Concretamente, Sara Carbonero describe un día en especial, en el que estaban esperando a un grupo de piraguas migrantes que pasaban del Darién a Panamá. "Se retrasaron. La ruta por el Darién se hace a pie y por eso es extremadamente dura y peligrosa. Las piraguas les recogen sólo para cruzar el río", ha incidido. Mientras esperaban, Sara Carbonero, junto con sus compañeros, no dudó en recabar información para entender la importancia de los lugares "alivio", como así dice que les denominan.
"Conocimos el cuarto de literas donde pasan la noche los niños que llegan solos, sin nadie. Que han perdido a su familia en la selva. Estuvimos con los habitantes mientras preparaban la fiesta del día donde iban a celebrar las costumbres típicas de su pueblo, Araceli me invitó a su cabaña para tatuarme con jagua, una fruta típica de allí, mientras su pequeña revoloteaba sobre las tablas de madera", ha descrito el lugar, a la vez que caído, como cualquier persona de fuera del entorno, en la romantización y narrativización de lo que allí estaba aconteciendo.
Una dura experiencia
Esa realidad chocaba con la de los adultos que, sin duda, sorprendió a la periodista. "Recuerdo especialmente a un señor de unos 70 años muy bien vestido que viajaba solo y apenas podía subir la escalera. También a una madre que venía con su bebé de pocos meses en brazos. A otro hombre que llegó con el tobillo completamente roto, cojeando. Recuerdo cada una de sus miradas", ha explicado. Esta experiencia fue muy complicada para la periodista que reconoce la dificultad de poner una sonrisa en esa situación y poder tranquilizarlos. "Yo no fui capaz", termina por escribir.