El pasado sábado 5 de diciembre venía al mundo el segundo hijo de Kim Kardashian y Kanye West. La pareja, a través de su página web, anunció la noticia al tiempo que aseguraba que tanto el bebé como la madre se encontraban en perfecto estado.
No obstante, anque ahora están felices y volcados en el recién nacido, su llegada al mundo no fue nada fácil. Como ya ocurriera con el nacimiento de su primogénita, la celebrity ingresó en el Hopistal Cedars-Sinai de Los Angeles tres semanas antes de lo previsto.
El díficil parto de Kim Kardashian: sufría placenta accreta
Está alojada en una suite con todo tipo de lujos por 4.000 dólares la noche, pero eso no ha quitado que Kim Kardashian tuviera un parto realmente complicado. Sus embarazos no son fáciles, pero sus partos tampoco.
Además de que el pequeño Saint estaba de nalgas y, por tanto, no estaba bien situado para nacer de forma natural -finalmente sí pudo ser así y se evitó la cesárea-, la mujer de Kanye West tenía placenta accreta. Esto es, la placenta está pegada al útero y cualquier pequeña complicación puede provocar una hemorragia en la madre.