemplar la noche estrellada de Manhattan-, un salón con chimenea, una cocina completamente equipada, un vestidor, un cuarto de baño y una terraza con vistas al East River y al puente de Queensboro.
Y todo ello con el cartel de "se vende" de por medio y con una cifra de compra que alcanza los 6.7 millones de dólares, lo que al cambio sería unos 6.2 millones de euros. Una venta llevada a cabo por la inmobiliaria de lujo Brown Harris Stevens. Aunque lo realmente sorprende por descubrir no es que Marilyn Monroe haya dejado su particular legado entre estos maravillosos y radiantes muros, sino que celebrities de la talla de Arthur Miller, Cary Grant o los Duques de Windsor también hayan sido, alguna vez en su vida, dueños y señores de este envidiable ático neoyorquino. La de fiestas que ese ático no habrá protagonizado a lo largo de su vida... ¿Os imagináis disfrutando de lo que un día esta estrella del cine pudo ver y palpar con sus propios sentidos? Solo apto para soñadores...