Cristina Urbi y Guillermo Díaz, más conocido como Willyrex, pasaron por el altar el 31 de julio de 2022. Después de tres largos años de espera, la pareja de jóvenes por fin ha logrado celebrar el enlace que, debido a la pandemia, tuvieron que ir posponiendo. La boda viene tras el nacimiento de la primera hija en común de la pareja, María, que llegó al mundo el pasado enero de 2021 y ha tenido un protagonismo muy especial durante la celebración.
Para las joyas han confiado en la firma de lujo española Rabat. Los influencers sellaron su matrimonio con dos alianzas de dicha marca que se han entregado el uno al otro tras darse el 'sí, quiero'. La novia, vestida de Rosa Clará, ha completado su look con unos pendientes de Rabat que le hacían resplandecer.
El novio, según ha informado él mismo a través de su canal de Twitch, no ha celebrado despedida de soltero. Además, se mostraba preocupado y agobiado por los últimos detalles del enlace: "En menos de una semana me caso (...) no he podido planear lo que quería y me he agobiado". La intención del novio era aprovechar sus viajes anuales a Los Ángeles para una convención de videojuegos y alquilar un avión que les llevase a Las Vegas. Con la pandemia, el evento se ha pasado a celebrar online y, por tanto, Guillermo Díaz no ha vuelto a California.
Cristina Urbi, en cambio, sí ha juntado a sus amigas en una despedida de soltera. La influencer viajó hace unas semanas a Ibiza. El viaje y todas las fotos del evento que organizó las compartió con su millón de seguidores: "Ya estamos en la cuenta atrás de uno de los momentos más esperados. He tenido mucha suerte porque vivir contigo es fácil", decía muy enamorada dirigiéndose a su entonces novio, ahora marido, Willyrex.
Siete años de relación
La pareja se conoció siete años atrás cuando Guillermo Díaz se trasladó a vivir a Andorra y alquiló un piso perteneciente a la familia de Cristina Urbi. La familia la animaba a acercarse a conocerle, así hizo y surgió el amor. En 2020, nació la primera hija de la pareja, a la que en seguida supieron cómo llamar. Si hubiera sido niño, a Guillermo Díaz le habría gustado Zeus; al ser niña todo fue más fácil, se llamaría María, igual que las madres de ambos.