A la espera de descubrir qué contenía ese testamento redactado por la propia Rocío Jurado antes de su muerte, lo cierto es que el testamento original abierto en 2006 y con el que se repartieron todos sus bienes tampoco estuvo exento de polémica por aquel entonces e incluso se señala también como el detonante que hizo que Rocío Carrasco se separase para siempre del resto de su familia más mediática y también más cercana -por parentesco- a Rocío Jurado. O al menos así se creyó durante todos estos años hasta que ella misma diga lo contrario -o no- en 'En el nombre de Rocío'.
Un testamento dividido en tres partes
La herencia de la artista se repartió 21 día después de su fallecimiento, un 22 de junio de 2006, en Montealto, la finca de La Moraleja en la que Rocío Jurado pasó sus últimos años de vida hasta su muerte. Allí estuvieron presentes su hija Rocío Carrasco; su viudo, Ortega Cano, quien también iba en calidad de representante legal de los dos hijos de matrimonio, Gloria Camila y José Fernando, menores de edad por aquel entonces; y los dos hermanos de Rocío Jurado, Amador y Gloria Mohedano, ambos acompañados de sus respectivas parejas, Rosa Benito y José Antonio.
Esta herencia estaba dividida en tres partes: la legítima, parte de la herencia que por ley corresponde a los herederos forzosos, en este caso sus tres hijos, y que imposibilita así que el testador entregue a otras personas; el tercio de mejora, que es una parte de la herencia a favor de alguno de los descendientes sobre los demás, que en este caso fue también para Rocío Carrasco; y una tercera parte que se repartió entre sus hermanos, Amador y Gloria, su ahijado Fernando, hijo del primero y Rosa Benito, y Ortega Cano.
Rocío Carrasco, la heredera universal
Rocío Carrasco fue, sin lugar a dudas, la mejor parada en la repartición. Nombre heredera universal, es la que desde entonces se queda con los beneficios de los trabajos artísticos de Rocío Jurado (27 días y 9 películas). A esto se sumaron otras propiedades como un piso en Miami que su madre compró tras separarse de Pedro Carrasco y antes de volver a casarse con Ortega Cano; parte de otro piso en Miami comprado a medias con el torero; la finca El Administrador, un terreno de casi 400 mil metros cuadrados con bodega propia. Además, el titulo de heredera universal también hizo que Rocío Carrasco se quedase con el resto de bienes menores que no se repartieron con nadie más como era todo lo que se encontraba en la que fue su última casa: muebles, trajes, joyas...
En cuanto a Montealto, mansión ubicada en La Morajela, Rocío Jurado dejó estipulado que debería de venderse en un plazo de 2 años tras su muerte y que los beneficios de la venta se dividiese en cuatro partes de las cuales dos irían para su hija mayor y las otras dos para los pequeños, Gloria Camila y José Fernando. En el caso de estos últimos, al ser menores, su dinero tendría que estar en una cuenta corriente sin poder acceder a él hasta su mayoría de edad, haciendo así que durante los años restante este dinero fuera generando beneficios para ellos (según explicó por aquel entonces Ortega Cano).
Ortega Cano, casado en separación de bienes
José Ortega Cano, por su parte, no salió tan bien parado. Casados en separación de bienes, Rocío Jurado le dejó en herencia su parte de la ganadería que habían comprado entre los dos y que se encontraba en la finca de la Yerbabuena, que pertenecía al torero y en la que ambos se dieron por aquel entonces el 'sí, quiero'. Esta finca, por cierto, fue vendida por el viudo en el año 2013 para continuar con su nueva vida con Ana María Aldón lejos de allí y así poder estar más cerca del resto de su familia.
Juan de la Rosa, su secretario y fiel amigo
También estaba dentro de este testamento Juan de la Rosa, el que fuera su secretario durante décadas y también un gran amigo y confesor. A él le dejó un dúplex en Chipiona situado muy cerca del puerto deportivo. Este fallecía un año después de la artista a causa de un cáncer de piel. Dos muertes muy cercanas que, como dijo Rosa Benito por aquel entonces, parecía que Juan de la Rosa se había ido con Rocío Jurado, ya que su empeoramiento se produjo tras la muerte de 'La más grande'.
Amador y Gloria, la herencia de la discordia
La parte más polémica llegó con la repartición de la herencia correspondiente a sus hermanos, Amador y Gloria Mohedano. Al que fuera su representante le dejó una nave industrial en San Sebastían de los Reyes, en Madrid, al igual que al hijo de este, Fernando, y ahijado de la cantante, al que también le dejó otra nave industrial. Por su parte, a Gloria le dejó la famosa casa de Chipiona 'Mi abuela Rocío' ya que esta era la única de la familia que no tenía residencia en su ciudad natal.
Los problemas llegaron con la finca Los Naranjos. Según el testamento, esta sería para repartir entre los dos hermanos de la artista, en cambio la Ley ponía una traba: el tercio correspondiente a los hermanos no podría ser mayor que el tercio de la legítima -es decir, la de los hijos-, por lo que habría que hacer un reparto igualitario entre todos ellos, no solo entre los hermanos. Fue entonces cuando la albacea distribuyó la finca en 5 partes: Amador y Gloria se quedarían con 38%; Rocío Carrasco un 12%; y Gloria y José Fernando un 6% cada uno.
Según Paloma García Pelayo esto sería lo que hizo que empezase la guerra entre todos ellos. Amador y Gloria quería quedarse con la parte de la herencia tal cual lo había establecido Rocío Jurado en el testamento y José Antonio, marido de Gloria, se puso al frente de este conflicto entre las partes. La periodista asegura que fue este el que pidió una nueva "tasación a la baja" para que así la finca no fuese superior a la legítima y poder hacerse una repartición 50/50. Un año más tarde, en 2007, finalmente todas las partes aceptaban que la repartición se hiciese tal cual había establecido la albacea. En cambio, de nuevo según las palabras de Paloma García Pelayo, se firmó un acuerdo privado en el que finalmente Gloria y Amador se quedaba con la finca en su totalidad, perdiendo así Rocío Carrasco su parte y Ortega Cano, en calidad de representante de los menores, la correspondiente de estos.