Después de anunciar la feliz noticia de que va a convertirse en madre, el pasado 1 de mayo, Tamara Gorro regresó a España desde Rusia para acudir al plató de 'Sálvame Deluxe', donde la exconsursante de realities como 'Supervivientes' o 'Mira quien salta' relató el drama que ha vivido durante los últimos tres años por no conseguir formar una familia junto a su marido Ezequiel Garay.
La extronista y exasesora del amor en 'Mujeres y Hombres y Viceversa' siempre ha tenido el sueño de tener un hijo y aún más desde que comenzara su relación con el futbolista argentino. Sin embargo, la vida no se lo ha puesto fácil a la pareja, que ha tenido que luchar mucho para hacer realidad su mayor deseo.
El ansiado embarazo no sólo era el principal objetivo de la pareja, sino de todos los compañeros de la colaboradora, que le preguntaban si estaba embaraza día sí y día también en '¡Qué tiempo tan feliz!". A pesar de bromear con una sonrisa negando que estuviera en estado una y otra vez, por dentro, Gorro estaba viviendo todo un infierno ante la imposibilidad de conseguirlo.
Nerviosa por el tema que iba a tratar, Tamara Gorro comenzó a relatar cómo ha vivido esta historia tan importante en su matrimonio. " Han sido tres años de lucha, superación, altos y bajos. Yo creo que mucha gente está ahora en mi pellejo... Tres años luchando por quedarme embarazada ".
"Nosotros, cuando Ezequiel y yo nos casamos... Dos meses antes, decimos '¡venga vamos a ponernos! y así llegamos a la boda embarazados y damos la noticia en la boda' y bueno, lo intentamos como todas las parejas, quedarte embarazada no es fácil", explica Gorro sobre los primeros intentos de quedarse embarazada. "Y bueno, nos ponemos, lo intentamos, pasan seis meses, pasan siete meses, ocho...", añade.
"Vas al médico, '¿qué me está pasando? no me quedo...'. 'Tranquila, eres joven, no pasa nada, eso no es fácil. Vamos a controlarlo y un año, si no, ya vemos qué pasa'. Y exactamente llega ese año, tienes un poco de bajón y vamos al médico que nos dice que hay especialistas en ello y que nos van a derivar a la unidad de reproducción para ver qué es lo que sucede"
"Una vez allí me dicen que hay mujeres que se quedan mucho más fácil y otras que no y aparentemente no tengo ningún problema, ni Ezequiel tampoco. Pero ahí ya me dice el primer médico que yo no óvulo, pero que hay un tratamiento que me puede ayudar a quedarme embarazada. Empezamos el tratamiento y tampoco me quedo embarazada. Entonces continuamos haciendo pruebas y no sale nada.
Ni de forma natural, ni por reproducción asistida
Al principio, con el apoyo de sus familiares y amigos, Gorro lo llevaba bien anímicamente, pero le daba rabia y sentía frustración por Ezequiel . Ella seguía confiando en que lo conseguiría aunque tardara. Pero este tratamiento no funcionó y tuvieron que comenzar otro paso. " La ovulación no resulta y ya vamos a fecundación. Mi doctora, que es hasta mi psicóloga, me lo explica y me dice 'no por ser reproducción asistida quiere decir que seas menos: se introducen tus bebés y te quedas embarazada".
"Yo afronto esto con mi marido ilusionada, contenta, feliz, con ganas... y vamos a por el primer ciclo. Yo me metí dos embriones fecundados, fui a lo seguro, con miedo a quedarme de dos, pero con ganas de quedarme ", relata la colabora que desgraciadamente tampoco lo consiguió de este modo. "He tenido cinco ciclos, he tenido 18 intentos. Y llega otro problema más serio, después de mucho intentos, en una de las intervenciones ven un problema en las trompas ", cuenta Gorro del descubrimiento que impedía que se quedase embarazada.
Y la solución a ese problema fue el momento más duro: tenían que quitarle las trompas de falopio y aunque podían continuar con el tratamiento de fecundación ya no podría quedarse embarazada de forma natural. "Le miré y dices, 'Guau, no te puedo dar un hijo, de forma natural, pero vamos a seguir intentándolo' y yo por él y por mi hijo, porque ya era deseo, voy a hacerlo", cuenta la joven del proceso que, aunque ha tenido final feliz, ha sido el más duro de su vida.
Finalmente, no le quitaron las trompas y volvió la esperanza para la pareja pero el embarazo no llegaba. Tamara Gorro comienza a sentir tal desesperación y miedo que llegó considerarse lo peor y a querer vivir todo esto en soledad. "Me volví reservada porque no quería que nadie sufriera. Un día vi llorar muchísimo a Ezequiel. Estaba en Portugal, sin trabajar y él tenía que aguantar mi carácter y encima no le doy un hijo. Estaba hundida, muy mal, con psicólogos. Yo delante mi familia sólo he llorado una vez, detrás mucho, es doloroso".
Una historia difícil con final feliz
" Nunca iba a tirar la toalla. Al principio queríamos adoptar, porque lo iba a amar igual que a uno biológico, pero el tema burocrático y el trabajo de mi marido no era posible... otra opción se nos cae. Ya era '¿qué hago?'. No ha afectado a mi matrimonio, nos ha unido más. Pero yo pensaba que yo era una mierda".
Finalmente la pareja optó por la gestación subrogada, más conocida como 'vientre de alquiler'. "Mi bebé ya tiene tres meses y dos semanas. (...) Yo pasé la peor noche de mi vida, contactamos con una agencia y unos abogados en Los Angeles y te enseñan a mujeres que están disponibles para ayudarte y eliges. Yo hablo mucho con ella, pero no quiero conocerla, porque mi bebé está ahí: el óvulo es mío y el esperma de Ezequiel, es nuestro hijo biológico. El mes que viene la pareja conocerá el sexo del bebé que se llamará Dylan si es niño y Shaila si es niña.