Casi dos años después de la muerte de Karl Lagerfeld (se cumplen el 19 de febrero), el hombre que se escondió durante casi toda su vida detrás de unas enormes y negras gafas de Sol y capitaneó una de las firmas más importantes en el mundo de la moda sigue siendo todo un misterio. Por eso Sébastien Jondeau, quien fue su mano derecha hasta su último aliento, quiere arrojar algo de luz sobre esas gafas para dejar ver el verdadero brillo de los ojos del diseñador con un libro sobre cómo fueron sus años a lado de el Kaiser de la moda.
' Ca va, cher Karl ' (' Cómo estás, querido Karl ') narra como de ser un simple mozo de carga durante una mudanza para Lagerfeld, paso a trabajar para él tras llamar su atención por su físico -aunque ya se ha repetido por activa y por pasiva que nunca hubo ningún tipo de relación amorosa entre ellos-. " A veces era un padre para mí, también una madre y un amigo ", recuerda. De chófer, a guardaespaldas y, de ahí, a "el hijo que nunca tuvo". Jondeau habla de si mismo como un "exchico de ciudad que conoce a un genio, lo que le permite evolucionar y convertirse en un hombre con aplomo y cultura", todo gracias al golpe de suerte que fue conocer al modisto.
Contrario a lo que muchos pudiesen creer por su hierática imagen cuando se dejaba ver en público, lo cierto es que el alemán era "abierto e incluso amable" y de él destaca "su amor por los demás, su humanismo y su gran generosidad". No era una estrella arrogante y que se creyese superior a nadie por ser quien era, todo lo contrario: " Podía hablar con todos: desde celebridades hasta chicos que limpian aeropuertos ".
El lado más humano de Lagerfeld
En cambio, lo que no le gustaba a Lagerfeld era dar disgustos a sus seres queridos y eso implicó vivir el cáncer que le costó la vida casi en secreto. " Hasta el día de su muerte, ninguno de sus familiares lo sabía ". A él también intentó ocultárselo, no quería tampoco preocupar a "su hijo", pero aso ya era más complicado. "Se camufló mucho, nunca habló de ello, no quería", confiesa: "Convirtió sus sesiones de quimioterapia en sesiones de acupuntura. Lo entendí. Respetaba su elección de no querer hablar de ello ".
Pero lo que esconderán sobre todo estas páginas todavía sin publicar serán muchas anécdotas y vivencias más personales del diseñador y de su mano derecha, algunas como la que ha hecho pública ya sobre las últimas palabras que pronunció antes de morir y que muestran como, en su lecho de muerte, Lagerfeld era una persona con sentido del humor -por mucho que cueste creerlo-. " Estaba con François, la niñera de Choupette [su gata y también su otra hija mimada] en su habitación el hospital y, de repente, dijo: 'C, es una estupidez tener tres Rolls y terminar en una habitación podrida como esa ".