La madre del Rey de España se preocupa mucho por toda su familia, pero hay una persona que le tiene alarmada.
Siempre se dice que los mayores pesares en la vida de la Reina Sofía son los problemas judiciales de la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarin y las amantes del Rey Juan Carlos, o mejor dicho que se hable de ello en los medios de comunicación. Es cierto que a Doña Sofía no le gusta nada que sigan saliendo los amoríos pasados de quien a todos los efectos es su marido, y ha sufrido mucho por todo lo que han padecido sobre todo sus nietos Urdangarin, de quienes está muy pendiente, pero hay algo, o mejor dicho alguien, que le preocupa todavía más.
La Reina Sofía está muy unida a sus hermanos, a los dos. Los Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg y Hannover son una piña, y aunque no se ven todo lo que les gustaría porque el Rey Constantino vive en Grecia, la Reina Sofía y la Princesa Irene se reúnen con frecuencia con su hermano y con su cuñada, la Reina Ana María, a la que quieren como una hermana. La madre del Rey de España sufrió mucho cuando Irene de Grecia tuvo cáncer de mama, y estuvo con ella apoyándole en todo momento. Afortunadamente se curó y ya es cosa del pasado, pero ahora quien le preocupa es el Rey de los Helenos, que a sus 77 años tiene una salud muy delicada.
En 2009, Constantino II fue operado del corazón en Londres, ciudad en la que residía por entonces. Se le reemplazó la válvula aórtica y le practicaron un bypass. En 2013 sufrió una obstrucción intestinal y hace ya tiempo que sufre problemas de movilidad. Es habitual verle caminar con su bastón y agarrado a la Reina Ana María, que se desvive por su consorte. Además, tiene ayuda de una persona desde hace año y medio que va con él en sus viajes. El último tuvo lugar recientemente y llevó a la pareja real a Ciudad del Cabo, donde el Monarca tenía que ofrecer el discurso de apertura de la conferencia internacional Round Square 2017.
En el vídeo del evento se puede ver a partir del momento 01:38:00 que al último Rey de los Helenos le costó mucho levantarse y tomar de nuevo asiento ante los presentes. Ana Maria de Grecia le ayudó, y de hecho le abrió el folio donde tenía escritas las palabras que iba a pronunciar y le sostuvo el micrófono. Al comenzar su discurso, Constantino hablaba con dificultad, aunque la sorpresa llegó cuando casi se pone a llorar al emocionarse.
Sin inmutarse, la Reina Ana María le tomó el testigo y siguió casi hasta el final, ya que antes de terminar cedió el micrófono al Rey de Grecia para que dijera él las últimas palabras. En respuesta, los presentes se levantaron de sus asientes y aplaudieron calurosamente a la pareja real para intentar recorfortar a Constantino II, cuya salud parece más mermada que nunca.