Tras mucha expectación, finalmente el torero llegaba solo a la plaza de toros. Y las cosas no fueron fáciles para él ya que, nada más bajarse de la furgoneta, fue recibido con gritos de: "¡Viva Paloma Cuevas!", en voz de los allí presentes, algunos de los cuales incluso portaban pancartas de apoyo a su expareja. Enrique Ponce intentaba pasar por alto aquel momento y centrarse en el que sería un día muy importante para él.
Las preocupantes actitudes ajenas al coronavirus
Pero los momentos reseñables para el torero no se quedaron ahí. Si bien Ponce decidió salir de la plaza de toros por su propio pie y no a hombros como sería tradición tras su éxito sobre la arena para así evitar una situación alejada de lo permitido en plena crisis del coronavirus, lo que allí se presenció fue igualmente preocupante. Ni el torero ni los que viajaban con él en la furgoneta que les llevó desde el hotel iban con mascarilla (alguno de ellos sí) y tampoco la llevaban algunos de los fans que lo rodearon a su salida.
Mucho más preocupante fue cuando, por ejemplo, una señora se le acercó para darle dos besos y hablarle a escasos centímetros de su cara; o cuando el propio Enrique Ponce le dio la mano a alguno de los allí presente. Gestos que no llamaría la ateción en la antigua normalidad pero que, dada la situación que todavía atraviesa el mundo y el España en particular, han alertado a muchos que no han dudado en señalar estas actitudes como algo inapropiado.