Tamara Falcó e Íñigo Onieva disfrutaron de un maravilloso y romántico viaje unas semanas atrás, pero lejos de todo lo que publicaron en las redes sociales, las cosas no fueron tan idílicas como parecen. Entre ellos no pasó nada, no hubo ningún rifirrafe, lo que ocurrió es que la Marquesa de Griñón apareció en el aeropuerto de Madrid sentada en una silla de ruedas, lo que hizo saltar todas las alarmas.
Ha sido el programa 'Fiesta' el que ha dejado al descubierto duchas imágenes que no tienen nada que ver con lo maravilloso que pareció este periplo, porque el final del mismo para ella fue un poco agridulce. En el plató del programa han hecho referencia a que la socialité se mostraba muy seria y preocupada, si bien es cierto, no se ha podido saber con exactitud qué es lo que le ocurrió.
"Han tenido un final agridulce que nada tiene que ver con esas imágenes de ensueño en redes sociales", han dicho en el programa. La hija de Isabel Preysler no se encontraba bien a su vuelta del viaje y pidió poder ser trasladada en silla de ruedas. " No sabían si era algo vírico o alguna picadura y al llegar a España, le mantuvo cuatro o cinco días en casa", han apuntado desde el programa.
Por suerte se recuperó rápidamente y ha podido continuar con su rutina sin ningún tipo de problema, contando primero en 'El Hormiguero' cómo iba a ser su fiesta de pedida que se ha celebrado en casa de su madre. Esta reunión ha servido para presentar a sus respectivas familias de cara a su gran día, que será en julio de 2023.
Primera toma de contacto
Como ella misma detalló, se iba a tratar de una fiesta íntima con unas 25 personas, una primera toma de contacto entre, sobre todo, sus madres, que a diferencia de lo que muchos pensaban, no habían tenido el gusto de conocerse. La pareja está inmersa en los preparativos de su enlace, felices porque por fin podrán sellar su amor después de que hayan luchado contra viento y marea por él.