La soprano se recupera en planta tras 10 días ingresada a causa de un cólico nefrítico que derivó en una grave infección.
Ainhoa Arteta tuvo que ser hospitalizada el pasado 23 de julio en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de un hospital de Cádiz por complicaciones derivadas de un cólico nefrítico que la mantuvo en estado grave durante diez días. Sin embargo, la soprano ya ha abandonado la UCI, tal y como pudo saberse el pasado lunes 2 de agosto, y se recupera favorablemente en planta. Es ahora, más tranquila, cuando la soprano ha querido agradecer el apoyo recibido a través de Instagram.
"Muchas gracias por todos los mensajes de apoyo que estoy recibiendo. Vuestro inmenso cariño y el de mi familia me están dando fuerzas para poder estar recuperada lo antes posible. Con muchas ganas de seguir compartiendo momentos inolvidables. Cuidaros mucho!!! Ainhoa Arteta", fueron las palabras de la artista."Ha sido una situación muy difícil, le tuvieron que intervenir de urgencia. Tuvo un principio de cólico nefrítico que se complicó con una septicemia. Ha estado muy malita, diez días en la UCI. Una infección muy fuerte. Nos ha dado un susto muy gordo", explicaba su marido, Marías Urrea. Afortunadamente, Arteta evoluciona progresivamente y desde su agencia de representación se ha querido aclarar que su mayor deseo es poder recuperar la salud para volver a los escenarios y retomar sus compromisos laborales.
Con ganas de volver
La cantante se vio obligada a cancelar dos de sus próximos conciertos previstos para el 6 y el 10 de agosto en Soria y en Jerez de la Frontera respectivamente. Pero, si su salud lo permite, sus fieles seguidores podrán verla el 14 de agosto en el auditorio Parque Torres, en Cartagena, y el próximo 18 de agosto volvería a subir a los escenarios en una cita muy especial en el festival Starlite, donde cantaría junto a Plácido Domingo.
Lo cierto es que no ha sido un año fácil para Ainhoa Arteta en cuanto a salud se refiere. La cantante de lírico se contagiaba en febrero de 2021 de coronavirus y, aunque no tuvo fuertes síntomas, el virus le dejaba secuelas que le obligaban a hacer algunos desplazamientos en silla de ruedas. "Al principio parecía que era asintomática pero, poco a poco, se fueron agravando los síntomas. El cuarto o quinto día se empezó a complicar la cosa porque bajó hacia los bronquios y derivó en una tos y unas flemas muy feas. Como tenía muchos dolores, mi traumatóloga me hizo una resonancia magnética y ahí salió que tenía un edema. Se me han inflamado las venas dentro de las rótulas de los huesos y debo hacer reposo", reiteraba el diagnóstico que le habían dado los médicos.