Ha pasado un año desde que la vida de la XVIII Duquesa de Alba se apagó para siempre. El Palacio de las Dueñas de Sevilla se tiñó de luto en la mañana del 20 de noviembre de 2014, cuando Doña Cayetana Fitz-James Stuart exhaló su último aliento después de tres días de agonía que terminaron con una vida larga e inigualable. Moría Cayetana a los 88 años y nacía un mito que se había ido componiendo durante las casi nueve décadas de existencia de la 'dueña' de la casa nobiliaria más importante de España.
365 días después del fallecimiento de la aristócrata se puede decir que han pasado muchas cosas. El deceso de Doña Cayetana provocó que buena parte de los ciudadanos de Sevilla sintieran gran pesar y pasaran por su capilla ardiente, instalada en el Ayuntamiento de la capital hispalense. También se vio a la Casa de Alba al completo, con los hijos, nuera y exnueras, nietos y otros familiares unidos en un momento tan duro para todos.
Al día siguiente tuvo lugar un multitudinario funeral en la Catedral de Sevilla con la presencia de la Infanta Elena, entre otras personalidades del ambito político y social. Posteriormente, se enterraron sus cenizas en la Iglesia del Cristo de los Gitanos que ella financió, olvidándose de la tradición de ser sepultada en el panteón familiar de los Alba en Loeches, un lugar que la Duquesa de Alba rechazaba.
Unidad familiar de cara a la galería
En las primeras semanas después del deceso, los Alba parecían una piña en la que cabían todos menos Fran Rivera, enemigo número 1 de Doña Cayetana desde que en 2012 solicitó la custodia de su hija Cayetana. También Alfonso Díez era uno más, y se vio cómo la relación entre el viudo de la aristócrata y la mayor parte de sus hijos era fluida. Lamentablemente pronto empezaron los problemas, ya que Carmen Tello, la que fuera mejor amiga de Doña Cayetana, empezó a quejarse del trato recibido por los Fitz-James Stuart. Sumado a ello, llegaron los problemas de salud para Cayetano Martínez de Irujo, que menos de una semana después de enterrar a su madre tuvo que ser operado por una obstrucción intestinal cuyos síntomas llegaron mientras Doña Cayetana estaba a las puertas de la muerte.
Las semanas fueron pasando, y a mediados de diciembre se celebró un esperado funeral en Madrid al que acudieron numerosas personalidades y caras conocidas que expresaron su pesar a los Alba, que seguían destrozados por la pérdida. Sin duda, la más vulnerable era Eugenia Martínez de Irujo, que seguía deshecha por la muerte de su madre; también Alfonso Díez, el viudo, se mostró desolado, y fue consolado por el Rey Juan Carlos y la Reina Sofía, que no se perdieron la misa funeral por respeto a la Casa de Alba y la Duquesa, fiel amiga y defensora a muerte de la Monarquía y de la figura del anterior Rey de España. No estuvieron los Reyes Felipe y Letizia, un gesto que sorprendió a propios y extraños y que indignó sobremanera a algunos miembros de la familia, sobre todo al Conde de Salvatierra, que expresó su malestar por la ausencia días antes del primer aniversario de la muerte de su madre ante Risto Mejide.
Llegó la Navidad, y gran parte de los Fitz-James Stuart se dieron cita en el Palacio de Liria, donde la Duquesa de Alba reunía a todos los suyos para celebrar la Nochebuena. Los descendientes de Doña Cayetana quisieron mantener las tradiciones de su madre, pero ya hubo bajas, pues Alfonso Díez prefirió estar con su familia antes de pasar tan señaladas fiestas con los hijos y nietos de su esposa. Comenzaban a verse ya tiranteces entre el viudo y unos vástagos que aunque apreciaban al funcionario, entendían que su sitio ya no estaba con los miembros de la Casa de Alba.
Los desencuentros entre Carlos y Cayetano
Con el año nuevo surgieron las tensiones entre los hermanos. La herencia estaba distribuida desde antes de que Doña Cayetana se casara con Alfonso Díez, requisito indispensable para permitir el enlace, pero no la gestión de la Casa de Alba, que estaba repartida. Carlos, el primogénito, se encargaba de gran parte de sus asuntos en su condición de Heredero, y mientras Alfonso, Jacobo, Fernando y Eugenia estaban algo más desvinculados, pero no así Cayetano, que vivía en Liria desde su separación de Genoveva Casanova e impulsó la marca Casa de Alba.
Una vez transcurrieron los primeros meses desde el deceso de su madre y el duelo fue pasando, el Duque de Húescar, ahora Duque de Alba, dejó claro a sus hermanos que el que mandaba era él, y que el resto debían seguir sus caminos, abandonar el Palacio de Liria y dejar que el peso de la Casa de Alba recayera en su persona. Tras los rumores llegaron las confirmaciones, la relación entre los hermanos ni era idílica como se quiso hacer creer ni parecía que su aparente unidad fuera más que fachada. El más beligerante ha sido Cayetano Martínez de Irujo, que expresó su dolor porque su hermano se llevara casi todo, lo que por otro lado sirve para preservar al patrimonio de una Casa Noble.
Un año después, los Fitz-James Stuart volveran a verse en público con motivo de la misa en memoria de la Duquesa de Alba del 20 de noviembre en la Iglesia de la Hermandad del Cristo de los Gitanos, una prueba de fuego para comprobar cuál es el estado de las relaciones entre los miembros de uno de los clanes más famosos e importantes de España. Quizá el gran ausente será Cayetano Martínez de Irujo, que ha vuelto a ser operado por el mismo problema que le llevó al hospital tras la muerte de Cayetana de Alba. No ha sido un año fácil para el Duque de Arjona, que además de sus dolencias y de su tristeza, ha tenido que hacer frente a su ruptura con Melani Costa. No faltará el viudo, ni tampoco los que fueron amigos de la Duquesa de Alba como Carmen Tello y Curro Romero o Victorio&Lucchino, que harán de tripas corazón para recordar una vez más a Doña Cayetana, eso sí, en público, en privado la recuerdan y la echan de menos todos los días.