La artista ha hablado de aspectos muy serios y dolorosos, siendo muy sorprendente el hecho de que pensara quitarse la vida: "No te voy a mentir, lo he pensado hacer. Me quería ir. No podía soportar el dolor ni la realidad y lo he estado pensando durante dos o tres meses", revela. Sin embargo, poco a poco ha ido remontando y así lo cuenta: "Ya no me quiero ir porque quiero hacer cosas que Álex quería hacer y no pudo terminar. Quiero seguir su legado".
A pesar de sacar fuerzas de flaqueza, el dolor es inmenso y así lo cuenta: "Su ausencia y su silencio es algo que me desgarra por dentro. Mi reloj interno se ha parado. Cómo es posible que la gente siga viviendo. Me extraña y me asombra que el resto de la gente siga como si nada hubiera pasado". La pérdida de un hijo es una de las peores cosas de esta vida y Ana Obregón lo expresa a la perfección: "Perder un hijo es morir y tener la obligación de vivir. El día que nació mi hijo, ese día nací yo. Antes no había vivido. Me dio la vida él a mí. No se la di yo a él. Por eso, el día que se fue, pues me fui yo y lo único que sé es que jamás volveré a ser la misma".
La artista asegura que va a vivir este luto por su hijo, porque él se lo merece: "Yo quiero vivir este luto, este duelo, porque es lo que Álex se merece. Se merece integridad del duelo, yo no quiero hacerme la fuerte, lloro todos los días. A veces, me pregunto de dónde me salen tantas lágrimas". Además, ha contado que va todos los días al cementerio: "En ese lugar yo me siento y medito y encuentro que él, aunque no esté, está más cerca, y eso me consuela".
Los últimos días
El momento más terrible para toda la familia fue saber que ya no había vuelta atrás y que Álex Lequio había emprendido un camino de no retorno: "Siempre le dije la verdad, menos al final; él ya tampoco preguntaba. Los últimos meses fueron de una crueldad que no se puede explicar". Ana Obregón se mostró esperanzada hasta el último momento: "Hasta dos días antes de su muerte yo pensaba que iba a salir adelante. Estaba convencida. Por mucho que me dijeran que era muy grave, yo jamás perdí la esperanza".
Sin embargo, la terrible noticia llegó: "Hubo un momento en que se sentaron cinco médicos para decirme que ya no había nada que hacer. Y yo dije: 'Siempre hay algo que hacer' y seguimos luchando. El lunes 11 de mayo los doctores me dijeron que ya, que no se podía hacer más. Tuve 48h para hacerme a la terrible idea de que me niño se iba para siempre". Además, Ana Obregón ha explicado cómo fueron esas últimas horas: "La última noche se puso Alessandro a un lado de la cama y yo al otro. Le agarramos la mano y así se fue. Entonces yo me quedé abrazada mucho tiempo a él. No sé cuanto, cinco horas o así, hasta que vinieron mis hermanas".
Sacando fuerzas de flaqueza
La artista ha contado quién fue la primera persona que la llamó para darle el pésame: "La primera llamada que tuvimos fue la del Rey Juan Carlos. Y tras él, la Reina Sofía. Me emocionaron mucho. Al llegar a España, los Reyes Felipe y Letizia. Estoy muy agradecida", cuenta. Además, poquito a poco y apoyándose en sus seres queridos, está saliendo adelante: "Ahora, poquito a poco, con el amor de la gente que me quiere, mis amigos, mi familia, todo lo que recibo de España, la fuerza que me da Álex..., este corazón roto se va a ir recomponiendo".
Si hay algo de lo que se arrepiente es de no haber pasado más tiempo con su hijo: "Me arrepiento de tanto trabajo, de no haber estado más tiempo con él de pequeño, por ejemplo. Porque eso es la vida. Dedicar tiempo y amor a las personas que quieres". Finalmente, ha hablado de las Campanadas: "Lo que vais a ver es el corazón más bonito, porque lo estoy trabajando tanto para que se vuelva a unir todo". No cabe duda de que la fuerza de Ana Obregón servirá de ejemplo y ayuda para muchas personas.