Galería: Repaso a la vida de Robin Williams
Robin Williams dejó un vacío que aún no ha podido reponerse. La muerte del famoso actor el 11 de agosto del 2014 provocó un silencio que aún perdura en el mundo cinematográfico. Todos se asombraron hacia la decisión del propio actor de acabar con su vida. En cambio, su familia no se vio muy sorprendida ante el hecho que había ocurrido, lo que empezó a generar pensamientos en la prensa de que quizás, ya estaban avisados de lo que iba a suceder.
La biografía escrita por el influyente periodista David Itzkoff sobre el artista, titulada 'Robin', ha desvelado recientemente que el actor sufría un trastorno cerebral que fue acabando poco a poco con sus ganas de vivir. No era una depresión lo que provocó que quisiera terminar existencia, sino la pérdida de memoria, movimientos y recuerdos acerca de su pasado. Era incapaz de memorizar los guiones de sus películas, por lo que después de cada rodaje acababa llorando con las personas con las que compartía más tiempo.
Al principio fue diagnosticado con la enfermedad de Parkinson, pero los síntomas que sentía cada vez se alejaban más de coincidir con esa patología. Por lo que médico tras médico descubrieron que no eran las drogas ni el alcohol los causantes de lo que estaba ocurriendo,sino un problema con su sistema neurólogo: una demencia difusa del cuerpo de Lewy. La principal característica de esta dolencia es una alteración en el pensamiento, en las emociones y en los movimientos corporales.
Dejó de sentirse él mismo
La maquilladora Cheri Minss declaró que lloraba en sus brazos tras acabar la jornada, y que sentía que ya no podía ni siquiera ser él mismo. La salud de Robin Williams iba empeorando día tras día. En el año 2013 él se encontraba en una situación insostenible que le llevó a una pérdida de peso y a un cambio en la voz. Todos estos cambios respecto a su vida interior, hicieron despertar el asombro de su familia que no daba crédito a su cambio físico y psíquico.
A pesar de que el actor ingresó en un centro de rehabilitación para intentar controlar la enfermedad, que apuntaba a que tenía diez años buenos para vivir, no pudo hacer nada para controlar los pensamientos que dominaban su mente. Y un día, sin poder despedirse de todas las personas que le admiraban y todavía le admiran, su luz se apagó.