Una infancia hecha a medida
Los Ridruejo eran una familia con una notable fortuna vinculada al mundo de las finanzas y cuyo miembro más importante fue Dionisio Ridruejo (primo del padre de Pitita), quien aparte de poeta y escritor fue uno de los miembros más destacados de la Falange Española y posteriormente sería quien se encargaría de la propaganda del bando sublevado durante la Guerra Civil española.
Su círculo de amistades: pintores, directores de cine, royals...
Poco después de casarse, Pitita tendría el primero de los muchos encuentros que le depararía la vida con algunas de las figuras más destacadas del siglo XX. Fue el pintor Salvador Dalí, quien cruzarse con ella en los pasillos de un hotel de Barcelona le ofreció retratarla. El catalán le dijo que su perfil le recordaba al fresco 'La Parisina' que había visto en Creta y que quería inmortalizarla. No obstante, Pitita se vio obligada a rechazar la oferta porque en cuestión de días ella y su marido partían hacia su luna de miel y no podían cancelar el viaje.
Años después podría desquitarse con Andy Warhol durante la visita que éste realizó a Madrid en 1983. El periódico ABC encargó a la gran dama la misión de entrevistar al artista y ella - "Ya lo conocía de mi época en Nueva York" - no tuvo ningún problema en acceder a él. Eso sí, lo que sin duda no se esperaba Pitita era el escenario que se encontró cuando llegó a la suite del hotel donde tendría lugar la cita: todos los muebles, sillas y objetos de decoración estaban tirados por los suelos. Ella, ni corta ni perezosa, se sentó como pudo en el suelo y realizó la entrevista. Al terminar, Warhol le preguntó extrañado si no se había sorprendido de ver la habitación así. "Pensé que habías tenido una pelea con alguien y traté de disimular", contestó. El neoyorquino no pudo ocultar su enfado y confesó a su invitada que lo había hecho a propósito para ver su cara de susto al entrar: "¡Me dejaste completamente frustrado al no decirme nada!"
Más afinidad tuvo sin duda con el director de cine italiano Federico Fellini, a quien conoció durante la época en la que vivió en Roma. En cuanto vio su parecido a la soprano María Callas, le dijo a su productora que la llamasen para un casting. Tras muchas llamadas de insistencia, finalmente Pitita accedió a hacer la prueba y su participación ha quedado capturada para la posteridad en una escena de la película 'Roma' (1972).
Gracias a sus innatas habilidades sociales, Pitita Ridruejo ha conseguido relacionarse no solo con artistas, sino también con los miembros más destacados de la realeza europea. Al fin y al cabo, los Condes de Barcelona fueron sus padrinos de boda (con ellos disfrutó de muchas meriendas en Villa Giralda) y desde siempre ha gozado de una buena relación con la Familia Real Española. Los Windsor también están en su agenda: tanto la Reina Isabel II - quien la invitó a pasar un fin de semana en el Castillo de Windsor - como la ya fallecida Princesa Margarita, de quien Pitita guarda un grato recuerdo: "Éramos de la misma edad y desde el primer momento nos hicimos muy amigas. No tenía nada que ver con lo que se piensa de ella. No era ni caprichosa ni frívola, era una mujer muy seria y enormemente religiosa. Estuvo un mes en nuestra casa de Marbella y viajamos juntas varias veces a los Estados Unidos".
Aunque sin duda las incorporaciones más recientes y sorprendentes a su lista de contactos han sido ni más ni menos que el matrimonio formado por Alaska y Mario Vaquerizo: declarados fervientes admiradores de la socialité. Tanto el uno como la otra suelen ser asiduos de sus reuniones y la cantante nunca ha dudado en reivindicar su figura: "Lo que siento por Pitita es veneración. Es una señora educada, con una postura muy digna y muy difícil, muy valiente con sus creencias".
El fenómeno paranormal que cambió su vida
Aunque siempre ha sido una mujer fervorosamente religiosa, Pitita vivió a finales de los años 70 una crisis de fe que la llevó a interesarse por la filosofía oriental y el budismo: practicaba meditación, respiración pranayama e incluso afirma haber levitado en una ocasión. Sin embargo, fue un monje budista quien la devolvió a su lugar: "Tú no perteneces a esta religión, vuelve a tus raíces cristianas".
Ella volvió con más fuerza que nunca y empezó a interesarse por el tema de las apariciones a raíz de conocer la existencia de Amparo Cuevas, una vidente que afirmaba ver a la Virgen en Prado Nuevo (El Escorial). Pitita decidió ir en 1984 a una de las jornadas de rezos organizada por Cuevas y, mientras rezaban el rosario, la vidente entró en trance, cayó al suelo y dijo: "Podéis mirar al sol, que su reflejo no os dañará los ojos". Lo que ocurrió entonces es digno de ser contado y Pitita nunca ha dudado en hacerlo: "El Sol daba vueltas y bajaba hacia la tierra. La gente gritaba porque parecía que se nos iba a venir encima. Incluso cambiaba de color".
Totalmente anonadada por lo ocurrido, se lo contó a su marido. Éste le dijo: "No se lo digas a nadie, que van a pensar que estás loca". Sin embargo, Pitita Ridruejo nunca se había caracterizado por ser una cobarde y, aun a riesgo de ser condenada al ostracismo social (perdió a muchos amigos a partir de entonces), a partir de entonces se dedicaría de lleno a investigar las apariciones marianas en todo el mundo.
"Tras vivir aquello, quería seguir indagando, así que fui a Fátima y leí todo lo que uno puede leer sobre apariciones marianas. He visitado todos los lugares en los que se ha visto a la Virgen", confesó. Con ocho libros y decenas de artículos escritos sobre el tema, Pitita Ridruejo se ha convertido en una de las mayores expertas en esta cuestión y su presencia ha sido requerida en más de 500 conferencias.
El fin de una era
A raíz de su nueva faceta profesional, Pitita Ridruejo se convirtió en un personaje muy conocido para el pueblo llano gracias a sus frecuentes apariciones en televisión y sus continuas entrevistas a la prensa escrita. Declaraciones como que "el Apocalipsis está cerca aunque a mucha gente no le convenga que llegue" hicieron que le llovieran las críticas, pero ella siempre se mantuvo firme y reivindicó su profunda religiosidad.
Sin embargo, todo cambió el 4 de noviembre de 2016. Ese día fallecía tras una larga enfermedad Mike Stilianopoulos, con el que había estado casada durante más de 50 años. Una muerte que la dejó completamente destrozada y sin posibilidad de recuperarse anímicamente: "Para mí lo era absolutamente todo, mi media mitad, mi todo, el hombre más importante de mi vida".
El funeral por el alma del exembajador se celebró días después en la Iglesia de San Agustín de Madrid y esa sería la última vez - hasta la fecha - en la que se pudo ver a Pitita Ridruejo hasta la fecha. Totalmente enlutada y con una mantilla cubriendo su pelo, la viuda abandonó el templo totalmente abatida y dando muestras de un notable deterioro físico, ya que necesitó en todo momento la ayuda de sus hijos para llegar al coche.
Nada se ha vuelto a saber de ella desde entonces. Permanece recluida en su casa-palacio del siglo XVII en pleno centro de Madrid, en el que tiene una capilla que, sin duda, se habrá convertido en su mejor refugio para hacer frente a sus inquietudes místicas y al dolor derivado de la pérdida de su marido. Aún así, son muchos los que todavía se acuerdan de esta mujer que marcó una época. Al fin y al cabo, puede haber muchas "pititas", pero solo una Pitita pasará a la Historia.