Durísimo varapalo para Miguel Ángel Silvestre y toda su familia. El mares 11 de diciembre fallecía su padre, el reconocido fisioterapeuta de Castellón Miguel Ángel Silvestre Vara, a los 65 años tras una larga lucha contra la enfermedad. Familiares y amigos le dieron el último adiós el miércoles 12 de diciembre con muchísimo dolor.
Tras el entierro, en el que el actor estuvo arropado por su expareja Belén López, quiso despedirse públicamente de su padre con un precioso mensaje a través de su cuenta de Instagram junto a una foto familiar de la infancia.
Miguel Ángel Silvestre recibiendo el apoyo de los suyos tras la muerte de su padre"Mi padre dio su vida por mí. Me permitió elegir a pesar de quitarse él. Me dio sus horas de sueño en más de una ocasión. Recuerdo un verano en el que lo desperté a las 2 am porque mi novia se había enamorado de otra persona y me dedicó un paseo por la playa hasta las 7.35 am cuando él, ejerciendo de padre, decidió por mi que ya era momento de descansar y volver a empezar. Nunca me pidió nada a cambio a pesar de haberme gastado casi todo su dinero en querer ser jugador de tenis. Lo único que quería es que yo fuera feliz y tuviera las oportunidades que el no había tenido. Me siento muy afortunado de haber tenido un padre tan generoso. Hoy he descubierto en el tananatorio el impacto de mi padre en muchísimas personas. Tenía una gran bondad. Ayer se marchó mi padre, y el amigo al que llamaba a la hora que fuera para compartir una emoción. Gracias Papa. Descansa en paz ", dice el emotivo mensaje.
Un mensaje para el hombre más importante de su vida a modo de pequeño homenaje de todo lo que han pasado junto. De hecho el propio Silvestre ha declarado en más de una ocasión que continuó adelante con su sueño de triunfar en el mundo de la interpretación porque su padre siempre le empujó y ánimo, confiando en él.
De hecho el pasado verano ya le dejó en las redes sociales un precioso mensaje junto a una fotografía que se hicieron en la que Silvestre abrazaba a su padre: "Las mejores siestas. Papá. Me acuerdo muchas veces de las siestas que hacía de pequeño después de comer apoyado en el pecho de mi padre, con sus manos tocandome la cara. Luego al despertarme me tomaba un helado y a jugar por ahí... un vida sin preocupaciones... Gracias papá por hacerme confiar en que a pesar de las adversidades, no había nada de que preocuparse ", fue entonces lo que comentó junto a la instantánea.
