Tamara Falcó es mujer casa a pesar de todo. Y cuando decimos todo es todo: de una infidelidad plagada de mentiras tras el compromiso hasta quedarse sin vestido de novia a poco más de un mes del gran día. La Marquesa de Griñón y su ahora marido han intentado sortear todo tipo de obstáculos para cumplir su objetivo de jurarse amor eterno ante los ojos de Dios. Sobre ello ha hablado la propia hija de Isabel Preysler en una nueva entrevista para la revista ¡HOLA!, medio que cubrió en exclusiva el gran día, para hacer balance de todo, no solo de la ceremonia, sino de la relación en general.
La Marquesa de Griñón asegura que consiguieron llegar al matrimonio "con obstáculos, pero también con muchas soluciones", buscándole el lado bueno y divertido a todo el periplo ahora ya superado: " A mí me encanta reírme de mis propias situaciones. Creo que tienes que centrarte más en la gente que te quiere y en las cosas buenas", y asegura hacer menos caso a todos aquellos que solo le desean el mal, como los que sacaron una nueva supuesta infidelidad de su ya marido a escasos días de la boda: " Hay mucha gente que ha contado auténticas barbaridades... Pero también hay muchas personas que me han dicho que sea muy feliz. Realmente, Íñigo y yo hemos sentido mucho cariño".
"En un momento dado, me decía: '¿Y si me estoy equivocando?'"
Porque Tamara Falcó tiene clara una cosa y por ello dio el 'sí, quiero': " Quiero que el matrimonio dure toda la vida y que sea muy bonito. En un momento dado, me decía: '¿Y si me estoy equivocando?'. Como mis padres se habían casado tantas veces... También pensaba que no hubiera llegado hasta el matrimonio si hubiese sido un error, aunque, desde luego, más cosas no han podido pasar". Por eso tiene claro que, si llegó hasta aquí, es porque era lo que le tocaba: " Si Dios realmente no quería que me casase, me hubiese pasado algo. Es que no creo en esas supersticiones. Siempre pasan cosas... Si hemos llegado hasta aquí, ha sido gracias a Dios y a que los ángeles nos han llevado sobre sus alas", y añadía después: "El amor es Dios. Nos hemos casado y hay una frase que se repite: 'Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre', y está llena de significado".
La también influencer no ha dudado en abordar la que fue sin duda la mayor de las vicisitudes ene este camino, la infidelidad de Íñigo Onieva por la que rompieron tras el compromiso: "Evidentemente, pones de tu parte, pero perdonar es una gracia, un don. No es algo que puedas forzar. Me ha costado. Perdonar es muy complicado. Quiero pensar que sí tengo confianza plena en él, porque, si no, no me estaría casando con él ". Asegura no ser celosa y espera no serlo de ahora e adelante: "Sí, hay un pasado, pero, bueno... pasado pisado. Definitivamente esto nos ha reforzado como pareja. Había muchas cosas que necesitábamos. Por ejemplo, igual necesitaba aprender el poder del perdón o el amor al prójimo, seguir queriendo cuando alguien te hace daño. Para Íñigo también ha sido una forma de llegar con honestidad a este momento".
A pesar de ese perdón, Tamara Falcó reconoce que llegó al altar todavía con cierto daño dentro de ella, un daño que cree que perdurará y se soportará gracias a saber que está casada con el amor de su vida y que este está arrepentido de lo que ha hecho, aceptando así también sus errores: " No es el mismo daño que en el pasado pero, evidentemente, hay un daño ahí. También hay que saber ver a la otra persona con todas sus heridas", confesaba.
El recado para la firma Sophie et Voilà
En esta entrevista, aunque no ha querido hacer alusión directa a la polémica con la firma española Sophie et Voilà que rompió lazos con ella dejándola sin vestido de novia a un mes y veinte días de la boda planeando sobre ella la idea del intento de plagio, sí ha dejado una frase lapidaria como recado: "Mi madre me dijo que estaba guapísima", recuerda la primera vez que la vio con el vestido que diseñó Wes Gordon de Carolina Herrera para ella saliendo a su rescate después de todo: " Me dijo en la primera prueba: 'Esto sí que es un vestido de novia' ", volviendo a poner así encima de la mesa lo que ya había contado, que a su madre el vestido de la primera firma no le había gustado nada.