Para el gusto de muchos, ambos cumplían con toda la parafernalia protocolaria saliendo de la que había sido su casa ante la presencia de los medios de comunicación. Los todavía marido y mujer -cuando tiempo seguirán siendo así tampoco nadie lo sabe- salían de la mano, algo que ya hacía tiempo no acostumbraban a hacer tras los repetidos desplantes de Melania a Donald Trump, mientras ella lucía una sonrisa y él una cara de no mucha alegría precisamente. En cuanto a atuendos: Melania de riguroso negro, gafas de Sol incluidas; él, también de negro, pero con camisa blanca y corbata roja.
Antes de subirse al helicóptero que los esperaba en el jardín de la Casa Blanca, ambos posaban ante los fotógrafos para dejar constancia de ese gran momento. Posteriormente ponían rumbo al estado de Florida, donde establecerán ahora su residencia familiar. Pero, a su llegada, la que había sido la Primera Dama más polémica de los EE.UU tenía una última sorpresa preparada y es que en pleno vuelo se había cambiado de look.
Cambio de ropa y de actitud
Pero no fue la ropa lo único que se cambió la modelo en el avión, su actitud también era diferente en cuanto aterrizó el avión. Ya en su nuevo estado, la pareja tocaba tierra rodeada de otros tantos medios de comunicación que no se querían perder ni un paso de los personajes más polémicos del día. Donald Trump no dudaba en aprovechar la ocasión para acaparar unos cuantos flashes más y, quien sabe, si unos segundos de televisión. Pero Melania Trump, en cambio, ya no estaba para tanta parafernalia y quería, después de cuatro años, hacer lo que le diese la gana sin tener que rendir cuentas a un país entero. Así que, ni corta ni perezosa, dio plantón a los fotógrafos y se metía en el coche, dejando a su marido completamente solo.