La ciudad de Detroit ya no será lo mismo tras la pérdida de su estrella del soul, Aretha Franklin, a los 76 años por culpa de un cáncer de páncreas. Durante toda la semana se ha expuesto su féretro en lugares icónicos de la ciudad estadounidense, cada día con una vestimenta diferente, para todos aquellos que quisieran despedirse por última vez de la artista. La familia de Franklin decidió que la cantante luciera en el día de su funeral un brillante vestido dorado y unos zapatos de tacón con lentejuelas.
El acto tenía connotaciones de funeral de Estado, ya que se citaron diversas personalidades, entre ellas el expresidente estadounidense Bill Clinton, que ofreció un breve discurso en recuerdo de la Reina del Soul: " Se preocupó de la gente rota, marginada, de los que no tuvieron su suerte. Hay que recordar en estos tiempos que esta magnífica mujer trabajó como un caníbal para conseguir lo que logró. Es una llave a la libertad ", afirmó Clinton. Otras figuras como la del activista Jesse Jackson o Barack Obama, primer presidente negro de EE.UU., también recordaron, a través de una carta, la contribución de la artista en la lucha de los derechos civiles de los afroamericanos.
El Templo Greater Grace, lugar escogido para rendirle homenaje a la artista, acogió ni más ni menos que a 4.000 personas. El ataúd de la cantante, que era dorado, llegó en una carroza fúnebre blanca de los años cuarenta que partió su viaje hacia el cementerio Woodlawn, escoltada por más de 100 Cadillacs de color rosa, donde fue enterrada junto a su padre, sus hermanos y su sobrino. Aunque antes de partir, durante la ceremonia se escucharon canciones interpretadas por un coro de góspel, y la joven Ariana Grande cantó ' (You Make Me Feel Like) A Natural Woman ', y ' Faith Hill What a Friend '. También se intercalaron los discursos y actuaciones de los pesos pesados de la música negra como Stevie Wonder, Smokey Robinson o Jennifer Hudson.
Muy querida en Detroit
"Su música era un bálsamo para el dolor de nuestra comunidad", aseguró el líder religioso Louis Farrakhan. La familia anunció desde un principio que los admiradores tendrían la oportunidad de decirle adiós para siempre al permitir la entrada de las primeras mil personas que llegaran. Y ahí estuvieron, desde el martes y miércoles haciendo fila para poder verla. Primero en el Museo de Historia Afroamericana, pero el jueves, las colas se trasladaron a los accesos de la iglesia Baptista New Bethel donde la cantante creció ya que su padre fue un afamado pastar en aquella iglesia.