DUQUESA ATÍPICA

La vida de Eugenia Martínez de Irujo en 5 dramas y comedias

Era la hija predilecta de su madre y fue protagonista de la 'boda del año' con Fran Rivera, pero las cosas han cambiado mucho desde entonces y ya nada ha vuelto a ser igual para la Duquesa de Montoro.

Juan Salgado 26 Noviembre 2018 en Bekia

Galería: Eugenia Martínez de Irujo, de vacaciones en alta mar con Narcís Rebollo en Ibiza

Galería: Eugenia Martínez de Irujo de vacaciones en Ibiza

Eugenia Martínez de Irujo ha tenido una vida en la que no han faltado grandes y maravillosos momentos, aunque también ha arrastrado muchas experiencias que sin duda preferiría olvidar...

La única mujer y favorita de su madre

Tras más de dos décadas de matrimonio y con cinco hijos habidos del mismo, Cayetana Fitz-James Stuart y Silva todavía sentía que su vida no era plena. A la Duquesa de Alba sólo le quedaba un sueño por cumplir: tener una hija. Algo que consiguió el 26 de noviembre de 1968. Ese día nació la que sería su última y única descendiente femenina: María Eugenia Brianda Timotea Cecilia Martínez de Irujo y Fitz-James Stuart.

Ella misma reconoció la emoción del momento en sus memorias 'Yo, Cayetana' (2011): "Era una hija queridísima y deseadísima. No tengo palabras para explicar lo que sentí con mi niña entre los brazos". La Duquesa llega a reconocer incluso que le dedicó a ella mucho más tiempo que al resto de sus hijos, hasta el punto de que cuando murió su marido y Eugenia sólo tenía 3 años, Doña Cayetana permitía a su hija pequeña dormir con ella en su cama todas las noches.

No solo eso, sino que ella misma se ocupaba de sus comidas, de bañarla personalmente y de leerle cuentos. Eugenia se convirtió así en el mejor consuelo para la Duquesa tras la muerte de su marido y a pesar de las estancias estudiantiles de la pequeña en Inglaterra y la posterior llegada a la familia de Jesús Aguirre, el vínculo maternofilial nunca se rompería.

Como muestra del cariño que sentía hacia su única hija, le concedió el título nobiliario al que más cariño tenía: el Ducado de Montoro. Se trataba del primero que ella había recibido de su padre y que ahora le entregaba a su 'ojito derecho' en 1994 de cara a que lo ejerciese junto a su consorte: Francisco Rivera Ordóñez.

La 'boda del año' que terminó en divorcio

Por aquellos años, la hija menor de la Duquesa de Alba mantenía una relación amorosa con el primogénito de Paquirri y Carmina Ordóñez. Ambos se conocían desde pequeños dada la tradicional vinculación entre la Casa de Alba y el mundo de la tauromaquia, pero la relación tenía además un elemento emocional muy fuerte para Doña Cayetana.

Y es que el primer amor de juventud de la aristócrata había sido el torero Pepe Luis Vázquez. El XVII Duque de Alba no permitió que esta relación prosperase, pero ahora su heredera veía su sueño cumplido indirectamente de la mano de su hija. Teniendo en cuenta esto, no resulta extraño el apoyo incondicional que la Duquesa brindó a la relación entre Eugenia y el matador a pesar de lo tumultuoso que era este romance lleno de idas y venidas.

Tras haber roto en 1995, la pareja decidió darse una nueva oportunidad dos años después y en 1997 pensaron que su relación estaba ya lo suficientemente consolidada como para pasar por el altar. Lo hicieron el 23 de octubre de 1998 en la Catedral de Sevilla ante la atenta mirada de cientos de personas en las calles y 1.400 invitados en el interior del templo. Fue considerada la 'boda del año' y muchos de los detalles que la envolvieron darían mucho que hablar entonces y en el futuro.

Todo parecía ser un cuento de hadas de cara a la galería y el nacimiento de Cayetana Rivera Martínez de Irujo el 16 de octubre de 1999 fue la mejor de las culminaciones. Pero la realidad de puertas adentro era muy distinta: la pareja tenía una relación cada vez más tensa. De hecho, antes incluso de casarse fue la propia Carmina Ordóñez quien recomendó a su hijo que se lo pensase dos veces: "Fran, no te cases. Eugenia no es la mujer de tu vida y esto no va a durar".

Las predicciones de Ordóñez se cumplieron y en 2002 anunciaron su divorcio. Eugenia se quedó con la custodia de su hija y aunque en principio parecía que se trataba de un acuerdo amistoso, pasado el tiempo ese sería el motivo de la disputa que rompió definitivamente las relaciones entre el yerno favorito de la Duquesa de Alba y la aristocrática familia. A día de hoy parece que la expareja ha conseguido limar asperezas, pero ya nada volvería a ser igual.

Amplio currículo amoroso

Ya divorciada, Eugenia Martínez de Irujo se volcó intensamente en la búsqueda del amor y durante los siguientes años encadenaría numerosas relaciones muy sonadas. Sin embargo, en su etapa previa al matrimonio ya había tenido varios novios, la mayoría de ellos desconocidos. El primero fue un joven sevillano Luis González Conde y tras él vendrían supuestos romances con Luis Aparicio y Sergio Baigorri.

