Una de ellas ha sido una foto en el espejo acompañada de un extenso texto en el que habla sobre cómo era su relación con ella misma al verse reflejada y una frase que su hijo Martín dijo en referencia a su aspecto físico y que a ella se le quedó grabada. "Vaya por delante que soy malísima con los selfies en el espejo pero anoche quería probar unas luces nuevas", empieza diciendo para justificar la existencia de las fotos en el espejo.
"Que si un ojo bizco, que si muy seria, la mirada melancólica, que si te sonríes mucho a ti misma es muy forzado", dice reflexionando sobre cuando se echa una foto en el espejo. "Lejos de la frivolidad que pueda parecer, yo cuando me miro al espejo, lo hago para tomar conciencia de mí misma, lo utilizo como herramienta clave para mejorar mi autoestima", comienza, ahora sí, su reflexión, tras la justificación primera.
"Por causas de la vida he transitado épocas en las que huía de ellos", decía refiriéndose a los espejos. "Porque no reconocía a la persona que me mostraba el reflejo, llegué incluso a pasar tres o cuatro meses sin mirarme en uno", se sincera para luego explicar el episodio en el que su hijo se sorprendió al ver cómo iba perdiendo pelo.
Un momento delicado
"Al acabar el sexto y último ciclo de quimioterapia, yo estaba en la cama, sin poder moverme y mi hijo mayor se tumbó conmigo. Después de mirarme detenidamente, muy raro, soltó: 'Mamá, es que tienes las cejas grises y no pareces tú'. Yo por entonces, precisamente por no mirarme, ignoraba que había perdido todo el pelo de las cejas", recalca para dar a entender de que ella no tenía ni idea de cuál era su reflejo.
A pesar de no saber muy bien qué decirle a su hijo, comenta que le dijo de manera muy tierna: "¿Y pestañas? ¿Has visto que me queda una única superviviente? ¡Una! ¡La más valiente!". Ante esto, Sara Carbonero explica que el niño intentó arrancársela "muerto de risa" y empezaron una guerra de almohadas. "Tengo esa conversación grabada como muchas otras incómodas, en las que gracias a su capacidad de adaptación fue todo menos traumático", admite.
"A día de hoy cuentan orgullosos a sus amigos cuando mamá tenía el pelo 'como un chico'. El día que me vieron así por primera vez, les llevé unos puzzles para desviar su atención, como me dijo la psicóloga. Pero no resultó, como dice la canción: No quitaron sus ojos de mí, corriendo incluso alguna tímida lágrima por sus mejillas", dice. No obstante, Sara Carbonero supo cómo enfrentar la situación. "Luego, empezamos a buscar fotos de actrices y cantantes monísimas con el pelo corto y nos pusimos con el puzzle", termina de contar este emotivo momento.
Pero no se queda ahí, cuando ella tenía el pelo corto todos juntos vieron un anuncio de champú que había grabado hace unos meses con el pelo largo donde lo meneaba para delante y para detrás. "Esto sirvió para que los enanos me imitaran y me animaran: 'Ya pronto volverás a hacerlo, mamá", le animaban sus hijos en aquel momento y añadían que ya no tendría las cejas grises. Por suerte, sus hijos, Martín y Lucas, tenían razón y ahora pueden disfrutar de su madre más recuperada que nunca.