"Quizás del sitio que más se queja la gente cuando viaja a Filipinas es Manila, pero yo allí tengo mucha familia: tías, primos, que me abren las puertas de sus hogares y nos recibieron con los brazos abiertos. Gente de la cual te da pena despedirte porque no sabes cuando volverás a ver, ni cuanto habrán cambiado en la siguiente ocasión pero que te hacen dar gracias a Dios por tener una familia... una familia unida en la distancia porque nuestras raíces son fuertes como lo son las sonrisas filipinas", ha seguido añadiendo, haciendo alusión al hecho de que la distancia no ha podido destruir su fuerte vínculo familiar.
Uno de los rasgos que destaca de los filipinos son sus sonrisas, diciendo: "Y son esas sonrisas las que me transportan a Amanpulo: "Aman" significa paz y "Pulo" significa isla así que como su nombre indica es una isla de paz dónde las aguas son tan cristalinas que puedes ver las tortugas marinas y las rayas nadar a pocos metros de la orilla ¡Y menuda playa! Jamás he visto una arena así de fina, como si fuese harina... y tan blanca... una delicia para andar descalza".
Muy agradecida con este viaje
Y por último ha hecho alusión a la amabilidad de sus gentes, de las personas que se dedican a hacer que los demás se sientan bien: "Pero si tuviese que quedarme con algo de esta isla de paz es con la gente que allí trabaja; no hay detalle que no cuiden ni mimo que les falte dar pero además, con una sonrisa. Es como siempre dice mi Madre "el verdadero lujo asiático " Una demostración de dedicación y paciencia y buena actitud ante la vida. Me voy feliz de haber podido compartir parte de la cultura de mis raíces con Íñigo; el mejor compañero de viaje que puedo tener... ojalá sea el primero de muchos".