El primer nombre conocido con el que se la relacionó sería precisamente Fran Rivera, con el que vivió un primer romance entre 1993 y 1995. La segunda oportunidad que se dieron, como ya se ha visto, no fue precisamente fructuosa. Aún así, antes de casarse Eugenia quiso probar suerte con otro torero: Miguel Báez 'El Litri'. El romance sólo duró un año y tras su ruptura volvería con el primogénito de Paquirri.

La primera relación que se le conoció después de su separación del torero fue con Nicolás Vallejo-Nágera, hermano de la jurado del programa 'Masterchef' y futuro marido de la cantante Paulina Rubio. La cosa no fue a mayores, pero durante su breve romance acapararon todas las portadas de la prensa del corazón.

Mucho más sonora sería la historia con su primer novio formal desde entonces: Gonzalo Miró. El hijo de la mítica cineasta Pilar Miró y la Duquesa de Montoro iniciaron su romance en 2005 y con varias rupturas de por medio estuvieron juntos hasta 2009. La consolidación a la que llegó la pareja hizo sonar las alarmas de boda, pero la diferencia de edad y la firme oposición de la Duquesa de Alba parece que influyeron determinantemente en la ruptura.

Para una mujer que parecía curtida en el amor como era Eugenia Martínez de Irujo entonces, este último fracaso supuso un golpe del que tardaría en recuperarse. Durante los años siguientes se mostraría mucho más selectiva y apenas se la volvió a relacionar con nadie hasta que en 2015 dinamitó la crónica social con su nuevo pretendiente.

Se trataba del actor José Coronado, con el que protagonizó una acaramelada portada en la revista ¡Hola! y que supuso la confirmación de su historia. Una historia de la que nunca llegarían a conocerse muchos detalles y que se quedó en poco más que un romance de verano, ya que las fotos se publicaron en julio y antes de terminar el verano ya no había contacto entre ambos.

El mayor golpe de su vida: la muerte de su madre

La muerte de Luis Martínez de Irujo en 1972 se produjo cuando su hija pequeña tenía solo 3 años, por lo que ésta no guarda demasiados recuerdos de él. Con su madre la cosa era muy distinta: compartieron cama durante años, veraneaban juntas, compartían aficiones... Ambas presumían siempre de la complicidad que tenían y que mantuvieron incluso a pesar de la diferente forma que tenían de ver la vida.

Pero el tiempo pasa y la naturaleza reivindica su lugar tarde o temprano. En 2014 la Duquesa de Alba tenía ya 88 años y, aunque había podido disfrutar de una segunda juventud desde la llegada de Alfonso Díez a su vida, los achaques propios de la edad comenzaron a intensificarse irremediablemente hasta que el desenlace llegó el 20 de noviembre de 2014.

Eugenia se había trasladado expresamente hasta Sevilla para poder despedirse de la mujer que no solo había sido su madre: era también su amiga, su confidente y la persona que de manera incondicional le expresó su amor de manera más intensa. La muerte de Doña Cayetana dejó a su hija sumida en un profundo dolor.

Las imágenes de aquellos trágicos días hablan por sí solas: nada ni nadie podía consolar a la Duquesa de Montoro. Ni su hija, ni sus hermanos, ni la Infanta Elena y ni siquiera la Reina Sofía. A pesar del significativo gesto que la mujer de Don Juan Carlos tuvo con ella al verla rota de dolor, Eugenia no se veía capaz de admitir que ya nunca volvería a ver a su madre. Ese ha sido sin duda el peor día de su vida y aunque poco a poco se ha ido recuperando, nunca lo hará del todo.

Nuevo amor, nueva vida

Los años que sucedieron a la muerte de la Duquesa de Alba estarían marcados por los conflictos - más o menos explícitos - entre sus herederos y por la ruptura definitiva de la unidad que ella siempre había buscado en la Casa de Alba. Fueron tiempos de posicionamientos en los que Eugenia Martínez de Irujo prefirió mantenerse alejada de cualquier enfrentamiento: ella siempre había demostrado ser un espíritu libre y eso fue su salvación en un momento familiar tan complicado.

La Duquesa de Montoro puede presumir de mantener una buena relación con todos sus hermanos precisamente por su falta de pretensiones y su actitud independiente. Aunque eso no quiere decir que no lo pasase mal con la situación, por lo que al dolor de la pérdida de una madre se le unió la impotencia de ver las tensiones que iban minando a su familia. Fueron años muy difíciles para ella.

En 2017 halló de manera inesperada el consuelo a todo ello de la mano de Narcís Rebollo: él fue el encargado de devolverle la sonrisa a Eugenia Martínez de Irujo tras sus años más difíciles. Aparecieron juntos por primera vez en la Feria de Abril de ese mismo año y a partir de ese momento se volverían inseparables.

Pese a su perfil discreto, Rebollo es nada más y nada menos que presidente de una de las productoras musicales más importantes de España. Aún así, no fue su puesto lo que conquistó a la aristócrata, sino la manera común que tienen de afrontar la vida y la pasión que ambos comparten por la música. Todo ello les llevó a casarse en Las Vegas pocos meses después de haber iniciado su relación: él vestido de Elvis Presley y ella de Marilyn Monroe.

Desde entonces Eugenia es una mujer nueva y no desaprovecha ninguna de las oportunidades que se le presentan para disfrutar al máximo: sigue siendo incondicional al verano en Ibiza, no se pierde ningún concierto que tenga lugar en Madrid e incluso se ha atrevido a actuar en la última serie de Paco León. Los títulos no van con ella y la vida está para vivirla, así que como seguro le diría su madre: "¡Olé tú!"

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